En Chile la mayoría de la gente no puede elegir donde estudiarán sus hijos por falta de recursos o por falta de buenas opciones.
Asumiendo que en Chile la educación pública es parte de la oferta educativa del mercado, asumiendo también que ésta no es gratuita, que es pagada por todos a través de los impuestos, analicemos qué pasa con las variable precio- calidad, reconociendo que este producto, nos guste o no, igual lo estamos comprando.
En términos globales la situación es clara:
1. El precio es bajo, si se compara la subvención del Estado por alumno con los valores que cobran los colegios particulares pagados. Pasa lo mismo si se compara el monto que invierte el país en educación con lo que invierten países de la OCDE en sus sistemas educativos.
2. La calidad es baja, considerando los resultados de sus estudiantes frente a pruebas nacionales e internacionales.
3. La calidad es similar a la oferta del mercado, asumiendo que es el capital cultural de los alumnos el factor que podría determinar la diferencia de resultados entre escuelas públicas con colegios privados (Este es un punto que puede ser discutible y que queda abierto al debate)
De esta manera se podría concluir que:
A. La inversión es razonable ya que el gasto por alumno es bajo, pero es similar al gasto de otros establecimientos de baja calidad.
B. La inversión es baja, siendo esto una oportunidad, ya que la calidad educativa de establecimientos públicos es similar a la calidad de colegios privados con mejores resultados, atribuyendo a factores extraescolares (nivel socioeconómico familiar y capital cultural de sus educando) la diferencia de resultados.
C. A y B.
Al respecto, si bien se puede justificar la opción bajo costo / baja calidad, este argumento sólo es válido cuando la persona que recibe el producto puede decidir si lo quiere o si prefiere cambiarlo por algo mejor, asumiendo los costos de su opción. El caso es que éste no es el caso. En Chile la mayoría de la gente no puede elegir donde estudiarán sus hijos por falta de recursos o por falta de buenas opciones.
Además, la educación no es cualquier producto ya que, cuando es de mala calidad, no se puede llegar y cambiar, ni menos se puede pedir la devolución del dinero. Cuando se elige una escuela o colegio, se juega una opción por lo menos por un año completo, y si bien al año siguiente se puede elegir otro establecimiento, el tiempo invertido no se puede recuperar.
Por otro lado, si bien es posible asumir que la educación pública es barata, argumentando que la calidad de ésta es similar a la calidad de escuelas particulares y que las diferencias de resultados está relacionado con las oportunidades que reciben los niños en sus casas, esto deja de ser cierto cuando vivimos en un sistema segregado donde la elección de un establecimiento conlleva la elección de una red de contactos que, al menos en este país, puede ser más relevante que el conocimiento a la hora de buscar trabajo.
En síntesis, la educación pública chilena es barata, siendo esto una gran desventaja para quien no puede elegir porque no puede pagar.
Es justamente esta obviedad lo que hay que cambiar. Nada se saca con subir el aporte del Estado si esto se hace después de que han subido los precios del mercado.
Conclusión: o se duplica el aporte del estado o se regula el mercado de colegios privados (o las dos).
Comentarios
25 de junio
me parece muy interesante la mirada propuesta por felipe del real. agradezco que personas como el nos sigan ayudando a abrir los ojos y mirar, esta herida nacional que es la educacion, con profundidad. gracias felipe del real.
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