En Chile pareciera que tenemos terror de hablar de cosas de fondo, y que a la inversa, somos expertos en discursear sobre planificación, minimización de riesgos, capitalización y rendimiento, todos conceptos sobre los que parece fluir la presente reforma en ciernes.
Gilles Deleuze, en un texto de 1978, aludiendo a Kant (Kant y el tiempo, editorial cactus, Buenos Aires, edición de 2008) refería que un filósofo es tan artista como cualquier creador, pero que su campo de creación es uno muy particular por su impacto y arquitectura, el campo de las ideas, donde los conceptos fuerza sobre los que somos capaces de generar estructuras son verdaderos pilares de un edificio que llenamos con nuestra cotidianeidad transformada en cultura, hábitos, vida.
Haciendo la alegoría que esa lectura ofrece sobre el pensar contemporáneo al observar el proceso de reforma educacional que está viviendo Chile, si analizamos los ejes sobre los que el Mineduc recientemente ha anunciado la convocatoria a entidades educacionales a participar de los “debates ciudadanos”, podemos aventurar que igualmente lo que se está discutiendo refiere a las estructuras fuerza sobre las que el modelo educativo fluye y se asienta, sin tener hasta aquí ninguna providencia o visión en relación a cuál es el resultado que se espera como sujeto o ciudadano emergente de ese proceso educativo y centrándose el llamado, mas bien, en las herramientas técnicas sobre las que ha de administrarse el modelo, la adecuada eficiencia de los recursos y el manejo técnico de las variables con que políticamente tiene que lidiar el Estado, a saber, recursos institucionales, humanos y pecuniarios. Ni una sola referencia en torno a planes y programas o contenidos mínimos que nos aventuren a pensar qué ser humano queremos promover en el Chile de hoy, de cara a sus necesidades y proyecciones a mediano y largo plazo.
Si bien la desidia de ese déficit puede ser soslayada por el Gobierno de turno y la clase politica que sostiene la reforma en atención al exitismo que guía sus pasos y la necesidad de conquistar logros que exhibir en 4 años de gestión, se hace necesario por la comunidad nacional detenerse en analizar más profundamente la cuestión del para qué reformamos y hacia donde apuntamos como modelo de vida antes de suscribir cualquier pacto mayor que amarre la implementación de una modificación como la que se propone y sin alcances claros ni definidos. El aspecto de fondo de la educación de un país, y no el de las formas, siempre será el punto de quiebre sobre el que necesariamente se habrá de volver cuando queramos revisar cuales son los grados de satisfacción de la vida de los sujetos y el desarrollo que afecta a la población, sus expectativas cumplidas y el nivel de felicidad que hayan logrado conquistar. En Chile pareciera que tenemos terror de hablar de cosas de fondo, y que a la inversa, somos expertos en discursear sobre planificación, minimización de riesgos, capitalización y rendimiento, todos conceptos sobre los que parece fluir la presente reforma en ciernes.
Los practicantes y profesores que enseñamos Yoga y meditación por todo Chile desde hace años que hemos venido descubriendo los desbalanceos que este modelo educativo ha significado para parte importante de la población que, progresivamente cada vez mas, en cantidad e intensidad, va buscando formas de reparar el estrés al que ha accedido como parte no deseada de un modelo de desarrollo que no ofrece una comprensión integral del ser humano y sus necesidades, y que a contrario, lo administra como recurso de un sistema mayor al cual ha de servir y que es precisamente el desarrollo económico del país, la calidad de sus índices internacionales y la mal entendida estabilidad de nuestra tradición.
Desde la experiencia adquirida en las clases que damos por todo el país a mujeres, hombres, embarazadas, adolescentes, niñas y niños, hemos aprendido que nuestra verdadera tradición es justamente cambiar, querer una vida mejor que no necesariamente significa mas bienes materiales o deudas que pagar a largo plazo ni con puntos acumulables. Hemos aprendido que nuestra tradición está en la verdad con que los niños enfrentan la vida sin miedos propios y en plena conexión con la tierra y sus pares, que no obstante van siendo modificados psicológica y mentalmente, aun desde el vientre materno, para dejar esa mirada atrás y abrazar una férrea competitividad que nos descarna y deshumaniza.
Hemos aprendido que los ripios que tiene el sistema educativo en su seno, desatan consecuencias que son lesivas para la calidad futura de la vida de los estudiantes y cuya comprensión no pasan tanto por el rendimiento que tenemos frente al Simce o la PSU, sino mas bien por el nivel de conciencia que podemos despertar y exhibir cuando nos sentimos ya adultos y asumimos con toda madurez que podemos enfrentar la vida sin miedos ni rabias, sin angustias y con la claridad plena de como afectamos a nuestro entorno con nuestros actos y formas de expresarnos en él.
Este es el momento en que también tenemos que abrir este debate, tiempo oportuno para que los cambios que se proponen completen todas las categorías de lo que estimamos deficiente, ofreciendo reales oportunidades para que las nuevas generaciones abran también su expectativa a formarse de manera cabal y plena como hijos de esta tierra, con respeto por la humanidad y sus pares y con la convicción de encontrar en la comunidad el campo de aprendizaje donde descubriremos finalmente nuestra propia maestria interna, nuestra seguridad y amor propio que nos hará brillar como nación y como personas.
Hacemos desde aquí un llamado a las autoridades competentes y también las que no lo son, a los ciudadanos y a los entes que se entienden a si mismos especialistas en las materias propias de la Educación, a que se abran a incorporar en este punto de la discusión estas reflexiones sobre el fondo de lo que se quiere e incorporen estas experiencias que son constatadas en cada rincón de Chile, cada dia, a sus análisis y reflexiones. Que vayan mas allá de la forma y la entelequia, sobrepasando el entramado técnico para ir a conquistar la construcción final de una humanidad realmente libre, empoderada y pacífica. La educación pública es la via mas poderosa para garantizar ese destino y debemos hoy abrir estas orientaciones hacia donde esta discusión se está dando: La ciudadanía misma.
A modo de reflexión personal, termino considerando cuán diferentes seriamos hoy, individual y colectivamente, si tuviéramos la potencia del yoga y la meditación desde los primeros niveles de enseñanza, sintiendo la conexión plena de nuestras fuerzas, de nuestras energías y de nuestros conflictos aplicados a una construcción creativa de un futuro integrador, pleno y sano para todos.
Nuestro tiempo es ahora.
Guru Prakash S. (rufo)
Profesor de Yoga – Centro Vida Alegre – Valparaíso
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