Se entretuvo dentro de la habitación de los espejos con una moneda. Entre sus manos regordetas, la moneda se deslizaba para jugar a distorsionar sus formas y tamaños. Cuando esta se hacía gigante, sus ojos se hacían enormes y se dibujaba un anuncio de sonrisa en la comisura de sus labios. Puso la moneda sobre la uña de su pulgar derecho, y con fuerza la impulso para que girara. Brillaba en un giro en cámara lenta como dando latigazos al espacio oscuro. Crecía para luego hacerse pequeña. Si hubiera podido elegir, la hubiera dejado inmóvil en la posición en que ella era gigante.
Había entrado con la sola intención de imaginar su moneda crecer. Al salir de aquella habitación podría pensar en el poder de compra real. Residente diría que tal vez podría comprar una bala, ya que son más baratas que los condones, mientras algún Presidente diría que podría comprar educación, porque es un bien de consumo. Tal vez el mismo Presidente diría que no sólo es un bien de consumo, sino que un bien de inversión, porque podría entregar esa moneda a un empresario que podría formar un negocio educacional para que otros compren los bienes que se producen allí.
Consumir. Quizás cuando las autoridades hablan de consumo se refieren a la segunda acepción de la Real Academia Española: “Utilizar comestibles u otros bienes para satisfacer necesidades o deseos”. Sin embargo, no se puede ignorar la potencia de la primera acepción: “Destruir, extinguir”. Cuando se consume algo se destruye, algo se extingue, y no solo eso podemos deducir que podemos identificar a un agente que perpetra el acto de la destrucción o extinción.
Entonces, ¿qué sería consumir educación? He aquí una contradicción, ya que las filosofías detrás de la educación han tendido a compartir que la educación es más bien la construcción, que puede darse a través del conflicto y la destrucción de estructuras cognitivas, pero es un acto creativo en esencia. Si el consumo como ideología socio-política supone la destrucción, podríamos decir que consumo y educación son dos polos opuestos, podríamos decir incluso que prácticamente antónimos.
Si “consumir” un libro es extinguirlo, si “consumir” un profesor es destruirlo, entonces algo no calza bien en esta filosofía de libre mercado en educación. Los hechos lo demuestran. La inserción de Chile en la anti-regulación educacional significó un incentivo a la destrucción las escuelas y universidades públicas en todas sus dimensiones (infraestructura, condiciones laborales, violación de la autonomía, etc.). Y este es un componente ideológico, no es una elección meramente gerencial o de buen gobierno. Las políticas educacionales chilenas se encuentran encerradas en la habitación de los espejos, la cual ha posicionado el valor del dinero como la pieza central que debiese mover al sistema. Por eso es que se utiliza con tanta recurrencia la imagen de que las familias “eligen con los pies”, yéndose al sistema escolar privado. Si el Estado de Chile no apuesta, como es el deber de todos los Estados, por la educación de todos y todas (la pública), entonces es normal que las familias se defiendan privadamente ante la ausencia de proyecto.
La invitación, por lo tanto, es a recuperar el espíritu educativo del Estado. No de cualquier Estado, sino de un Estado que sea capaz de reconocer y defender los derechos comunes, no los derechos de unos pocos. Educar es construir públicamente.
En la habitación de los espejos ha entrado la protesta.
