Existe una ley básica de la naturaleza llamada principio de la mínima energía. Usted hace cualquier cosa y sin importar que, la madre tierra lo llevará al estado que más le acomode. Pruebe lanzando una pelota hacia arriba, dejando un vaso de agua caliente al exterior o depositando un poco de aceite en agua. ¿El común denominador? Todos son estados de mínima energía: la pelota cae, el agua se enfría y el aceite toma forma esférica. Simplemente mágico, ¿pero estamos los seres humanos subyugados a este principio? Pero claro, el caso de las heurísticas en el proceso de toma de decisiones no es una casualidad. Según éstas, existen situaciones en las que nuestro cerebro busca el camino más corto para escoger entre diversas alternativas. Y es más terrible todavía, sino me cree mire el video que está al final de esta columna. ¿Dónde más podemos encontrar esta malvada característica de la naturaleza? Pareciera que en todos lados, ¿o cree que la ley del mínimo esfuerzo fue inventada por nuestras madres para regañarnos? ¡No, es una característica que nos identifica en cierta medida a todos los seres humanos en diferentes aspectos de la vida!
No se pierda, haré un giro cambiándome de esfera del conocimiento, a la educación. Le cuento que un profesor determina los objetivos de su curso, es decir lo que quiere que sus alumnos sean capaces de hacer al final del semestre, básicamente según una taxonomía que ordena jerárquicamente los niveles cognitivos de aprendizaje. Con la llamada taxonomía de Bloom revisada se ordenan estos niveles en una pirámide, colocando el más simple en la base: Recordar –mera repetición de contenidos- y el más avanzado en la punta, Crear –construcción de conocimiento a partir de los contenidos adquiridos. Natural es entonces que todo el proceso educativo gire en torno a estos objetivos, las metodologías aplicadas y las formas de evaluación estarán diseñadas para seguir el mismo camino. No tendría sentido querer que mis alumnos aprendan a sumar si les enseño la recta numérica y les evalúo divisiones.
Meditemos un segundo y unamos puntos. ¿No será que existe una conspiración de la naturaleza y sus principios contra nuestro desarrollo educativo? