Cuando hablamos de emprendimiento nos referimos a una actividad que exige una gran cantidad de esfuerzo y trabajo por parte de sus gestores. Ahora, si hablamos de emprendimientos femeninos, segmento que alcanzó un 32,5% en 2018 según cifras de la Asech, las dificultades pueden ser aún mayores por causa de las problemáticas que conllevan los diversos roles que cumplen las mujeres en nuestra sociedad.
Claramente la principal traba para todo tipo de negocio propio es el financiamiento, sin embargo, para los emprendimientos que se crean con el objetivo de salir de un estado de vulnerabilidad o por necesidad éste no es el principal obstáculo, ya que los recursos que se necesitan no son tan altos debido a que se apunta a comprar materia prima, algún computador o máquina, y ese financiamiento es más accesible en la actualidad en bancos o entidades estatales. Además, la tecnología está a la palma de la mano, donde se puede encontrar un gran un apoyo en redes sociales o una página web que ayudan a difundir los productos o servicios.
Para este grupo las principales trabas son la falta de capacitación e información para que puedan atreverse, saber cómo crear una empresa en un día, cómo poder vencer los miedos para dar el paso, arriesgarse, creer en el proyecto y comenzar con un plan de negocios, por ejemplo. La mayoría de las mujeres piensan que se debe ser ingeniera comercial o saber bastante de contabilidad para ser empresarias, pero no es así.
Por otro lado, los negocios que se emprenden al ver una oportunidad en el mercado y que ya están funcionando necesitan más recursos porque probablemente es una oportunidad a gran escala que necesita recursos para seguir creciendo, por lo que es más complicado el acceso al financiamiento, pues los créditos son con exigencia de garantías y altos intereses, además de la falta de capital inicial de trabajo, el condicionamiento a la situación económica del cónyuge y la falta de redes de apoyo y comercialización, entre otros.
Respecto a las políticas públicas y el apoyo estatal para fomentar el emprendimiento femenino, la realidad es que se está haciendo un buen trabajo en forma general, pero no se está potenciando el segmento específico de las mujeres, ya que como probablemente son dueñas de casa, dependientes, madres solteras y quieren emprender, se necesitan medidas focalizadas como una sala cuna para mujeres emprendedoras para que puedan dejar a sus hijos. También es muy importante el rol de cónyuges o parejas en este sentido, o de la familia en general. Todos estos factores hacen que las mujeres en Chile emprendamos a avanzada edad, por lo que se debe revertir esta situación e incentivar a que las mujeres emprendan más jóvenes.
Las políticas públicas deben potenciar el segmento específico de las mujeres emprendedoras, ya que como probablemente son dueñas de casa, dependientes, madres solteras y quieren emprender, se necesitan medidas focalizadas como una sala cuna para mujeres emprendedoras para que puedan dejar a sus hijos.
Dentro de las recomendaciones para poder materializar una idea de negocios, lo primero que se debe tener claro es el foco de lo que quiero hacer, pues uno de los principales problemas de los emprendedores en general es que no tienen un objetivo bien definido, una idea fuerza que te muestre el camino y, una vez que se tenga clara esa idea, analizar cómo avanzar. Lo segundo, y que es de igual importancia, es perderle el miedo al fracaso y atreverse, tener claro que de los errores se aprende y que si no hago nada por cambiar las cosas, nadie lo hará por uno. Además, uno siempre debe aprender y sacar conclusiones de los fracasos para fortalecerse. En tercer lugar, hay que establecer un plan de negocios y comenzar a buscar financiamiento en entidades estatales como Corfo o Banco Estado, entre otros, que tiene programas de apoyo a la mujer emprendedora. En cuarto lugar, hay que ir poniéndose metas diarias, semanales y mensuales, que te permitan visualizar como se está avanzando y trabajar duro, permanentemente, ya que sin un trabajo constante es difícil lograr los objetivos propuestos. Y, en quinto lugar, si el negocio prospera y hay ganancias, se debe comenzar a invertir de inmediato para ir creciendo.
En Mujeres Emprendedoras ayudamos a fomentar y promover el emprendimiento femenino en tres niveles: incipiente, fortalecida y empoderada, que son nuestros tres tipos de socias. La incipiente es la mujer que tiene una idea de negocios, que quiere emprender pero que no sabe o necesita ayuda para desarrollarla; la fortalecida es la mujer que ya emprendió, que tiene su negocio propio y que necesita más ventas, por lo que la asesoramos en un plan de marketing con el objetivo de aumentar las ventas; y, finalmente, la empoderada, que es la mujer que ya es exitosa y busca generar valor y dejar huella en este mundo ayudando al resto, dando charlas o asesorando a otras mujeres sobre cómo exportar sus productos o servicios, por ejemplo, para seguir creciendo.
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