Así como es discutible que Chile tuviese en algún momento de su historia un Estado benefactor, también lo es la idea de un Estado docente. Es innegable que fundamentalmente las políticas educacionales del siglo XX avanzaron hacia un mayor protagonismo del Estado. En este sentido, el logro, recién en 1964, de una reforma educacional significativa, nos habla también de las graves dificultades políticas para enfrentar las resistencias de los sectores más conservadores para asumir un proyecto de país educando a su pueblo. El proceso de discusión de la Escuela Nacional Unificada –ENU- durante la Unidad Popular, vilipendiado por nuestra derecha política y los medios de comunicación de la época, que lo acusaban de querer promover la formación marxista en las escuelas, se proponía un escenario más desafiante en la relación Estado-Sociedad. Por una parte, buscaba superar la segregación histórica de nuestro sistema educacional, que implicaba que el avance en el sistema escolar dependía del origen socio-económico de las familias; por otra, generar mecanismos de control ciudadano de las escuelas, donde familias, trabajadores, y comunidad en general participara de la gestión de las escuelas, en una clara aspiración democrática. Por último, establecer vías expeditas de comunicación entre las diversas opciones educacionales, lo cual nos habla de un intento de dar racionalidad y flexibilidad al sistema, enfocándose en el camino de cada estudiante, y no en los privilegios de clase.
LA ENU, el viejo proyecto perdido en las sombras de la historia, nos hablaba de la posibilidad de acercar Estado y sociedad en un afán docente, sin perder de vista que el cuerpo pedagógico eran los profesores/as formados para dar realidad a una aspiración de democracia en todas sus facetas. El Estado democrático no tiene sentido si no hace referencia a la sociedad, si no es capaz de encarnar sus anhelos de justicia.
Entonces cuando escuchamos intervenciones audaces que nos proponen una nueva utopía, que es el establecimiento de una sociedad Docente que supere al Estado Docente, ¿qué es lo que nos están diciendo en los subtítulos? Claramente no nos están hablando desde el rechazo marxista al Estado, por ser éste una herramienta de control de las clases dominantes hacia el proletariado, sino que más bien nos habla del lugar marginal que es dado al Estado dentro de la ideología neoliberal, que busca una injerencia mínima de éste sobre los contratos sociales (ya no se habla más de un gran contrato social).
Cuando nuestras autoridades políticas nos hablan de “sociedad docente”, en realidad nos están hablando de un mundo fragmentado de intereses, liberado a las regulaciones particulares, donde todos somos responsables (y ninguno a la vez), en el marco de la libertad de elección –asociado al mal llamado “poder” de compra- Nos deberían hablar más bien de sociedades docentes… o mejor aún de empresas docentdes, y nos quedaría el panorama mucho más claro.
Desde otro ángulo del asunto, en esta conversación con aires de Rousseau y Hobbes, el gobierno chileno nos sitúa en la encrucijada de dar un paso más hacia la desaparición de la profesión docente. Si la sociedad puede ser docente, ya no se necesitan los profesores de Estado. Se descalifica de algún modo, una vez más, una profesión que evidentemente va mucho más allá de la experticia específica en una materia. La docencia es un ejercicio práctico y teórico sobre los procesos de enseñanza-aprendizaje –planificando desde las necesidades de los grupos e individuos-, no exento de un compromiso político social.
La ideología de la sociedad docente –entiéndase mercado docente- busca, por tanto, la eliminación de este profesor vinculado a un compromiso social estatal. Pero la historia afortunadamente ya no la están escribiendo sólo los oficialismos, también lo hacen los pueblos, y en eso estamos…
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Foto: Escuela Arturo Alessandri Palma – Chile Ayuda a Chile / Licencia CC
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jorge-ivan-espina-acuna
Don Jorge: He leído con verdadero interés, quizás con una cuota de romanticismo, dada mi larga data de profesor básico en la Educación Pública, sus asertos sobre el proyecto educativo, social y político conocido en la Unidad Popular, como la ENU. Efectivamente,la ENU perseguía entregar educación integral, laica y democrática, a través de una Institución Escolar que combinara una preparación académica, con el trabajo práctico en terreno, esperando así reinvindicar la importancia del trabajo técnico o manual, sin discriminar por cierto las profesiones llamadas liberales. La ENU fue literalmente hundida por el Almirante Merino, en el océano de su ignorancia y odio anticomunista. La paradoja es que hoy existe un Sistema DUAL de Educación en el cual los estudiantes de Educación Media Profesional, realizan una práctica en distintas fuentes de trabajo, conjuntamente con su preparación pedagógica. Debo agregar, que las Escuelas Consolidadas del País, fundadas, a partir de 1944, siendo la pionera en la ciudad de San Carlos, ya habían experimentado en este tipo de enseñanza. Hoy estamos en presencia de un gran enfrentamiento ideológico entre los seguidores del ESTADO DOCENTE, con Libertad de Enseñanza, y los que pretenden consolidar un proceso iniciado con el Golpe Militar, en el que los privados, no sólo prevalezcan sino terminen con la Educación Pública. Hoy es urgente reparar el daño causado a la Educación Pública por el Contubernio Concertación-Alianza.