Hace un par de meses, un grupo de investigadores en educación nos hemos reunido en torno a una convicción, decir ¡Alto al SIMCE! Nuestras investigaciones en el ámbito educativo son diversas, pero confluimos en encontrar evidencias que señalan que el SIMCE está muy lejos de ser un indicador neutral.
Hoy podemos observar que lamentablemente esta medición se ha convertido en la razón de ser de las escuelas y liceos, provocando distorsiones que nos distraen del objetivo de fondo: lograr una educación democrática; intelectualmente desafiante para nuestras niñas, niños y jóvenes; socialmente inclusiva; y promotora de la profesión docente –objetivos por los cuales ha luchado por nuestro movimiento estudiantil-.
El SIMCE se implantó durante la dictadura (1988), aliándose con las medidas neoliberales de privatización, municipalización, subvenciones por alumno, y participación limitada de la comunidad escolar. Así, se buscó “guiar la libre elección de escuelas” por parte de las familias en el ahora “mercado educacional”. En 1995, los puntajes del SIMCE tuvieron un cambio estético importante, fueron colocados en engañosos rankings que promovieron aún más la fuga de las familias hacia las escuelas privadas –hoy sólo un 39% de matrícula escolar asiste a escuelas públicas-.
El SIMCE no es sólo una prueba, es un sistema de verdad. Es un sistema sin control que diagnostica, prescribe las soluciones y mide su efectividad. A partir de sus resultados se determina cuánto una escuela ha mejorado su calidad, sin preguntarse qué explican las alzas y bajas de puntajes, y peor aún silencia el debate sobre qué es calidad. No se miran los procesos, pero se busca influirlos indirectamente a través de una focalización del currículo de las escuelas en las materias medidas.
Así, algunas de las prácticas usuales que podemos observar en nuestras escuelas –públicas y privadas- son:
– Currículo: eliminación o reducción de asignaturas no medidas (artes, música, idiomas, filosofía, formación ciudadana, etc.);
– Tiempos escolares: optimización o reestructuración de los tiempos escolares (disminución de recreos y del tiempo de almuerzo, generación de nuevas horas de reforzamiento escolar para las pruebas);
– Pedagogía estandarizada: introducción de mecanismos de entrenamiento para la estandarización (ensayos).
– Mercantilización de los apoyos: generación de empresas que invaden las escuelas con recetas para “subir el SIMCE”.
El SIMCE no es sólo una prueba, es un sistema de verdad. Es un sistema sin control que diagnostica, prescribe las soluciones y mide su efectividad. A partir, de sus resultados se determina cuánto una escuela ha mejorado su calidad, sin preguntarse qué explican las alzas y bajas de puntajes, y peor aún silencia el debate sobre qué es calidad.
Las consecuencias de esta política de estandarización de nuestra educación han tenido un impacto serio, no sólo en términos de fomentar una lógica de mercado en las escuelas, sino también al crear dinámicas de presión sobre los niños, niñas y jóvenes, y sobre los profesores/as. La presión individualizada estresa y produce un serio daño psicológico, realidad que nuestros apoderados vivencian día a día.
Es por esto que decimos #altoalsimce e invitamos a unirse a una campaña que tiene por objeto reconocer la funcionalidad del SIMCE en la lógica de mercado y sus nefastas consecuencias en la educación chilena, generar un espacio de debate social nacional sobre la educación para Chile, y luego debatir sobre un nuevo sistema de evaluación justo y democrático.
La invitación está hecha y te esperamos. Firma AQUÍ.
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@UnaNvaEducacion
Fotografía: Francisca Corbalán, 05/09/2013
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Francisco Rodríguez Arancibia
Totalmente de acuerdo: para que los sistemas funcionen, siempre se necesitan operadores, muchas veces sujetos irreflexivos que, encandilados por una cuota de poder o por un supuesto acomodo económico, llegan a renegar de sus propios dichos, planteamientos o «convicciones». Ellos son quienes, desde las unidades educativas, departamentos, corporaciones de «administración educacional» y otras instancias externas, aplican y cumplen las órdenes de «expertos» que manejan los semáforos de la segregación.
Milton Bertin Jones
Típico de Chile, es más facil destruir que construir.
Pues no se presenta ninguna alternativa … que permita saber cuadno una escuela, o un «profesor», lo hace bien o mal…….
jinzunza
Estimado Milton, creo que justamente el texto plantea esta disyuntiva, la creación de un sistema ed evaluación que realmente permita saber los puntos fuertes y débiles de las escuelas, sin que eso signifique dañarlas. El SIMCE justamente ha dañado y ha sido efectivamente destructivo como instrumento para la educación chilena.
Rosario
La educaciòn en Chile,es mala por excelencia,lamentablemente siempre se discute y se dan soluciones parches,cuando realmente deberia ver una visiòn màs amplia de los miembros educativos.Descontento es la palabra para muchos desconsolados.
La lucha es mucha,pero pucha que cuesta darle en el clavo maestro !!
Con esperanza,…es lo ùnicoque no se pierde…
Roberto Godoy Briceño. Profesor Normalista
Hace unos días escuché en la radio U. de Chile, que más del 40 % de los chilenos/as (donde se incluyen lectores de todas las clases sociales y de todas las ramas de la educación) «son analfabetos funcionales», que no poseen lectura comprensiva y más del 50 % fallan en las operaciones aritméticas básicas. Lo peor es que comparados con países desarrollados tales como Suecia o Finlandia, estamos a más de 50 años de atraso. ¿Es este el el desarrollo que promete nuestro actual Sistema Educacional?. Este estudio ya se había realizado por la U. de Chile en 1998. Hoy está plenamente vigente. Urge una Reforma Educacional Verdadera. Ya no basta con cambiar las reglas del juego. HAY QUE CAMBIAR EL JUEGO. Debemos crear conciencia por todos los medios de comunicación, exponer la Verdad.
Ras'Al Ghul
Hay que ver quiénes son los que toman decisiones en las escuelas-liceos-colegios que avalan el sometimiento a estas pruebas estandarizadas y su ideología del adoctrinamiento.
¿Acaso los jefes de utp, directores, etc no poseen todos un magister en administración educacional que les ha reforzado la ideología simce? ¿Qué aprenden? ¿Funciona como la escuela de las Américas para los militares, guardando la proporción?
Tan peligroso como el simce son los docentes técnicos que se han tragado anzuelo y caña, repitiendo la misma ideología perversa y sometiendo el currículum escolar, al cuerpo docente y estudiantes a una carrera por obtener más puntitos en Simce y Psu, articulando pmi y acciones propias a la competencia.
Son caballos con anteojeras, sin mucha capacidad de diálogo y menos aún, crítica reflexiva que sin criterio -excepto el de la competencia, claro- se deshacen de quienes cuestionan las «nuevas formas de liderazgo»,
La pelea por terminar con el simce necesita profesores conscientes del verdadero rol de la educación… y dejar esos magister que los transforman en capateces de la educación.