En la columna «Jornada escolar completa: cansancio y malos resultados«, que se presenta como una crítica principalmente dirigida hacia la JEC, es posible apreciar una diferencia plausible entre lo que el contenido intenta expresar y lo que dice, ante lo cual, intentaré ser lo más centrado posible en poner de manifiesto qué subyace en los temas allí tocados.
En primer lugar, el autor indica que el sistema educativo «mecaniza para pruebas estandarizadas que definirán la vida futura del escolar». Sin embargo, desde ya el título sugiere que no es todo lo que quiere decir, existe algo encubierto tras su columna que no es fácil distinguir si no se detiene con cuidado en cada palabra o frase que se dice. Si se está en contra de la estandarización por medio de pruebas, en primer lugar, no existiría un comparativo con pruebas como la PISA, que es un medidor internacional para al educación en los países pertenecientes a la OCDE, a la cual, mistifica como si se tratase de un «Oráculo de Delfos».Este es el gran obstáculo que la educación enfrenta hoy: existe toda una ideología detrás que, explícita o implícitamente, no desea que nos informemos, no quiere que nos desarrollemos y no quiere que sepamos más de lo que ella plantea en su famoso «plan de estudios» que el MINEDUC levanta como la biblia para los alumnos, o dicho de otra forma, los sin luz.
Tratar, como sugiere el autor, de «llegar a ser como las anheladas potencias europeas» surge como un deseo imitativo, que si bien se ha levantado a través de distintos discursos en nuestro país, niega rotundamente el contexto histórico en el cual nos inscribimos como realidad nacional: un país desgarrado intrínsecamente, con una tensión que acecha constantemente y que niega rotundamente la libertad de enseñanza incluso en los tiempos de hoy.
¿Qué hay sobre las otras áreas? Su respuesta, quizás no pensada con cautela, habla mucho de lo que hoy se cierne en el imaginario social «más horas en preparación SIMCE y PSU, más horas de lenguaje, matemática, menos historia, arte, música, deporte, ¿Qué pasa? ¿Dónde quedan las actividades lúdicas que desestresan al estudiante?». Al detenerse sobre la última pregunta, ya se levanta de manera inherente un pensamiento: deben ser consideradas como mero juego aquellas áreas anteriormente mencionadas. Resulta que así sucede en la sociedad, la historia, arte, música, entre otras áreas, son tomadas como meras pasiones juveniles, obra de esa rebeldía clásica de la pubertad que no hace otra cosa que remitirnos a la figura bohemia del artista o pensador, que ha sido castigada y azotada por nuestra sociedad eminentemente pobre culturalmente.
Luego, continuando la lectura, hay una parte fundamental para conocer sobre qué hay debajo de lo dicho, vale decir «Un gobierno no va a solucionar todos los problemas si pensamos que ellos pueden hacer todo, tenemos que tener las motivaciones y las ideas para hacer de este país uno desarrollado». Acá, de modo evidente, el autor resume todo un pensamiento que atraviesa transversalmente nuestro país: un gobierno no va a solucionar todos los problemas. ¿A quién hay que demandar las mejoras entonces? Es esencial destacar que históricamente hemos intentado desplazar las funciones del gobierno, pero claro, en un Estado eminentemente neoliberal, donde el Estado desaparece como intermediario y se ejerce la famosa «mano invisible» hemos naturalizado que no está en el Estado el ente al cual dirigir nuestras demandas, entonces nos hemos atomizado de tal manera que incluso es posible que el día de mañana ninguno salga a la calle, pues ya no hay nada que hacer frente al miedo del cual hemos sido parte y cómplices.
Finalmente, lo interesante de la columna, precisamente en ese contenido que se cierne detrás, es que resume todo un imaginario social que viene desplegándose desde el golpe militar. Un nuevo orden simbólico que busca poner en su lugar toda propuesta de cambio y desplazando cualquier crítica en pos de ese llamado progreso, al cual es identificar ese monstruo que se posa bajo la cama del infante por las noches y le recuerda, a cada minuto, que mientras él duerme, la poderosa bestia toma poder de todo el espacio, pero cubrirse bajo las sábanas es más cómodo que mirarlo de frente. Recordemos que es ese gran obstáculo que la educación debe enfrentar hoy: Existe toda una ideología detrás que, explícita o implícitamente, no desea que nos informemos, no quiere que nos desarrollemos y no quiere que sepamos más de lo que ella plantea en su famoso «plan de estudios» que el MINEDUC levanta como la biblia para los alumnos, o dicho de otra forma, los sin luz.
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