Estimado(a) postulante a pedagogía:
Si eres uno(a) de los miles de jóvenes egresados de cuarto medio, que están considerando en estos días postular a una carrera de pedagogía, me interesa compartir contigo algunas ideas.
Hace unos años me tocó dar, a un grupo de gerentes regionales de una importante empresa de telecomunicaciones del país, una conferencia sobre las oportunidades que las tecnologías digitales podían tener en educación. La mayoría de los asistentes eran de profesión ingenieros comerciales, civiles industriales o informáticos. Al finalizar mi presentación, se me acercó el Gerente General, me felicitó y me preguntó si yo era ingeniero. No, le contesté, soy profesor. Mi interlocutor se quedó sorprendido y me respondió: “qué lejos has llegado”.
La anécdota revela el desconocimiento que muchos tienen acerca de la profesión del educador, de sus alcances y de lo lejos que se puede llegar en este oficio.
Los que escogemos esta profesión, lo hacemos porque nos apasiona el oficio de la enseñanza, porque nos motiva diseñar y gestionar ambientes de aprendizaje que cambian vidas y provocan, a su vez, cambios en las nuestras.
Esta vocación está íntimamente ligada a la convicción de que no hay límites para el desarrollo de las competencias de cada persona. Si no estás convencido de que todos tus futuros estudiantes podrán desarrollar al máximo su potencial, te pido que reconsideres seriamente tu elección vocacional.
Los que decidimos estudiar pedagogía estamos conscientes de que nuestro éxito profesional no estará asimilado a los indicadores con los que el mercado tradicional mide los logros laborales. No habrá muchos ascensos, bonos de producción ni incentivos por ventas. Los mejores profesores estarán gran parte de sus carreras trabajando en un aula. Esto no ocurrirá por falta de oportunidades, sino porque el desempeño en la sala de clases es lo que les apasiona y los motiva a diario.
Los reconocimientos vendrán por otros caminos. Si te toca ser profesor(a) de primer año, cada vez que alguno de tus alumnos y alumnas comience a leer y escribir, tendrás un bono especialmente inolvidable relacionado con la satisfacción profesional y personal. Mientras más te cueste encontrar la estrategia didáctica que provoque este aprendizaje fundamental, más alta será esta recompensa.
Pero si te importan más los bonos que se reflejan en tu cuenta corriente, creo que debes revisar seriamente tu decisión de estudios superiores. No te confundas. Yo estoy convencido de que los profesores, especialmente los buenos, deben recibir un mejor salario e incentivos económicos adecuados. Pero si esperas que esto se resuelva mientras estudias pedagogía, me temo que te vas a decepcionar profundamente cuando recibas tu primer salario.
La pasión que acompaña a los educadores, se relaciona con la vocación por aprender. En esta profesión, la formación nunca termina. El conocimiento pedagógico varía y se enriquece periódicamente y no se adquiere solo a través de los postítulos y postgrados, sino que en el análisis y reflexión que tendrás que realizar, cada vez que una experiencia en el aula te resulte o te fracase.
Es más, mucho de lo que vas a escuchar y aprender en estos próximos cinco años, va a quedar obsoleto cuando egreses y te encuentres con que las teorías del aprendizaje ya no explican la forma como aprenden los estudiantes. El marco curricular (que define qué es lo que deben aprender los alumnos) va a cambiar y los recursos para el aprendizaje se van a diversificar. La buena noticia es que si escoges una buena casa de estudios, te vas a preparar para aprender y que de ti dependerá mantenerte vigente y actualizado cuando egreses de la educación superior.
Chile necesita buenos estudiantes de pedagogía, que exijan calidad y vigencia a sus facultades de educación, que se involucren activamente en los debates nacionales acerca de las políticas educacionales, que dignifiquen esta profesión desde el mismo día en que decidieron optar por este camino de desarrollo profesional. Si esto te motiva, no dudes en marcar pedagogía como primera opción en tu postulación a la universidad.
Al Gerente General, de la anécdota con la que inicié este post, le respondí: “claro que he llegado lejos, soy profesor… puedo llegar hasta donde quiera”.
No estoy seguro de si lo convencí. Pero te puedo asegurar que los buenos profesores, es decir, aquellos que no olvidan las convicciones fundamentales que los llevaron a esta profesión, saben que pueden llegar adonde quieran con las herramientas y recursos que sus habilidades pedagógicas les entregan.
Este video homenaje a los docentes que laboran en la educación pública, demuestra hasta dónde puede llegar el efecto de los buenos profesores:
¿Alguna recomendación adicional para los futuros estudiantes de pedagogía?
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Foto: RayEdu / Licencia CC
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