Mientras el Sr. Gajardo, presidente del Colegio de Profesores A.G. anunciaba con bombos y platillos un gran avance para la lucha -a estas alturas perpetua- del magisterio, las bases de la asociación gremial comenzaban la movilización que los medios formales han tratado de invisibilizar.
Lo primero que quiero comentar es que me parece que cuando la política se toma los gremios tan fuertemente como ha ocurrido históricamente con los profesores, tarde o temprano el gobierno de turno tiene el poder para imponerse a la dirigencia militante. Obviamente, por estos días las bases han terminado por dejar de manifiesto que no están dispuestas a seguir siendo utilizados a la conveniencia política. Apoyo la iniciativa y deseo que logren resultados, no sólo en sus demandas sino también en la reestructuración de un gremio que debería ser actor principal en la discusión de los temas macro del país.He visto profesores que ni saben qué clase tienen que dar al llegar al colegio, hay quienes tienen un vocabulario reducido, parecen no conocer las normas ortográficas mínimas e incluso adolecen de ética profesional.
A los profesores ni se les respeta ni se les valora. Desde la dictadura, que terminó con la escuela normal y barrió con la tradición de excelencia docente hasta los gobiernos democráticos que los han usado sin el más mínimo pudor. La sociedad tampoco los comprende. Hasta ahí, parece una historia dramática, casi telenovelesca. ¿Tienen algo de responsabilidad los profesores en esa distancia con la comunidad? Yo creo que sí. Como ex alumna de la educación pública puedo decir que fui formada por docentes de una calidad indiscutible. No solamente se limitaban a entregar contenidos de manera eficaz y eficiente, ¡su formación profesional se notaba a kilómetros! Pero en mi rol de apoderada de escuela municipalizada, hubo un cambio. Creo que con el negocio de las universidades, las escuelas de pedagogía terminaron siendo el rincón donde iban a parar los jóvenes que no tenían puntaje para otra cosa. Supongo que ése es el motivo por el cual hay una generación de docentes que habla mal, escribe mal, vive quejándose de su mala elección, culpa de todo al Estado y a la sociedad, sin siquiera preocuparse de «aparentar» que son personas educadas. He visto profesores que ni saben qué clase tienen que dar al llegar al colegio, hay quienes tienen un vocabulario reducido, parecen no conocer las normas ortográficas mínimas e incluso adolecen de ética profesional. Duele ver a esa generación a garabato limpio reclamar por sus «derechos». Duele verlos convencidos que son las víctimas y que hay que apoyarlos «per se». La empatía y el respaldo irrestricto de la comunidad, estimados profesores y profesoras, no se va a generar como un hongo tras la lluvia. Hay que ganarlos con acción. Visibilizar sus demandas con paros, cortes de tránsito, bailes y marchas, es válido, pero creo que también dichas acciones deberían ir acompañadas de mesas de conversación con la comunidad, con la elaboración de documentos bien escritos, en donde sepamos nosotros, los ciudadanos comunes y corrientes que sí les duele dejar a los niños sin clases, que el sacrificio que significa para los padres que no tienen con quien dejar a esos niños para ir a trabajar, les toca, y que no sólo están mirando su propio ombligo. Los daños colaterales, si es que les puedo llamar así, son necesarios para alcanzar una educación pública de calidad, pero necesitamos comprenderlo todos, y quiénes más que los profesores de este país son los llamados a utilizar sus conocimientos de pedagogía para «enseñar» a la sociedad, qué significa la docencia, qué se requiere para que ésta sea exitosa, y qué necesitan para ejercer su profesión dignamente.
Pero por favor, háganlo con lo que se espera de ustedes: educación. Los licenciados que van a ganar beneficios que no se merecen, traten de entender el enorme significado de formar personas. Los profesores que aman su profesión, hónrenla, y probablemente logren el respaldo de la sociedad toda.