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1 Comentario
peon
El Estado, con su calidad de tal, tiene su presencia invitada a muchos encuentros notables de los que no debiera ausentarse y la Constitución seguramente así lo establece, sin embargo, ¿quién es el Estado o qué maneja el Estado?… ¿Alguien puede darme el número de teléfono, el R.U.T. o la dirección del Estado?…
Para fines prácticos, el Estado no existe, lo que existe son personas que desempeñan un trabajo en diferentes secciones del Gobierno, por lo tanto, cualquier llamado al Estado debiera ser un llamado a alguien con nombre y apellido, sin embargo, cuando pensamos en nombres y apellidos que se debieran hacer cargo de las observaciones ciudadanas, peticiones, sugerencias o proposiciones, pensamos casi de inmediato en personas de orden público que desempeñan un papel en el Gobierno, en resumen, políticos tales como senadores, diputados, o entidades como la Presidencia o los ministerios a quienes poderles escribir, pero, sucede que todos conocemos el pero que hace imposible la comunicación ciudadana con alguien con nombre, R.U.T. y apellido que represente a la Institución de Gobierno adecuada para atender lo que la ciudadanía propone…
Entonces, no es el Estado el que debe «recuperar el espíritu educativo», sino que las instituciones de Gobierno pertinentes deben atender tal situación, sin embargo, las peticiones a esas entidades de Gobierno son tantas que es imposible atenderlas a todas y en muchos casos presentan conflictos de intereses, lo que una vez más torna imposible servir al pueblo y a los intereses de los grandes poderes económicos y a su vez los todavía más grandes intereses políticos, ya que el agarra la torta y reparte, como dice el dicho, toca la mejor parte…
Por cierto, no creo que el Estado o el Gobierno deba recuperar el espíritu de nada, sino que simplemente la tropa de políticos que no sirven al pueblo deben abrir las alamedas de la democracia, porque, sin democracia, este cacareo de recuperaciones de espíritus solidarios y altruistas, técnicos, y llenos de conocimiento no sirve para nada, sino que sólo para llenar parte del tiempo ocioso de alguna persona que se siente motivada a dejar fluir algunas ideas a la red, a través del teclado, tal vez pensando que así hace una gran contribución a la sociedad, pero, miren a vuestro alrededor y vean qué cantidad de sugerencias existen, cuántas críticas hay, cuántos petitorios han sido planteados, cuántos debates no han sido atendidos en orden al sentido común y la justicia social, y todo porque para plantearlos y hacerlos realidad hay que tener ciertas concesiones especiales, ciertos permisos, atribuciones y pitutos varios para que pueda existir un acuerdo entre alguna organización particular y ese Estado sin nombre, R.U.T ni dirección…
Lo demás, lo que no constituye parte de aquellos sectores que tenga los debidos privilegios, no es más que una masa que vive debajo de su ‘overlay’, o capa, y allí, en ese tan conocido mundo por todas las voces que claman razón y justicia hay 107.547–0,321 propuestas ciudadanas, pero, ninguna es atendida, porque el pueblo no tiene DEMOCRACIA, ni nuestra nación es una nación democrática, sino que es una nación esclavizada que vive bajo el yugo de la opresión política y financiera y mientras no haya consciencia en la ciudadanía que cuando votan, o hacen su raya frente a algún nombre de algún postulante pituteado a algún cargo, lo que hacen es validar el sistema, avalarlo o aprobarlo por un nuevo período, NUNCA, JAMÁS, tendrá el pueblo una carta o una chance para «negociar» el sistema que impera en el país en el que vivimos, o las condiciones políticas en la que son elegidos ciertas personas para determinados cargos, o la forma en que se lleva a una práctica real la participación ciudadana y el desarrollo de ideas, así como el establecimiento de verdaderos consensos, o la búsqueda de mejores sistemas económicos que favorezcan la pertenencia en el pueblo, permitiéndole a éste tener más recursos para acceder a necesidades tales como la de educación o algún otro de aquellos que se actualmente aumentan su calidad en la medida que puedes pagar más por ellos…
Al plantear la ciudadanía una educación gratuita y de calidad como parte de los servicios que provee o debiera proveer el «Estado», actualmente recibe como respuesta del Estado-Gobierno invitaciones a mesas de diálogo inexistentes para la mayoría de las ideas y argumentos que se pudieran esgrimir en favor de aquella educación, tanto como también recibe llamados a «grandes acuerdos nacionales», pero, estos acuerdos no se pueden establecer si no está presente la voz ciudadana y la disposición para recibir ideas y propuestas, así como evaluar las alternativas, dar cabida a los razonamientos, y escoger de entre las posibilidades aquellas que cumplan las restricciones y satisfagan los requerimientos porque, en resumen, no tenemos democracia…
Usualmente la gente que hace peticiones hablando de la necesidad de una educación de calidad, evidencia ausencia de calidad en su educación y no sabe qué pedir, o no sabe priorizar lo que debe pedir, precisamente porque su educación es de baja calidad, o, más bien, le falta información, lo que se asemeja un poco a lo que sucede en lo que cuenta la Biblia, ya que cuando algunas personas hacen peticiones a Dios, desconociendo la palabra de Dios, piden cosas que no convienen y lo que debieran pedir, no lo piden…
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