Hoy, primero de diciembre, se da comienzo, como todos los años, a un nuevo período de medición para los secundarios. La polémica PSU (Prueba de Selección Universitaria) está en la palestra nuevamente, llevándose los noticieros de mañana, tarde y noche, los estados de facebook y twitter. La verdad, miles de mentes atienden este proceso con mucha atención y, por qué no decirlo, pasión y emoción.
Es importante hacer un breve recuento de lo que ocurre durante el año con quienes hoy participan de esta medición, pues la mayoría no tienen relación por estos días solamente con este instrumento, sino que se conocen desde bastante antes: Preuniversitarios post clases, días sábado enteros reproduciendo contenido, ensayos PSU dos veces por semana, familias endeudada, pues no basta simplemente con lo que enseñan en el colegio, necesitan más “herramientas” para rendir esta prueba, pues “el colegio es malo”. Sin duda, hay algo más que simple medición: acá hay mercado.
La PSU va ligada con una cuestión económica, eso es innegable. De ahí la aseveración que hay mercado tras este paso previo para entrar a la universidad o institutos profesionales: Pago de mensualidades que pocas veces aseguran el ingreso a la carrera deseada o al plantel universitario soñado. Nuevamente, la discusión de fondo se suprime. Hay que ser claros, este proceso no asegura cumplir sueños, no tiene nada de democrático, sino más bien segrega y suprime lo que se quiso vender en aquel “Preu”. La PSU revela lo que muchos ya huelen, la precaria educación que hoy vivimos.La discusión de fondo, es decir, la segregación, la estandarización, una educación pública precaria, brecha entre colegios particulares y municipales, pasa a un segundo plano.
La discusión de fondo, es decir, la segregación, la estandarización, una educación pública precaria, brecha entre colegios particulares y municipales, pasa a un segundo plano. Es evidente, para los poderosos que controlan la educación y los medios de comunicación, no es tema. El problema es de otros, es algo “común” o hablan de la desigualdad, como si ellos la vivieran. Sin duda, hay intereses en juego.
Muchos no comprenden por qué continúan las movilizaciones estudiantiles, otros poseen más claridad y no olvidan esta medición, pues también aporta a la explicación del porqué, pues comprendemos que nosotros, los explotados, quienes vivimos la segregación, la desigualdad, entendemos que este proceso NO ES DEMOCRÁTICO, no mide nuestras habilidades, sino cuánto somos capaces de memorizar. Ese sueño que tenemos, se vende; termina cuando se abre la página de resultados y se refleja lo que presentíamos: esta educación no permite desarrollarse según nuestros intereses y deseos. La PSU está porque otros la necesitan, no porque el pueblo la desee.
Por lo tanto, el desafío ya no es solamente gratuidad para quienes salimos a las calles porque estamos contra esta educación, sino también QUEREMOS TRANSFORMAR LA EDUCACIÓN y el mal entendido concepto de evaluación. Ese que hace vomitar por la mañana a miles de estudiantes que se enfrenta a esta prueba; ese que niega nuestros intereses, pues no están dentro de las carreras rentables; ese que no nos permite soñar ni construir nuestra educación; ese que simplemente nos recuerda que somos los que miramos desde el margen, cómo otros potencian este mercado educativo.
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