Existe polémica respecto de si es legítimo o no que la hija del ministro Lavín pueda o no acceder a la beca de incentivo para estudiar pedagogía y respecto de aquello las opiniones han sido variopintas. Destaco la opinión de Cristóbal Orrego en una carta al director en Emol (http://xurl.es/yox25), quien trata de "reclamo hipócrita" el elaborado por quienes criticamos la posibilidad de que esa beca sea otorgada bajo estas condiciones. Al respecto quiero hacer unos comentarios.
Desde el punto de vista de la norma, de lo estrictamente jurídico, obviamente no hay objeciones, ni en lo literal ni en el espíritu de la aplicación de la ley: se obtuvo más de 600 puntos – se cumple con los requisitos – punto – se obtiene el beneficio. El problema comienza cuando revisamos moralmente la posibilidad del acceso a la beca, porque de alguna manera ya se había criticado que fuera un incentivo real a la vocación (lo que retomaré más abajo). Se cruzan dos problemáticas: si el criterio es solo el resultado de la PSU -lo que es cuestionable- como instrumento de evaluación que se extrapole a la vocación, finalmente ayuda justamente a quienes no necesitan ayuda. Por otro lado queda la sensación de que es un dispositivo creado a la medida de quienes son los beneficiados (en este caso se personaliza en la hija del ministro).
Hay innumerables restricciones en otras legislaciones respecto del nepotismo y al traspaso de privilegios de funcionarios públicos (a lo que la educación justamente debería apuntar). De hecho, la empresa privada en nuestro país impide la participación en concursos a familiares de trabajadores contratados. ¿Por qué no puede existir esas restricciones para nuestros servidores públicos quienes (en términos duros y en lo que se refiere al bolsillo) no se verían afectados?
Un argumento en contra que podría instalarse es que durante los gobiernos de la Concertación también se produjeron estas transmisiones de privilegios. Nada más falaz que empatar. En este momento se dio un cruce grosero entre becas de pedagogía y ministro de Educación; hay que regular en torno a lo que moralmente obliga sean quienes sean los que estén en posiciones de poder en el futuro.
Lo bueno de la polémica es que desnuda indirectamente otra falencia de la beca como incentivo. Y es que finalmente la beca no estimula el ingreso de los mejores a estudiar pedagogía. Lo que se debería espolear es el retorno que se daría con los ingresos en la vida laboral. En la disyuntiva que se produce entre no pagar durante 10 semestres de estudio y tener un ingreso mensual importante durante gran parte de la vida, se opta lógicamente por lo segundo. Realmente es en el retorno donde se encuentra un estímulo virtuoso.
La beca finalmente distorsiona, genera imágenes falsas de beneficio y permite vicios importantes como el nepotismo.
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Foto: Bichuas / Licencia CC
Comentarios
09 de enero
En el artículo se confunden aspectos que no tienen relación entre si: por una parte el diseño y objetivo de la beca y por otra el derecho o no a obtenerla. Respecto a los segundo, al ser los requisitos de acceso a la beca objetivos y no discrecionales (puntaje PSU) queda claro que cualquier postulante que cumpla con ellos tiene derecho no cuestionable a obtenerla. Tampoco se trata de nepotismo, ya que no se está favorienciendo mañosamente con un beneficio a uno (una en este caso) en desmedro de otro (u otra) con mayor mérito. La hija de Lavín obtuvo más de 600 puntos, el requisito objetivo, y no le está quitando la opción a nadie.
Sabemos además que los mejores puntajes son mayoritariamente obtenidos por alumnos de los sectores de mayores ingresos y con toda probabilidad, un porcentaje menor de los becados serán de los sectores de más bajos ingresos.Pero esto se sabía desde el inicio y es parte del diseño de la beca.
Separemos entonces el análisis del diseño y objetivos de la beca de los derechos de algún postulante en particular a obtenerla.
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09 de enero
El último comentario, si bien crítico y respetuoso, adolece de un problema que es tratar de separar técnicamente dos aspectos de una política pública que no es 100% objetivable. En ese sentido, argumentar sobre la aséptica mirada de que el diseño – objetivo -requisitos – obtención de la beca no tienen: 1º relación y 2º subjetividad, plantea una distancia clara con mi comentario que claramente señala la sospecha de que el diseño tiene un objetivo que no es público, cual es: transmisión de privilegios. Reconozco a todo evento que si es por sólo mirar los requisitos de la beca esta se cumple y si es sólo indagar en la superficie de los objetivos estos no apuntan al ingreso de los más desfavorecidos económicamente. El problema es que subcutáneamente las becas s entienden no sólo por su clave meritocrática, sino también por la necesidad de tenerla y si la están obteniendo quienes la crearon (y no la necesitan) entonces tiendo a pensar que el problema no es de la separación clínica de diseño y requisitos, sino el problema es ético y hay que resolverlo.
Respecto de las licencias en el estilo del comentario las concedo. Saludos.
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