Intentar ser algo de sociedad madura, abordando temas pendientes, largamente dilatados o evadidos, materializa el arte del compartir respetuosamente las ideas por medio de las palabras, esperando que la institucionalidad imperante tenga la sabiduría de plasmarlas en leyes, que idealmente cuenten con la validación de todos, cosa que hoy evidentemente les falta.
En más de alguna ocasión se constata el pánico reinante a la hora de decir las cosas por su nombre, que hace buscar un cómodo refugio en tecnicismos o eufemismos, ejemplos de ello: Los hoyos en las calles son eventos, los divorcios eran nulidades, y el aborto una interrupción del embarazo u otra prestación de salud, según dice el mito urbano. Para muestra un botón de situaciones reales y concretas, que pueden afectar a todos, y que además, son groseramente evidentes estas argucias para alejar el debate del alcance de todos, o simplemente dejarlo latente lo máximo posible.
Al mirar la realidad sería bueno preguntarnos, en el caso de la discusión de despenalización del aborto en tres causales (DA3C): ¿Si se prohíbe algo al penalizarlo, dichas cosas no suceden?! O en el otro extremo ¿Si se dejaran a todo evento, habrían listas de espera para realizarse abortos?
Hacer una legislación no es para nada dar existencia a alguna situación, ya que el aborto, los divorcios, los matrimonios del mismo sexo existen, seguirán existiendo y sucediendo con o sin leyes. Se debe tener mucho cuidado con la manipulación de usar las leyes como método solapado de dilación de temas. El control social tiene mucha más herramientas en estos días que en otras épocas, para ser sensible a estas dinámicas.
Este escenario compuesto de ambigüedad e indefinición, genera múltiples repercusiones en la actualidad, muestra de ello: El espejismo que el tema es sólo de las mujeres, puesto que es un tema que involucra a la sociedad en su conjunto. Otro ejemplo de las consecuencias de la ambigüedad es el riesgo para la mujer y el equipo de salud, en un contexto tan judicializado, donde se limita la oportunidad de su actuar y se somete a un martirio físico y psicológico a aquellas mujeres que como sociedad deberíamos proteger.
Frente a lo anterior nace la pregunta: ¿Cuándo será una prioridad real la dignidad de la Mujer? En honor a la verdad debemos ser claros, sus espacios han sido ganados a pulso, con esfuerzo y sacrificio propio, con la fuerza y coraje de generaciones de Ellas. Aquí hay un punto importante, ya que sale a la luz nuestra ingenuidad en el debate, esperando empatía y ponerse en el lugar de la Mujer, un discurso muy popular en estos días. Pero seamos honestos, en Chile recién en 1877 se permite a las mujeres acceder a la educación universitaria, en 1934 se aprobó el voto femenino en elecciones municipales, en 1949 el derecho a voto a las mujeres para las elecciones presidenciales y parlamentarias, en 1952 las mujeres participaron por primera vez en la elección presidencial. Con el ramillete descrito anteriormente hay evidencia de sobra de la falta de sintonía fina con los temas de la mujer y su no casual postergación.
Parece que complica de sobremanera la palabra decidir, tendenciosamente se presenta como libertinaje, sin el más mínimo análisis ni evidencia. Hemos tenido que tolerar aberraciones como ¡Que el (DA3C) sería una herramienta para las Mujeres borrachas! Dejando entrever el patente prejuicio moral frente a las mujeres, que fluye impune, según podemos ver. A sabiendas que es una situación extrema y brutal, en especial las descritas en las híper restringidas tres causales, invita a ser abordadas de forma rigurosa y con la sensibilidad respectiva, ya que eso se constituye en un acompañamiento de verdad. La sociedad no requiere ser tutelada basándose en prejuicios, pues a pesar de su premeditada dificultad para acceder a la educación, y a la eliminación de su educación cívica, igual camina de manera firme a ser más empoderada.
La fuerza de la palabra no se va callar. Se ha mantenido en el tiempo, ha resistido el sometimiento, ha superado la violencia, no ha sido destruida por el machismo, se mantiene vital a pesar de los femicidios, y, afortunadamente para el bien de todos, sabemos que va a seguir independiente de los resultados de un debate de un proyecto de ley, que sin duda es solo el comienzo de muchos más.
Se debe advertir severamente que debemos ser cuidadosos con las ideas frutos de fanatismos, de tipos religiosos, políticos o de grupos de influencia, que nublan el sano debate y también en alguna medida el discernimiento del legislador. Ojo también, aquellos poderes religiosos confesionales, que hace bastante tiempo están alejados de los signos de los tiempos, de los cuales dio luces de forma abundante el Concilio Vaticano Segundo, pero fue más fácil hacerse los sordos y dejarlo en un letargo sin llevarlo a su plenitud. Por lo menos ahora son más generosos y conceden que las mujeres tienen alma.
En propuestas concretas, al legislador no puede ni debe construir leyes que afectan a todos con la ideología de algunos, pues no está de más recordar que está mandatado a representar a sus electores y no a imponer su interés ni opinión propia.
La fuerza de la palabra no se va callar, se ha mantenido en el tiempo, ha resistido el sometimiento, ha superado la violencia, no ha sido destruida por el machismo, se mantiene vital a pesar de los femicidios, y, afortunadamente para el bien de todos, sabemos que va a seguir independiente de los resultados de un debate de un proyecto de ley, que sin duda es solo el comienzo de muchos más.
Parece que al mirar el régimen que imperó por años en Chile, dentro de sus muchas facetas aún está pendiente terminar con una, la que debemos terminar con fuerza, pasión y convicción, la TIRANÍA DEL CINISMO MORAL
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Lisandro Burgos
Estimado don Julio, usted tiene ciertos conceptos equivocados respecto de las leyes, aplica a la realidad esos conceptos equivocados y después manifiesta su disconformidad con los resultados. Pero es un cuestionamiento muy basto el suyo «¿Si se prohíbe algo al penalizarlo, dichas cosas no suceden?» ¿Qué clase de razonamiento es ese, estimado?, ¿a qué le conduce? ¡Pretende legalizar los homicidios! ¿O me va a decir que es diferente? Porque están penalizados y de todos modos se los sigue cometiendo… ¿Llamaremos hipócritas a los que prohíben los homicidios? En realidad, estimado Julio, donde usted cree hay hipocresía, yo veo simplemente fenómenos gobernados por una lógica y una ética que usted no entiende en los más mínimo. No es que usted no esté de acuerdo, es que usted no entiende nada, ni lo más superficial. No hay ningún acto que por penalizado se deje de cometer, y no hay ningún legislador que se haya propuesto conseguirlo.
Veronica
Excelente columna !!
Cecilia
Parece raro….más bien lejano el hecho de que exista opinión sensible frente a temas que por exelencia lo son.Mas bien, lo expresado en estos tiempos se enfoca a lo superficial y frivolo del ser humano…en este caso en especial de la mujer. Es por eso que esta publicación me demuestra que aún es posible sacar hacia afuera los sentimientos…las emociones….la sensibilidad…que nos empeñamos en ocultar…Gracias por llegar a la hebra del hilo que lleva al despertar de la sensibilidad y por qué no….la humanización…….