De a poco se ha generado un debate sobre la cuestión de género en los colegios públicos del país, como se refiere la columnista de este medio Marcela Castro al caso de la Srta. Marina Ascencio Muñoz.
La estudiante de once años envió carta a la Presidenta Bachelet, a la Alcaldesa de Santiago Carolina Tohá y al Rector Fernando Soto en donde expone su deseo de postular al Instituto Nacional, liceo tradicional de varones con 203 años de existencia, que formó parte de las tres grandes obras del primer gobierno independiente de Chile.
Se ha hecho público el deseo de una estudiante. Al respecto la Edil ha dicho que “le haría muy bien al Instituto Nacional recibir niñas”, en Radio Cooperativa este 20 de Septiembre.
Llama profundamente la atención entonces, la relación individuo-colectivo en el siguiente juego de situaciones:
Por estos días de Septiembre el proyecto boletín 10368, iniciativa del Ejecutivo, conocido como de “desmunicipalización” o “fortalecimiento de la educación pública” está en la Comisión de Educación del Senado en su segundo trámite constitucional. Queda pendiente que se discuta en la sala y volver a la Cámara de Diputados para su trámite de finalización. Seguramente mucha gente lo desconoce.
En el listado de participantes ciudadanos en ese debate (Distinguiendo de las autoridades y parlamentarios que están obligados a participar) se puede observar que para esta etapa han estado presentes exponiendo sus puntos de vista personeros y personeras de “Think Tanks”, Academia y Municipalidades.
Yendo más a los detalles, aunque por cierto a esos expositores de la academia y centros de estudio les compete intervenir en su calidad de expertos y tienen derecho a hacerlo desde el momento que así lo decide soberanamente la comisión respectiva y que a su vez, los alcaldes y alcaldesas que han concurrido indiscutiblemente son parte del asunto y se les debe escuchar la opinión, faltan en esta instancia los actores que dieron origen a la discusión que hoy en día está en la vereda institucional, pero que partió probablemente con más fuerza desde el 2006 en las calles del país: Los estudiantes secundarios.
Luego es menester consignar que no hay participación de los y las estudiantes, ni individual ni colectiva en esta fase de la discusión del proyecto que pretende desmunicipalizar su educación.
O se han marginado, o no están coordinados, o no los han invitado, el hecho es que ahora en la Comisión de Educación del Senado, los secundarios no debaten.
O se han marginado, o no están coordinados, o no los han invitado, el hecho es que ahora en la Comisión de Educación del Senado, los secundarios no debaten.
Esta primera constatación cobra más vigor si se considera que a raíz de la carta de una estudiante a tres autoridades involucradas se genera mediáticamente uno de los temas en educación de estos días, en contraposición de lo que ha significado el movimiento estudiantil que tras diez años de trabajo es testigo junto al país, de un cambio de fondo a escala nacional, como es el objetivo de volver a centralizar la administración de los colegios públicos.
¿Cómo partió esa necesidad?
El movimiento estudiantil que reaccionó oponiéndose a la municipalización que impuso Pinochet desde comienzos de los 80’s no consiguió su objetivo. Era parte de la política de “liberar” al Estado descentralizando la administración de los colegios públicos otorgándolos a los Alcaldes y dando la posibilidad a sostenedores particulares para generar otros nuevos.
Sin embargo, la historia ha dado nuevamente a los mismos estudiantes el rol de cuestionar el sistema, movilizarse, criticar y proponer. Sin ir más lejos el 2011 la CONES (Coordinadora Nacional de Estudiantes Secundarios) entregó a las autoridades de la época un documento que entre otras ideas de diagnóstico y propuestas señalaba una instancia como la Agencia Nacional de Educación, que aunque se desconoce exactamente si el gobierno tomó de ahí la idea o no, es un hecho que el proyecto en comento contempla esa misma idea.
La segunda constatación viene entonces así: Aún después de manifestaciones estudiantiles y propuestas formales de cambio de la institucionalidad pública de la educación básica y media a lo largo de diez años por lo menos, en el momento de los “quiubos” no se observa hasta ahora un movimiento joven empoderado en la Comisión de Educación del Senado ni apoyando ni rechazando esta parte clave de la reforma educacional.
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