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Reforma a la educación: ¿Qué falta?

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El gobierno ha dado a conocer la intención de enviar al parlamento una iniciativa que entre otras cosas modifique la modalidad de entrega de la subvención educativa, dejando atrás el pago por asistencia y asumiéndolo de acuerdo a la matrícula de cada establecimiento.

Desde el punto de vista de la gestión del financiamiento, es una buena medida, que rebajará sustantivamente las dificultades y costos de fiscalización y control del cobro y pago de la subvención educativa. Pero en sí misma, no constituye ningún cambio sistémico.

En efecto, el programa de gobierno en educación de la presidenta Bachelet tiene como objetivo central mejorar sustancialmente la calidad, inclusión e integración social del sistema educativo chileno. Para ello se han definido un conjunto de medidas que se supone terminarán con el modelo de mercado que rige hoy y construirán en su reemplazo un régimen de derechos sociales garantizados.

El programa aborda, como principales medidas, el fin del lucro, la gratuidad universal y el fin del copago, terminar con la selección adversa y desmunicipalización de la educación pública. Aunque hay otros compromisos, para este análisis basta con quedarse en estos, porque permiten para responder a la pregunta de si terminará este diseño programático con el régimen de mercado educativo.

La respuesta es que probablemente no. En efecto, el mercado educativo está asociado al modelo de subsidio a la demanda, que hace depender los ingresos del establecimiento de las decisiones de compra de la familia.

De modo que las medidas mencionadas dejan intocado el subsidio a la demanda, tan fuertemente asociado a la característica del actual modelo que se quiere terminar. Es decir, la lógica de mercado continuará y se mantendrán las externalidades negativas que genera – aun entre entidades sin fines de lucro.

En cambio, trasladar el subsidio al lado de la provisión, permitirá que los incentivos se enfoquen eficientemente a la mejora de la calidad, la inclusión e integración social de los establecimientos educativos financiados con recursos públicos.

Hay una cosa que no debe ocurrir: continuar con el modelo de subsidio a la demanda que crea el cuasimercado educativo que hoy existe y que no cambiará porque no haya lucro ni copago o porque se prohíba por ley la selección adversa, o porque se pague por matrícula y no por asistencia.

Es probable que el modelo masa eficiente no sea uno puro, sino uno que cubra los costos fijos de la provisión y un volumen de matrícula y se incremente por aspectos de la matrícula y la gestión: vulnerabilidad de la matrícula, inclusividad, cumplimiento de estándares acreditables y factores que permitan incentivar a los gestores locales a mejorar la calidad e inclusividad de la provisión. Y esto, además, se puede lograr sin afectar el derecho de los padres a escoger el establecimiento para sus hijos.

Entonces hay una cosa que no debe ocurrir: continuar con el modelo de subsidio a la demanda que crea el cuasimercado educativo que hoy existe y que no cambia porque no haya lucro ni copago o porque se prohíba por ley la selección adversa, o porque se pague matrícula y no por asistencia.

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Foto: José Tomás Albornoz / Licencia CC

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