un ejercicio de improvisación frente a la disminución de los estudiantes por curso, percibe a su vez la disminución de los estudiantes por curso como una amenaza, en este caso a la rentabilidad económica del centro educativo
El año 2007, en Santa Cruz, Bolivia, Boaventura de Sousa Santos diagnostica tiempos de paradojas. Señala, por un lado, “existe un sentimiento de urgencia, de que es necesario hacer algo… ante desigualdades sociales tan intensas… ante la creatividad destructiva del capitalismo”. Por el otro, “hay un sentimiento casi opuesto, el sentimiento de que las transformaciones que necesitamos son de largo plazo, son civilizacionales. Es decir, de que no es posible cambiar todo ahora, porque para ello no basta tomar el poder; es necesario transformar este Estado moderno”.
Sobre la base de un diagnóstico crítico que desnuda la crueldad de la administración neoliberal, en el caso de Chile especialmente, existe una sensación de oposición cuando se busca acabar con las desigualdades. El autor distingue que, junto a una distinción no muy clara entre el corto y largo plazo, no existe claridad cuando se hace referencia a instrumentos de lucha política.
Ejemplifica en las confusiones que generan tanto los conceptos como experiencias históricas ligadas a la reforma/revolución, el desborde de la palabra reforma, así como la reducción del ámbito revolucionario que plantean ciertas transformaciones.
En medio de esta confusión puramente política, se encuentra la manoseada reforma educativa de Bachelet al mando de su ministro Nicolás Eyzaguirre. Tropezar en la planificación con medidas a corto, mediano y largo plazo, termina errando más gravemente cuando no se sabe o se manipula el ámbito propio de lo que corresponde a lo reformista, cuando el peso de las modificaciones se levantan desde el ámbito revolucionario.
En medio de esta confusión, esta propuesta invita a concentrarse en algo que en este enredo ha quedado sin atención. El ojo puesto en los colegios subvencionados de copago, el carácter intocable (que no es lo mismo que descuidado) de los particulares y la fijación por los pocos liceos de excelencia, dejan de lado el motivo principal de los cambios en todos los plazos, con una urgencia revolucionaria: Los establecimientos municipales que no son de excelencia; las escuelas de educación básica.
Es invisible el trato indigno que reciben estos establecimientos: la causa de su lenta agonía se debe precisamente al “voucher” por estudiante. La opinión pública se ha llenado la boca hablando de subvención, pero la atención se ha centrado en los beneficiados, no en los afectados, que son precisamente los pobladores y pobladoras que ven cómo, año a año, la estabilidad educativa de sus niños y niñas se ve amenazada por una planificación anual, de la mano de la administración municipal, que se ha caracterizado por la corrupción y la paupérrima administración de su educación.
Quedó claro que lo municipal volverá al Ministerio de Educación, al largo plazo, está claro que se buscará potenciar liceos de excelencia. Pero, ¿Qué sucede con el resto de los establecimientos municipales y esta sensación de urgencia por acabar ya con la baja de matrículas y el trato economicista? El financiamiento por estudiante, la dependencia de un presupuesto municipal de carácter anual que no se toque, mientras se da una rotativa y una disminución de los estudiantes.
No obstante, se plantea en esta oportunidad una propuesta que abarque el corto y mediano plazo, para los establecimientos que, en medio de estas paradojas y confusiones, ayude a mantener una salud educativa en establecimientos marcados por la incertidumbre, el abandono y la sobrevivencia de proyectos educativos que año a año se ven amenazados por la fuga de estudiantes y el criterio municipal para seguir en “funcionamiento”.
La propuesta se basa en el análisis y crítica del Plan de Desarrollo Educacional Municipal (PADEM) de la municipalidad de Valparaíso (como en el resto de las municipalidades) durante los años 2012 y 2013.
Lo que llama especialmente la atención en los PADEM es la elaboración de un análisis FODA de la educación municipal. Esta herramienta consiste en una tabla donde se exponen las fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas de la educación municipal. Es así que la “disminución de la tasa de natalidad en la comuna”, la “migración de los alumnos del sistema municipal al Particular Subvencionado” y la “movilidad social” (PADEM VALPO 2012; p 54) son amenazas oficiales detectadas en este informe.
Estos documentos, así como el lenguaje sociopolítico de los últimos 6 años especialmente, se han dedicado a hablar de “educación de calidad”, “calidad en educación” manoseándose el factor “calidad” como si pudiera poseer por sí mismo, una buena calidad en educación.
Es así que estos informes se hacen cargo de esta consigna, afirmando el documento PADEM del 2012, “apunta al tema más fundamental de la discusión educacional de hoy en nuestro país, como lo es la calidad de la educación” (PADEM 2012; p 5).
