Quiero poner sobre la mesa un argumento que puede servir de base para el gran debate educacional que se produce en nuestro país: el sustento histórico antes de 1973 de algunos personajes destacados para afirmar que una educación gratuita y de acceso universal es posible.
Son tiempos de independencia. Luego de la ocupación española de tres años, el período o’higginista (1817 – 1823) propone el método lancasteriano: el más aventajado le enseña al que sabe menos. Sin embargo no hay mayores preocupaciones por quién accede y quién no. José Zapiola en su libro Recuerdos de Treinta Años, señala que en ese entonces la educación es elitista y cara, segmentada para los hijos más pobres de la República, en escuelas muy escasas y con castigos tan fuertes como los azotes.
Por allá por la década de 1840, José Victorino Lastarria planteaba que la educación debía ser mixta, pública, gratuita y de acceso universal en una sociedad conservadora y católica confesional. Presentó el primer proyecto de Instrucción Primaria, donde establecía que al profesor se le regalaba una medalla grabada en oro a los ocho años de servicio que decía “La nación a Don… premio a la constancia por la difusión de las luces”. Señalaba que “los ciudadanos chilenos han reputado como una herejía la idea de que la instrucción primaria pudiese ser retribuida" (pagada). Si no le alcanzan los recursos, disminúyanse los gastos de lujo que se hace, los gastos que no son de primer orden”.
La libertad de enseñanza es un principio consagrado en la Constitución a partir de 1925. Alessandri, quien apeló a su “chusma querida” e Ibáñez en el empeño de crear “un nuevo Chile” consolidaron un modelo que, si bien tendió a fortalecer la educación pública, no hicieron nada por crear un modelo educacional para gente como la que lee esta columna.
Pedro Aguirre Cerda es recordado por el ahínco que puso en el tema educacional y el interés en las masas populares. Además de poner como pilar de gobierno la gratuidad en el acceso en todos sus niveles hasta la universidad y la protección del Estado a los escolares más necesitados, en 1939 nos decía que "para que la enseñanza pueda cumplir su misión social es necesario que sea gratuita, a fin de que todos los niños puedan beneficiarse; única, en el sentido de que todas las clases chilenas unifiquen su pensamiento y su acción dentro de las mismas aulas escolares; obligatoria, pues es deber del Estado dar a todos los miembros de la sociedad el mínimo de preparación".
En los años ’60, Eduardo Frei Montalva no sólo proponía un nuevo modelo de desarrollo basado en los principios del humanismo cristiano, sino que una reforma que combinaba elementos de conocimiento, culturales, económicos y políticos en un planeamiento integral; así como el mejoramiento en infraestructura, reestructuración de la malla curricular, una Junta Nacional de Auxilio Escolar, la nacionalización administrativa, entre otras. Todo con el fin de garantizar que el estudiante se mantuviera en la escuela independientemente de su nivel socioeconómico.
Más tarde, Salvador Allende propondría medidas tales como descentralización administrativa, educación estatal y particular bajo la coordinación o autoridad del Ministerio con un presupuesto nacional del 20%, en todos sus niveles gratuita (en caso contrario, si era privada se subvencionaba con montos altos).
Después de 1973 se nos enseñó que existían chilenos de primera y chilenos de segunda: los que pueden pagar por salud y educación que se agrupen en un montón aparte y que con ellos se avance al desarrollo. Los demás que nos juntemos lo más lejos posible detrás de una muralla, donde no se nos vea.
Pensar en lo que he planteado aquí no es un delirio de un señero columnista, sino que es el sentir de una historia que confirma que las demandas estudiantiles son firmes. Luchar por una educación que no mire nuestro bolsillo sino cuán capaces somos debe ser la premisa y el principio rector del sistema educacional chileno. Todo esto nace de la indignación de cientos de miles de personas a las cuales debe darse satisfactoria respuesta para no seguir en la lógica de una educación cara, segmentada en clases y de la cual todos se aprovechan. Ganan millones a costa de nuestro trabajo y esfuerzo. Ya es hora de cambiar esta situación.
Es de esperar que los conservadores no nos ganen nuevamente la partida.
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Foto: Memoria Chilena
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Miguel Ángel Soto Cerda
Que lamentable es leer la historia y expresar que existe una mirada de odio o resentimiento frente a una verdad que es innegable. Bajo la premisa, de la amnesia histórica de la educación, es muy poco lo que se puede hacer. Los invito a informarse de el antes y después de la educación chilena, antes y después del golpe de estado, más de una sorpresa encontrarán. Es importante la APERTURA de mente frente al registro histórico, que sin lugar a dudas, no es una opinión.
fernando rodr
ojala fuera un comentario o informacion sin resentimiento, al leer esto se nota que el que la escribio es un resentido y no es de fiar la info ya que es mirada desde el corazon y no de el cerebro. fome