Comentarios
13 de noviembre
Es el ciclo político abierto por la nueva voluntad de cambios que empieza a insinuarse en el 2006 a partir de la «revolución de los pinguinos», que luego se consolida con las masivas movilizaciones del 2011, lo que intenta cerrar el gobierno. De esa manera busca resguardar el neoliberalismo. Entonces adopta medidas de transformismo, gatopardismo puro, que lo presenta ante los ilusos como progresista, en favor del bien común.
Pero, el alto rechazo que esta falaz Nueva Mayoría fue capaz de concitar en solo unos meses en el poder, conjuntamente con la crisis de representatividad de los políticos y de legitimidad de las principales instituciones nacionales, nos muestran que a esta altura no es posible terminar con los cuestionamientos ni pasivizar la lucha de clases, mucho menos reafirmar la estabilidad del régimen: ocurre que el movimiento popular, si bien desorganizado políticamente, cada vez se vuelve más dinámico al calor de las batallas libradas por satisfacer las necesidades de todos. En ese contexto, lo sucedido esta semana en el Colegio de Profesores es una lección para quienes pretender seguir haciendo política desde la cima del poder, sin considerar a los que se ven afectados directamente con esas decisiones.
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15 de noviembre
Algo contradictoria la primera parte, pues el apoliciticismo implantado por la dictadura y por el que cerró las escuelas normales que se alaban en el artículo, fue precisamente para quitarle el rol político a los docentes que forman personas, forman consciencias análiticas y críticas. Las Escuela Normales formaban profesionales de la educación con conciencia política y gremial porque les guste a no, una persona que no tiene una visión del mundo y de la sociedad es un individuo amorfo que no puede formar personas.
Muy de acuerdo con lo que viene después porque la dictadura estableció el negocio de la educación en donde es de mayor importancia la ganancia que la formación de los docentes.
Si el Estado cumpliera su rol en garantizar el derecho fundamental a la educación otro gallo cantaría.
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15 de noviembre
El tema no debieran ser exclusivamente los docentes. Estos en la actualidad son una parte ínfima del engranaje. Hay que preguntarse por qué esos docentes incompetentes están ejerciendo como tales, quitándoles el trabajo a los que sí manejan habilidades duras y blandas del ejercicio docente. Las razones son simples, por mencionar algunas. A) Los sueldos son miserables y los beneficios monetarios que les corresponden por derecho son pagados a dedo, considerando su condición servil, domesticación y obediencia a los que controlan tanto la educación particular subvencionada como municipal. La Contraloría está repleta de los reclamos de docentes que se sienten abusados por esta vía. Es mas, más del 40% de los docentes contratados hoy en los municipios son por ley SEP, donde se vulneran flagrantemente sus derechos. B) Las universidades están «vendiendo» títulos porque esto es un negocio para ellos, por tanto la formación profesional rigurosa no es su prioridad. Todos sabemos que pasa lo mismo en las otras profesiones relacionadas, especialmente, con las ciencias sociales (tiza y pizarrón). C) Las condiciones laborales en forma transversal son paupérrimas en las instituciones educativas. Por ejemplo, deben recibir todo la rabia social y tolerarla sin chistar, en las salas de profesores se encuentran los baños de docentes, se usan como comedores y a la vez se atienden apoderados y alumnos (as). Entonces generalmente no existen los lugares físicos exclusivos donde los docentes puedan planificar, estudiar sus materias y revisar pruebas, hacer guías de trabajo en clases, etc. Mientras los directivos tienen salas hasta para atender sus concubinas. Vayan a los colegios municipales y particulares subvencionados y compruébenlo. D) El régimen oprobioso que domina el ejercicio docente hace más de 15 años que ha prohibido el debate pedagógico al interior de las instituciones educacionales. Si se quiere conservar la pega, debes mantener la boca cerrada y obedecer y no ver nada de nada. E) ¿El Colegio de Profesores? UN chiste. Sus dirigentes se eligen de común acuerdo entre los que controlan las instituciones educativas (que no son docentes de aula) y los dirigentes «históricos», es decir, los que se han hecho reelegir en forma indefinida y se han vendido por migajas.F) Remuneraciones docentes: paupérrimas… ¿Cuestiones adicionales que cooptan la psiquis y el pleno desarrollo profesional docente…? Miles.
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