Un nuevo resultado del SIMCE y la prensa hace su trabajo, en línea con las autoridades, para instalar en la opinión pública que la calidad de una escuela está amarrada inexorablemente a sus puntajes. Los semáforos se encienden nuevamente y algunos rojos pasan a amarillo, algunos amarillos pasan a verde y algunos pocos verdes se mantienen verde. Aunque el panorama nacional sigue siendo rojo amarillo, hay una tenue modificación en la relación entre los colores.
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iedusal
Acabo de asistir a una conferencia internacional de educación donde investigadores de la Universidad Católica presentaron un trabajo sobre los usos y efectos negativos y positivos de la evaluación docente en las escuelas públicas. La presentación estaba limitada a las percepciones de directores y jefes de UTP, pero los investigadores señalaron que pronto habrán resultados con las percepciones de los profesores. Se hablan de efectos positivos y negativos. Entre los negativos están sentimientos de ansiedad y estres, y sobrecarga de trabajo debido al proceso de evaluación. Los efectos positivos incluyen un incremento de la colaboración entre los profesores, y reflexión interna en las escuelas en base a los resultados de la evaluación. Supongo que el ambiente escolar se ve influenciado igualmente por el SIMCE, aunque quizás el estrés esta vez también recae en los estudiantes.
Creo que por lógica uno debiese esperar que el curriculum se transforme en algo limitado a lo que es el SIMCE, perdiendo de vista los otros procesos importantes que ocurren en las escuelas.
Saludos.
oinotna
Para mi gusto el SIMCE es un elemento deformador del proceso educativo.
jinzunza
Estimado Patricio, efectivamente tu intuición va en el sentido de lo que muestran las escuelas, el SIMCE no sólo afecta la rutina, sino que ha cambiado prácticas concretas. Sólo un ejemplo cuando la Jornada Escolar Completa se instaló en su largo proceso de incorporación de escuelas y liceos, se sostuvo que el bajo el slogan de «más tiempo para parayores aprendizajes» significaría que se podría ampliar la diversificación curricular, pudiéndose incorporar formalmente talleres (como ya lo había intentado ACLES, Actividades Curriculares de LLibre Elección). El problema se suscitó cuando se comenzo a aumentar la presión por el SIMCE, presión que ha ido en aumento hasta nuestros días, y las escuelas estratégicamente han preferido dar «más tiempo» al aprendizaje de matemáticas y lenguaje, asfixiando las otras áreas curriculares. Un buen puntaje SIMCE no asegura una formación integral en nuestras escuelas. Esto es lo que nuestros estudiantes secundarios denunciaron una y otra vez en las movilizaciones del 2006, y poco se les escuchó. Saludos y muchas gracias por tu columna.