En el PADEM del 2013, por su parte, se declara que “todas las metas y acciones del PADEM 2013 apuntan al objetivo implícito del Mejoramiento de la calidad de la educación, entendida ésta como la posibilidad real de avanzar decididamente hacia la igualdad de oportunidades para nuestros alumnos más vulnerables” (PADEM 2013, p 7).
¿Cuál es la paradoja en todo este escenario? El abandono por parte de la autoridad municipal y estatal de su responsabilidad en la baja en las matrículas ha visto la administración de las escuelas con una mirada economicista y no pedagógica. ¿Por qué economicista y no pedagógica? Por un lado, la continuidad o término de programas educativos, depende de la cantidad de ingresos que tengan las escuelas en función del número de estudiantes. La ausencia de un pensamiento pedagógico está dado principalmente por el carácter cortoplacista que tiene la administración municipal. Dependiendo su continuación de un año para otro, existe la arbitrariedad suficiente como para acabar con proyectos de mejoramiento de mediano plazo, como el caso de la ley SEP que se proyecta a 4 o más años.
La segunda ausencia de criterios pedagógicos (y por ende una ausencia de un trabajo en favor de una educación de buena calidad), y la más grave, es la referente al abandono de la situación que significa menos estudiantes por sala de clases. El sentido común asocia el número de estudiantes por curso a un factor que fortalece la calidad en educación. Es común la imagen a modo de publicidad, donde una de las estrategias clave es considerar cursos pequeños, asegurando una educación personalizada. Sin embargo, la consideración del número de estudiantes por curso está atravesada por un complejo escenario donde consideraciones económicas, políticas y sociales problematizan la forma en cómo se ve esta variable, más allá de lo superficial que resulta un mensaje rápido que habla de un número reducido de estudiantes por curso.
Investigaciones e iniciativas políticas en países como Canadá, Estados Unidos, Suecia y Nueva Zelanda entre otros, reconocen los beneficios que supone implementar programas complejos para llevar a cabo una estrategia que concrete la reducción del tamaño de los cursos (smaller class size). Desde este punto de vista, la disminución de la cantidad de estudiantes por curso se desarrolla sobre la base de una iniciativa institucionalizada, que apuesta su gestión en mejorar la calidad de la educación. Lo anterior entonces ve la disminución de estudiantes por curso como una oportunidad.
Existe en la realidad local la sensación de amenaza al momento de pensar en la cantidad de estudiantes por curso. Esta visión se desarrolla al momento de ausentarse una estrategia clara de gestión en cuanto a la matrícula. El número de estudiantes por curso se convierte en amenaza cuando no existen estrategias claras que desde la bibliografía se asocian a decisiones tomadas desde los legisladores.
Si habláramos de una gestión municipal preocupada por la educación de calidad, tendríamos la gran posibilidad “natural” de una disminución de los estudiantes que significaría el primer paso para generar mejoras en el desempeño de ellos, junto con mejoras en las condiciones de los trabajadores asociados a la educación.
Por otra parte, hacerse cargo de proyectos con menos estudiantes por aula, supone una planificación seria que considere una proyección de muchos años para vigilar el avance de los nuevos estudiantes; una opción que sin duda estabiliza el carácter cortoplacista que tiene la educación hoy, donde arbitrariamente se ve la continuidad o cierre de un establecimiento de un año para otro.
Es así que la invitación, entonces, es a visibilizar nuevas formas de pensar la educación de calidad, otra forma de entender y apropiarse del concepto de educación pública, junto con una planificación prudente que no altere de un año para otro, proyectos pedagógicos de formación de pequeños estudiantes que cursan niveles claves para su posterior desarrollo. El llamado a terminar con una administración irresponsable de la educación municipal debe masificarse sobre la base de esta realidad que sí habla de educación de calidad, frente a la realidad nacional que atenta contra un factor clave en el logro de mejoras en el desempeño de la comunidad y concepto de educación pública que va quedando en Chile.
Es, entonces, que un crecimiento descontrolado de los estudiantes por curso se convierte en amenaza para generar logros en aprendizaje (en un acercamiento hacia la estrategia publicitaria asociada al sentido común). Por su parte, desde el complejo escenario del contexto político-social, una gestión del estudiantado que es más bien un ejercicio de improvisación frente a la disminución de los estudiantes por curso, percibe a su vez la disminución de los estudiantes por curso como una amenaza, en este caso a la rentabilidad económica del centro educativo.
El diagnóstico, crítica y propuesta que se han desarrollado en esta oportunidad, pretende aclarar un poco el panorama para no solo acabar con la serie de desaciertos públicos a cargo de los responsables de ver cómo se arregla el sistema educativo nacional. Plantea un compromiso por terminar con la agonía de los centros educativos vulnerables y abandonados. Significa pensar sinceramente en ofrecer una oportunidad de educación de calidad en lo que significa el presente histórico de esas realidades socio educativas, que están siendo afectadas por la actual administración municipal de la educación “pública” chilena.
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