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Heteronormatividad y poderes políticos

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Parece difícil saber “en qué irá”, como decían en mi pueblo natal que se cree ciudad, el que importe tanto la percepción que una tenga de una misma, ni quién se acueste con quién, quiero decir en términos sociales. Estos debieran ser temas de cuitas entre amantes, de habladurías malintencionadas, si se quiere, de la institucionalidad sanitaria en el más público de los casos, pero ¿cómo entender que este tipo de cuestiones sean materia de ley y de Estado?

Por alguna razón incomprensible y desde tiempos inmemoriales, el hecho de que a un hombre le incomode su calidad de hombre y quiera transportarse al reino de las mujeres – o viceversa – parece ser más peligroso que la más terrible amenaza de guerra o el más flagrante daño ecológico, que, dicho sea paso, sí es un crimen contra natura, como la gran mayoría de las salmoneras cercanas a mi pueblo natal o los atentados varios al verdadero ecosistema que ocurren a lo largo del país.

Las monjas del colegio que no voy a mencionar jamás nos alertaron en contra de embarazos no deseados, pero sí insistieron en los peligros de la masturbación, no solo en términos de la perdición del alma, sino también advirtiéndonos que podrían llevarnos por el aun más perverso camino de las relaciones homosexuales y la locura. Ninguna de las compañeras les creyó, afortunadamente, pero todas, desafortunadamente, fingimos que les creíamos.

Asimismo, resulta que el vientre de las mujeres ya no es propiedad de nosotras, sino que se rige por una serie de consideraciones del Estado, lo que hace que nuestro organismo ya no nos pertenezca del todo al no poder interrumpir el embarazo cuando nos dé la gana o cuando nuestra vida esté en peligro.

Las razones de todos estos misterios dolorosos deben buscarse necesariamente en la superstición institucionalizada en forma de iglesias que sancionan una serie de tabúes de la Edad del Bronce como si fueran reglas de la naturaleza. El fin de estos tabúes primitivos no es otro que básicamente mantenerse existiendo para, de esa forma, mantener a toda una clase parásita de sacerdotes, pastores, monjas y un cuanto hay de personajes siniestros que han hecho de la represión su medio de vida. He aquí la razón de la consagración del absurdo como si fuera lógico, he aquí por qué nadie cuestiona lo incomprensible.

Estos tabúes encuentran fácilmente apoyo en las fuerzas que sostienen el status quo, dado que desvían la atención de cuestiones sociales mucho más apremiantes, tales como que el sueldo no llega a fin de mes o que la universidad ya no es garantía de empleo en el futuro. Estas fuerzas que quieren mantener el status quo no son otras que las fuerzas políticas que representan a la clase dominante, es decir, los partidos de la derecha. Es por eso que se equivocan quienes quieren presentar temas como el matrimonio igualitario, el reconocimiento de las identidades de género o, en general, cualquier liberalización de las costumbres sexuales como un tema transversal. En una sociedad como la nuestra, acostarnos con quien queramos y gozar del cuerpo de nuestros semejantes no es una cuestión privada como debiera, sino el cuestionamiento de la autoridad eclesiástica, y por ende de la autoridad de todo un sector de la sociedad.

No se puede pactar con el patriarca mismo la caída del sistema patriarcal, que por su naturaleza inflexible no podrá jamás flexibilizarse y que verá, con toda razón, toda alternativa al sexo heteronormativo como un atentado al orden de cosas que le favorece.

Quien quiera disfrutar de los privilegios de la derecha debe saber que entre tales privilegios jamás estarán las libertades sexuales, a no ser, claro, que sea hombre, blanco, de clase alta y heterosexual. No se puede pactar con el patriarca mismo la caída del sistema patriarcal, que por su naturaleza inflexible no podrá jamás flexibilizarse y que verá, con toda razón, toda alternativa al sexo heteronormativo como un atentado al orden de cosas que le favorece.

Columna escrita por  Místika del Mal

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3 Comentarios

Mistika

Mistika

Qué nombre tan largo le puso EL QUINTO PODER a mi modesto artículo que se llamaba simplemente «Contradicciones».

Javier Ignacio

Interesante 😉

Natalia

Buen artículo… Hacen falta opiniones interesantes en estos tiempos de estupidez&conformidad!.. 🙂