Hace unos días un amigo me comentó, medio en broma medio enserio, que nuestra profesión (Profesores de Religión y Filosofía) era ‘marginal’. El comentario venía porque no estábamos incluidos en la conocida prueba INICIA. Ésta evaluación tiene como principal objetivo asegurar una calidad de excelencia por medio de la presencia de profesores que sepan sus temas particulares de manera óptima. En la página de mi Universidad encontré el link para poder inscribirse y dar la prueba. Pensé: veamos cómo estamos en los conocimientos mínimos del área de Teología, Filosofía y Educación. Para mi sorpresa, y recordando las palabras de mi amigo, no figurábamos como candidatos para rendir la INICIA. Pensé que quizás había algún error, pero luego confirmé mi sospecha: la prueba INICIA no sería aplicada a los “Perre-efes” (i).
¿Por qué los educadores de la fe y los que enseñamos a pensar por medio de las categorías filosóficas, que en comunión con la fe dan sustento a una comprensión más integral del mundo, no somos considerados en una evaluación que mide calidad?
Hoy, reflexionando sobre la actual situación de nuestra área de formación, pienso que para el Estado no somos agentes productores. En una columna anterior sostenía siguiendo los planteamientos de Paulo Freire, que la actual sociedad de mercado favorecía a aquellas áreas educativas que representaban lo que él denominaba la “educación bancaria”, que se oponía diametralmente a la “educación liberadora, problematizadora o dialogante” (ver columna anterior)
¿Por qué los educadores de la fe y los que enseñamos a pensar por medio de las categorías filosóficas, que en comunión con la fe dan sustento a una comprensión más integral del mundo, no somos considerados en una evaluación que mide calidad? Alguna vez escuché de una docente de Ciencias, que nosotros podíamos hablar una hora sin cansarnos. Puede ser, pero también es cierto que debemos estudiar cinco años, en el caso de la UC del Maule, para poder entregar un buen resultado en nuestra tarea pedagógica. Pareciera ser que somos sujetos invisibles al sistema o estamos ahí, pero no somos considerados.
Creo que la profecía de Freire no está muy lejos de la realidad. Continúa triunfando la alienación economicista, de la competencia. Pero ¿no es más competente una persona que recibe una educación reflexiva y que le invite a ser crítico con su propia historia? Esa misma historia no es la mera repetición de fórmulas, sino que es el trabajo de recrear ideas. Siento también que los cambios no sólo deben venir desde afuera, sino que deben nacer desde las bases como comúnmente se dice. Desde dentro vamos a ir generando progresivamente procesos novedosos que posicionen a la educación religiosa y filosófica en el lugar que les corresponde.
Tenemos, finalmente, una característica que es nuestra identidad: Somos utópicos. Soñamos con una nueva sociedad más justa, equitativa e inclusiva. Educamos en distintos niveles, pero el mensaje es uno y el mismo: el hombre y la mujer nuevos, el mundo nuevo y la tierra nueva son un proyecto vigente y radical. Quizás esta vez no fuimos considerados en la INICIA, pero sí sabemos que se está INICIAndo algo potente cada vez que compartimos nuestros humildes conocimientos con niños, jóvenes y adultos.
Quizás a la INICIA le falta todavía entenderse como INICIO de algo nuevo.
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Imagen: gomeranoticias
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solopol
En mi caso personal, no soy religioso ni particularmente creyente, pero entiendo tu posición. Tengo una profesión artística que no sale en mi carnet de identidad, pese a que la declaré. Pienso, tal como dices, que el estado no nos considera sujetos «productivos». Habría que ver, también, qué es productivo. Porque los practicantes de muchas profesiones refriegan mucho el tema de su productividad, pero no producen nada. En nuestro país, en concreto, las ciencias y la innovación tecnológica, o simplemente, «técnica», brillan por su ausencia. Pero en la economía, en general, tampoco se da eso con mucha claridad. Hay muchas ocupaciones, por ejemplo, que dificilmente puede decirse que sean productivas. Investigar la opinión de mercado, o dedicarse a la publicidad, no me parecen las cosas más productivas del mundo. Tampoco transar valores en una bolsa. Creo en la empresa y en la propiedad privada (como si dijera, creo en dios padre y su único hijo), pero en lo que no creo, es en el aire. Y hay mucho de aire en la economía, por lo mismo las crisis se llaman «burbujas». Saludos