Las tomas son percibidas frecuentemente como un acto de violencia mediante el cual parte de una comunidad se arroga el poder de imponerle su voluntad al resto. En estas condiciones, la comunicación se rompe y se genera un estado de mutismo o sordera que dificulta una solución. Si bien todo esto puede ser cierto, suele desconocerse que la causa de las tomas es generalmente una sordera anterior, una violencia precedente, padecida por aquella parte de la comunidad que finalmente decide responder a la violencia con más violencia.
En el proceso actual de tomas en distintos establecimientos educacionales del país, un elemento adicional poco percibido es que, extrapolando el análisis específico de un caso realizado por la psicóloga Claudia Godoy, a diferencia de todos los anteriores, las tomas de este año no responden fundamentalmente a razones intelectuales o ideológicas, sino que tienen una profunda motivación emocional. Esta condición excepcional genera desorientación entre los interpelados e ,incluso, entre las participantes de las mismas tomas.Si los actores involucrados no son capaces de entender los rasgos diferenciales de la presente oleada de tomas, difícilmente va a resolverse el conflicto presente, por lo que el estado de violencia emocional se puede perpetuar
En varios espacios tomados se han vivido actos críticos, inéditos hasta el momento, con un profundo carácter catártico, individual y colectivo para quienes los han experimentado. A la vez, a la tendencia de los últimos años de postergar la entrega de los petitorios hasta después de que se produzcan las tomas, en esta ocasión se ha producido una dilación adicional en la presentación de los motivos y razones que impulsan este accionar. Esta inusitada demora puede deberse al profundo origen emocional, en el cual los sentimientos más extendidos entre muchas de las participantes en las tomas son la rabia y la tristeza, como señala la psicóloga Paula Fernández. Estas emociones confunden y dificultan la construcción de un discurso racional coherente y, a la vez, la entrega de una respuesta satisfactoria.
Si los actores involucrados no son capaces de entender los rasgos diferenciales de la presente oleada de tomas, difícilmente va a resolverse el conflicto presente, por lo que el estado de violencia emocional se puede perpetuar, y las tomas pueden llegar a prolongarse e incluso a trascender los muros de los espacios educacionales que, como manifestaba hace unos Nicole Cisternas, directora de Educación 2020, son un laboratorio de la sociedad.
La nota para la desesperanza, en palabras de Paula Fernández, es la constatación de que en estos momentos la gente está más preocupada de las redes sociales y de temas políticos, y parece cada vez más incapaz de generar una emocionalidad reflexiva, disociándose de los afectos, que están en el origen de la actual crisis.
En definitiva, de no producirse una transformación profunda de nuestra manera de relacionarnos con nosotros mismos y con los demás, si no se recupera esa conexión emocional reflexiva, tanto en el ámbito educacional como en el resto de la sociedad, corremos el riesgo de irnos convirtiendo en un país en toma.
Comentarios
23 de junio
Estimado P. Duarte, pienso que la “toma” se esta volviendo parte de nuestra cultura, no sé quien la trajo al país porque no creo que la hayamos inventado nosotros, pero si, es un acto de violencia, una práctica de matonaje, un sentirse superior y además blindado, porque saben que sus víctimas, los trabajadores, los alumnos/as , los partners y usuarios no pueden defenderse, si siquiera los directores, jefes, decanos, nadie, en parte porque el ordenamiento vigente es débil, nadie quiere “quemarse” imponiendo orden, otro residuo de la dictadura que vivimos, porque con motivo de no ser “dictatorial” , ahora no podemos defendernos de los grupos violentos.
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25 de junio
Javier, comparto tu preocupación, también considero que hay un exceso de tomas en el país, especialmente en la educación media, que me parece que no son muy habituales en otros lados. Ahora bien, no creo que la represión sea la mejor estrategia para evitarlas. Como digo en el texto, antes de la violencia de la toma hay otra violencia que debemos observar y abordar. Si no solucionamos primero esa violencia, va a ser difícil que evitemos que la segunda se exprese de una u otra manera, sea por medio de una toma o de otra acción, que puede ser tanto o más violenta que la misma toma o que el acto que la origina. Por ello, mi invitación es a comprender las raíces del problema, la lógica de la violencia primigenia, para saber cómo evitar sus efectos, es decir, las tomas.