#Educación

Mi hijo ya no está

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Abrí la puerta sigilosamente, como pensando en que él me sorprendería y desde su cama me daría una mirada como diciendo: ¡Entraste sin golpear!, pero nada, silencio, cerré y ya no tuve dónde ir.

Siento un vacío, siento..¿culpa? Sí, es verdad, realmente no…no sabía lo que le estaba pasando, lo notaba triste, alejado, cuando preguntaban solamente se me ocurría expresar lo típico…está en la edad del pavo, y risas, pero…no confiaba en mí? ¡Por qué tuve que enterarme de lo que sufría cuando…


El ciberbullying no estaba en los medios, no aparecía  y ni el Ministerio ni parlamentarios lo consideraban como un peligro, pero habían casos, muchos…pero lamentablente tuvo que ocurrir un suicidio, pero no en un colegio público, y el tema fue considerado.

Hoy me atreví un poco más, abrí la puerta y di unos pasos, pero no quise estar solo en su pieza, no quise que esa puerta se cerrara y notar que ya no está, que ya no estará…¡No pude! Salí de aquel cuarto y fui a encerrarme al mío, no quiero pensar, no quiero recordar!!

Mi vida ya no es lo mismo, ni lo será más…uno no le da importancia a lo que puede estar sucediendo, el día pasa tan rápido, el trabajo te consume, la casa te consume, pero olvidas lo esencial, el conversar, el comprender, el atesorar…

Uno lo veía lejano, era una noticia más entre tantas que ocurren, estuvo en los medios nacionales un tiempo, y se olvidó, pero no…no se había olvidado, era como un cáncer que había surgido y que estaba carcomiendo, apagando una vida, con dolor, con agonía, sin descanso, sin alegría, sin piedad.

Ahora entiendo el por qué de cuando llegaba a casa tampoco se le veía contento.

Un día lo noté muy afectado.
– Puedo? – dije mientras golpeaba
– Sí papá – Su voz se notaba extraña

Sus ojos vidriosos expresaban mucha pena, su celular estaba en el suelo.
– Hijo, qué te pasa? Algo en el colegio, te molesta alguien? Dime..
– No papá, es algo que debo solucionar yo, pero no te preocupes…ahora tengo que estudiar…
– Entiendo hijo, pero cualquier cosa me dices..no quiero verte triste o que algo te afecte, confía en mí
– Ok papá…

Y tomó un cuaderno como diciendo déjame solo por favor…

Esa fue la última vez que entré a su pieza.

Fue una llamada, una simple llamada, mi celular sonó y lo había perdido, mi hijo se había ido

Llegué y estaban sus amigos, desconsolados, se me nubló todo, corrí, y lo ví, trataron de detenerme pero lo abracé, estaba frío, ¡¡Estaba malditamente frío!! Aún con la soga que le había arrebatado la vida, su rostro evidenciaba una paz, ya no sufría, ya no lo hacían sufrir, su vida se había apagado, y la mía también…

– Lo molestaban harto, no tanto en el colegio, pero por Facebook, por Instagram lo tenían de casero…- Dijo sin preguntar uno de sus amigos pasado unos días
– Nosotros le dijimos que los denunciara a la profe y nos dijo que ya lo había hecho y que también lo había conversado con usted – Expresó otro mientras se secaba unas lágrimas.

Pude cerrar la puerta de su pieza y ahora estoy frente a su computador, entré con la clave que hace un tiempo le pedí que la escribiera en un papel y nos comprometimos a abrirla en caso de una emergencia.

– Pero papá, eso sí solamente en caso de una emergencia, no quiero que me espíes, no quiero que seas testigo de todas mis conquistas – sonrío mientras le colocaba cinta adhesiva al papel que luego me entregó y acordamos guardar en un sitio oculto, era nuestro secreto.

Lágrimas se deslizan por mi rostro, las dejo caer mientras leo esos mensajes, cada uno, los que dejaron heridas, los que extinguieron una vida, los que me quitaron a mi hijo.

La puerta está cerrada, solamente entra luz por la ventana, una tenue luz que me ilumina, estoy sentado en su cama, con sus cosas desparramadas en torno a mí, sosteniendo su celular que aún mantiene esa foto de cuando tenía 5 años y yo lo sostenía en brazos…lloro y lo extraño, lloro apretando su celular y recordando los mensajes que lo hicieron sufrir, lloro y lo peor, es que no tengo como recuperarlo, ya no está mi hijo, ya no está

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