Las instituciones locales o centrales, a las cuales se les atribuye la responsabilidad de ser gestoras de la educación, deben ser meras estructuras que sean soportes de las escuelas y liceos públicos, debido a que la Gestión está en manos de los Equipos Directivos de cada establecimiento educativo. Discutir sobre la desmunicipalización buscando instituciones con mayor autonomía y más especializadas es positivo, pero hay factores más urgentes. De aquí nace la necesidad de formar Directores de Excelencia y la preocupación por la Calidad de los Profesores, porque afortunadamente logramos enfocarnos en aquellos que están más próximos al estudiante: centro de nuestra educación.
Es preocupante el tema educativo debido a la segregación, al lucro, a los pésimos resultados en mediciones internacionales, pero la esencia del problema es que no se está logrando cumplir con el artículo número dos de la Ley General de Educación, que enuncia que la finalidad de la educación es lograr en los educandos un “desarrollo espiritual, ético, moral, afectivo, intelectual, artístico y físico, mediante la transmisión y el cultivo de valores, conocimientos y destrezas” (LGE, 2009) Por ende, no tenemos escuelas y liceos eficaces que logren cumplir esta finalidad, por deficientes gestiones del establecimiento educativo y, yendo más allá, debido a las incidencias del paradigma económico imperante en nuestro sistema educacional.
Este Paradigma Económico llega junto a la dictadura liderada por Augusto Pinochet, fija sus líneas de acción basándose en pensamientos que se ven reflejados en el documento ”El Ladrillo: Bases de la Política Económica del Gobierno Militar Chileno”, obra referente de Sergio de Castro quien fue Ministro de Hacienda y Economía en dicho régimen autoritario. Aquí se expresan las pautas de un sistema económico de libre mercado que sería fuertemente aplicado en nuestro país, implementado principalmente por los “Chicago Boys”, grupo de economistas liberales que estudiaron en la Universidad de Chicago y fueron influenciados por Milton Friedman, fundador de la Escuela de Economía de la misma institución.
El reflejo de este paradigma en la educación se ve reflejado en el cumplir con las reglas del mercado donde el cliente elige según sus distinciones, en este caso, los padres eligen el colegio según sus preferencias, de este modo el niño será matriculado en un colegio llevando consigo un “cupón”, las instituciones reciben un subsidio por estudiante. Con este mecanismo, denominado sistema de “voucher”, se promueve la competencia en establecimientos con financiamiento fiscal, que corresponde a los particulares subvencionados y a los municipales. Así se hace presente el liberalismo en educación, será el mercado el que entregará las alternativas de oferta educativa y “calidad”, ayudado por este subsidio a la demanda.
Dentro del libre mercado es importante mantener informado a los clientes para su libre elección, de este modo el sistema de subvención educacional chileno se protege o justifica en esta libertad, que en este caso se entrega a las familias para que elijan el establecimiento, por ende, si seguimos la lógica de este paradigma económico, se debe proveer información a dichas familias. Por esto último, en 1988 se implementó el Sistema de Medición de la Calidad de la Educación (SIMCE) con el objetivo de obtener y proveer información sobre el rendimiento escolar de los alumnos. Entre paréntesis, enunciar que otro conflicto que surge es que si se mide «calidad de la educación», no es coherente si no se consideran elementos morales, afectivos, espirituales, artísticos o físicos, como se pretende según el articulo dos de la LGE enunciada al comienzo, si no se piensa ni considera en la autonomía racional que debemos lograr en los estudiantes, ni en el desarrollo personal y social… Es confuso por no utilizar otro concepto… «Exijo una explicación», como diría un grande.
También se hace presente el libre mercado en la política de desregulación, en la sencilla y rápida capacidad de ser propietario de un colegio, con la estrategia de captar estudiantes, porque de este modo, logras captar dinero.
Entonces, ¿Cómo determina la labor en la sala de clases este paradigma económico? Para ordenar la respuesta a esta pregunta, avanzaremos punto por punto:
Dentro del libre mercado es importante mantener informado a los clientes para su libre elección, de este modo el sistema de subvención educacional chileno se protege o justifica en esta libertad, que en este caso se entrega a las familias para que elijan el establecimiento, por ende, si seguimos la lógica de este paradigma económico, se debe proveer información a dichas familias.
– Debido al sistema de “voucher”, donde si no existe el número suficiente de estudiantes la institución educativa desaparece, se genera la enorme necesidad de cumplir con cierto número de estudiantes por sala de clases. Esto provoca una educación menos individualizada. Una educación con menos estudiantes por profesor, será poco viable.
– Se verá un profesor altamente condicionado por el mercado. Los incentivos son económicos y se basan en resultados, o nivel de “producción”, un sueldo más alto dependerá de los logros como profesor, logros que para este sistema refiere a mejor puntaje SIMCE.
– Por otro lado, continuando con lo anterior, malos resultados provocarán mal puntaje en la información que será entregada a las familias, por consiguiente habrá menos demanda. Y baja demanda en educación finalmente equivale a escasos recursos, esto también condicionará a los equipos directivos. Se seleccionará a los «mejores» y expulsará a los «peores» para mantener buenos resultados y ser más demandados.
– Desaparece el rol formativo de las instituciones educativas, predominando la instrucción, el entrenamiento para lograr los resultados esperados. Esto provoca que la formación integral pase a segundo plano De este modo difícilmente se cumplirá el objetivo de la educación planteado, de manera cínica, en la LGE.
Sólo pretendo manifestar que este sistema trae como consecuencia «des-humanizarnos», trae consigo individualismo, materialismo, desorientación en las personas debido a que difícilmente esta educación nos ayudará a descubrir quiénes somos y qué queremos hacer con nuestras vidas. Son las siniestras incidencias del paradigma económico imperante.
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ClaudioJR
Estimado Abraham, usted tiene hijos… mi rencor y convicción por escribir textos como estos serán mayores cuando yo también los tenga. Sigamos a paso firme aportando con una verdadera educación. Gracias por reforzar esta columna.
Abraham Escobar Plaza
Le encuentro toda la razón profesor. Porque tengo hijos estudiando y porque trabajo en una institución de educación, puedo comprobar como cierto cada uno de los tópicos que usted menciona. Es preocupante mirar el futuro de nuestra educación con un sistema tan enquistado como el que tenemos, donde predominan los aspectos comerciales por sobre los formativos, como era antes.