Esta ley obliga a los sostenedores que educan a niños vulnerables a hacer una opción: o reciben los fondos extras mediante la SEP, quedando obligados a no cobrar a los niños y mejorar la calidad de la educación, o pueden someterse a la nueva ley y obtener un aumento en la subvención, sin rendir cuentas a nadie, sin estar obligados a mejorar la calidad de la educación y pudiendo cobrar incluso a los niños más vulnerables.
Esta es la crónica de una estafa del Gobierno.
Este Gobierno ha hecho de una especialidad el fraude de etiquetas, titulando sus Proyectos de Ley con pomposos nombres que nada tienen que ver con su origen o contenido (inolvidable el G.A.N.E. o Gran Acuerdo Nacional por la Educación, que no era un acuerdo con nadie y en el que los estudiantes no ganaban nada, por lo que solo se salvaba el “gran”. Asimismo, en el mensaje de los proyectos suele reivindicar la postura contraria a la que el proyecto defiende. El proyecto de subvención especial en educación para la clase media sigue esta tónica y así, aunque subvencionar a la clase media es algo que no tiene nada de malo, no es lo que hace el proyecto.
¿Cómo se llegó a este proyecto?
Hace más de 100 años que en Chile existen subvenciones a colegios particulares. Esto se profundizó en la dictadura con los llamados voucher, que consisten en una cuota de dinero fijo que el Estado le da al sostenedor de un colegio por cada alumno que tenga (estos son los llamados colegios particulares subvencionados). Estos sostenedores podían tener cualquier giro (eso cambiará con una ley que está aprobada pero no en vigencia) y, de hecho, que lucren es algo cien por ciento legal. Esto significa que nada impide que esa subvención vaya directamente, de forma completamente legal e incuestionable, a los bolsillos del sostenedor.
El sistema público funciona de la misma manera, pero el “sostenedor” es, en este caso, la respectiva municipalidad.
Con la vuelta a los gobiernos civiles, antes de que cambiase el sistema, se aumentó el monto que los colegios (particulares-subvencionados y municipales) podían cobrar a sus alumnos, el que hoy en día alcanza una cifra cercana a los $76.000.- Es lo que se llamó el financiamiento compartido o copago.
Lo curioso con la educación es que al aumento de precios a veces también aumenta la demanda: No sólo se dividen los alumnos según quién pueda pagar más, sino que muchos padres desean tener la tranquilidad de que pagando más, sus hijos tendrán compañeros similares, gente como uno. Por esta razón, muchas veces es la segregación no solo un daño colateral del copago, sino que también se constituye en aquello que se pretende conseguir aportando el copago. Así, mientras más cobren los establecimientos, mayor es la segregación del sistema de educación. Y esta segregación está financiada por el Estado mediante las subvenciones.
Después de muchos años con este sistema, el 2008, se cayó en cuenta de algo que parecía obvio pero que nunca había inspirado al legislador chileno: que educar a un niño vulnerable es más caro que educar a un niño no vulnerable. Con eso en mente se mandó el Proyecto de Ley de Subvención Escolar Preferente (SEP), que mejoraba los siguientes problemas: 1.Entendiendo que es más caro educar a un niño más vulnerable que a uno menos vulnerable, aumentó la subvención para los dos quintiles de menores ingresos, estos es, el 40% más pobre de la población. 2. Quienes quisieran optar por esta subvención, deberán demostrar cómo este dinero está siendo invertido, estableciendo un convenio SEP con un diagnóstico de la situación del establecimiento, y un plan de mejoramiento con indicadores de medición anuales, de modo que sin prohibir el lucro, le pone límite, mediante obligar al sostenedor a invertir en mejorar la calidad del plantel. 3. En una verdadera epifanía, al legislador se le ocurrió que cobrar a ese 40% más pobre no tenía sentido y estableció que estudiaran gratis.
Este proyecto, que se convirtió en ley en octubre de 2012, no era un cambio radical en los problemas más profundos del sistema, pero al menos se puede decir que lo inspiraban motivos bastante razonables.
Sin embargo, diez días después de promulgada esta Ley, el Gobierno envió el nuevo Proyecto de Ley de “Subvención Escolar para la Clase Media”. Inspirado por algo cierto -“Si bien los estudiantes del primer y segundo quintil son el 40%más pobre, los del tercer quintil están muy lejos de ser ricos”-. Esta ley otorga un aumento de la subvención similar al que entrega la SEP al tercer quintil –la clase media-, lo cual hasta aquí, parece razonable. ¿Cuál es el problema? El problema es que, sorprendentemente, extiende los beneficios –aumento en la subvención- de esta ley también a los dos quintiles de menores ingresos, es decir, aquellos cubiertos por la SEP. Sin embargo, a diferencia de la SEP, este Proyecto de Ley no tiene los controles necesarios: permite cobrarle a los alumnos –incluso a los más vulnerables- y no exige justificar el aumento en la subvención con mejoras del establecimiento.
Así, de manera absolutamente risible, obliga a los sostenedores que educan a niños vulnerables a hacer una opción: o reciben los fondos extras mediante la SEP, quedando obligados a no cobrar a los niños y mejorar la calidad de la educación, o pueden someterse a la nueva ley y obtener un aumento en la subvención, sin rendir cuentas a nadie, sin estar obligados a mejorar la calidad de la educación y pudiendo cobrar incluso a los niños más vulnerables.
Por lo anterior optar por la SEP se constituye como un pésimo negocio, golpeando duramente la viabilidad de dicha ley. Durante diez días, tuvimos una ley que mejoraba en algo la educación, pero finalmente optamos por hacerle un regalo en dinero de todos los chilenos a los sostenedores, que, sin duda, no pertenecen a ninguno de los tres quintiles más vulnerables.
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Foto: Chile ayuda a Chile / Licencia CC
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