En este caso en particular, resulta especialmente delicado poner el acento en el dato y no en el fenómeno, entendiendo que las cifras relativas a las distintas manifestaciones de la violencia de género son poco sistemáticas y están dispersas, invisibilizando la magnitud del problema y la urgencia de abordarlo desde la política pública.
En los últimos días, hemos asistido con perplejidad la arremetida pública de la ministra de Sernam contra lo que ha llamado “la tendenciosa y oportunista” campaña “de ONU Mujeres”.
En el marco de la cumbre CELAC-UE desarrollada en Santiago el 24 y 26 de enero y afirmándose en sus propias cifras, que nocorresponden a los datos oficiales publicados por el Ministerio Público, Schmidt desacredita la iniciativa interagencial de Naciones Unidas contra el femicidio insinuando intenciones políticas.
Resulta increíble que la ministra desconozca los contenidos de una campaña a cuyo lanzamiento oficial -el 13 de noviembre-estaba comprometida a asistir y al que, esgrimiendo motivos de agenda, envió en su representación a la entonces subdirectora del servicio. Más sorprendente es aún si consideramos que el banner de la campaña estuvo en la web de Sernam hasta solo unos días atrás, mientras los afiches de la campaña estuvieron desplegados en la vía pública desde hace más de tres semanas.
Inquieta que alegue ignorar aspectos centrales de una campaña en pleno desarrollo, a cuya difusión se sumó el servicio, olvidando que “…fue diseñada y financiada por las Agencias y Fondos de Naciones Unidas con presencia en Chile entre las cuales no está ONU Mujeres», tal como aclaró en un comunicado oficial el Coordinador Residente del Sistema de las Naciones Unidas en Chile, Antonio Molpeceres.
Sumergida en la polémica, la ministra parece pasar por alto a los familiares de las víctimas, quienes deben observar con estupor el baile de cifras con las que contamos o descontamos mujeres muertas. Más si consideramos que los números de Sernam no coinciden con las estadísticas publicadas por la Fiscalía hasta septiembre 2012, tampoco con el recuento que con nombre y apellido lleva la Red chilena contra la violencia hacia las mujeres.
Si lo ponemos en contexto, el despliegue de declaraciones de Schmidt, dirigido a mantener la ilusión sobre una eventual reducción de los femicidios, presuntamente como resultado de su gestión el último año y atribuyéndose una efectividad sin parangón a nivel internacionales, a lo menos, una frivolidad.
Tratándose de un tema tan sensible, lamentamos notar que ella también haya sucumbido a la tentación ya común en la actual administración por mostrar resultados en base a cifras cuya interpretación–cuando no su producción- resulta a lo menos discutible. Lo vimos a propósito de la reducción de la pobreza con la CASEN, respecto del aumento del empleo y la encuesta trimestral del INE, todo lo cual ha comprometido significativamente la seriedad y prestigio internacional de las estadísticas oficiales.
En este caso en particular, resulta especialmente delicado poner el acento en el dato y no en el fenómeno, entendiendo que las cifras relativas a las distintas manifestaciones de la violencia de género son poco sistemáticas y están dispersas, invisibilizando la magnitud del problema y la urgencia de abordarlo desde la política pública.
Si el femicidio, tal como fue tipificado en la ley, puede ser contabilizado a partir de las víctimas ingresadas o través de los casos terminados –con sentencias e imputados- publicados por el Ministerio Público, en este no se incluyen los asesinatos de mujeres cometidos por desconocidos, parejas no convivientes u ocasionales, y quienes mueren luego de haber sido abusadas sexualmente. A estos se suma la violencia sexual sin resultado de muerte contra niñas y jóvenes, que de acuerdo al informe anual del Instituto Nacional de Derechos Humanos: “… es un hecho de ocurrencia cotidiana, en espacios familiares y privados, comunitarios e institucionales”.
Polemizar para resaltar números favorables algo bierno no mejora esta realidad, podría ser interpretado como electoralmente oportunista y es una muestra de falta de consideración con las víctimas.
(Columna publicada en Cambio 21)
Comentarios
05 de febrero
Esta «peleita» es totalmente instrascendente y orilla en lo colegial. El tema de fondo aquí es la violencia intrafamiliar y de género. Gasten sus energías en eso.
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