A lo largo de estos años en Formando Chile hemos conocido muchos casos de estudiantes que han sido perjudicados por las diferentes problemáticas que se dan en el contexto donde viven y estudian. Varios de ellos se han acercado a nuestra casa de inserción para pedirnos una oportunidad, pidiendo apoyo para intentar dejar atrás algunos errores cometidos en el pasado. La mayor parte de las veces, cuando los escuchamos, somos capaces de entender que hay que hacer una reflexión profunda antes de juzgarlos o de tildarlos de “delincuentes”.
¿Por qué algunos jóvenes portan armas y en algunos casos las llevan a sus colegios? ¿Se sienten inseguros? ¿Han visto que en sus contextos que los problemas se solucionan con violencia? Sobre las agresiones físicas, ¿habrán sido víctimas de alguna agresión física en sus vidas? ¿En el barrio donde viven los problemas se solucionan dialogando?Me pregunto, si la educación es un derecho, ¿con qué derecho se la negamos a algunos? ¿Por qué nos tomamos la prerrogativa de cerrarles las puertas a niños y jóvenes que sólo piden a gritos que se las abramos?
Creemos que la justicia es algo que como sociedad tenemos que exigir antes de que ocurran hechos delictuales, y no entenderla solo como las penas a posteriori. ¿En qué barrios se están formando nuestros estudiantes? ¿Por qué un joven llega a delinquir? ¿Qué estamos haciendo para revertir esta situación? ¿Nos hacemos cargo de ellos o los apartamos de la sociedad para que no contagien de forma negativa a otros?
Son varias las interrogantes que me asaltan con respecto al proyecto Aula Segura. Si bien entiendo que la integridad de las comunidades educativas debe resguardarse, considero importante que este tipo de leyes sean producto de una reflexión pensada desde el territorio, donde se tome en cuenta la opinión de las familias y estudiantes.
Me pregunto, si la educación es un derecho, ¿con qué derecho se la negamos a algunos? ¿Por qué nos tomamos la prerrogativa de cerrarles las puertas a niños y jóvenes que sólo piden a gritos que se las abramos? Cuando un niño delinque, ¿qué porcentaje de la responsabilidad es de quienes deberíamos formarlos y en vez de eso los excluimos?
Como Formando Chile nos ponemos a disposición del Ministerio de Educación para colaborar con una mirada humana y desde la experiencia de 7 años insertos en una de las poblaciones más estigmatizadas de Chile, para contribuir a la construcción de un proyecto que reivindique el derecho de todos los niños de recibir una educación digna y de calidad y el de no ser apartados del sistema.
Comentarios
01 de octubre
El problema está mal planteado, probablemente no sea culpa tuya sino que es un mal enfoque en general, como es tipico de nuestra sociedad que tiende a disociar aspectos que siempre van juntos o que forman una sola cosa: no se puede apartar a alguien del sistema educativo, porque la educacion es un derecho y por tanto esa persona no puede dejar de recibirla. La palabra adecuada es reubicar, no excluir. Si tu tienes un alumno que se corta o se pica el brazo con un cuchillo, que se autolesiona, en clases, ¿que haces con el? Aunque lo que hace no es un delito ni una agresión contra otros, no puede estar allí por razones obvias. No puedes tener un niño que se corte los brazos en la clase porque los demás alumnos ven eso, cualquiera lo sabe. Cuando un alumno es violento con otros la situación es muy parecida, es un problema psicológico, no es para encerrarlo ni castigarlo pero no puede estar allí: porque además no es un problema de «autoridad» o de «rebeldia de los niños contra los adultos», sino un problema para los demás alumnos. Son los niños precisamente los más perjudicados, no los profesores ni el director. El problema está mal planteado porque la dicotomía es falsa (como es tipico en Chile), no se puede apartar o excluir a esa persona, dejarla sola, lo que se hace es reubicarla ya sea en otra sala o curso, o de colegio. Pero no «sale» del sistema porque no puede salir. Nunca una persona puede dejar de recibir lo que es un derecho.
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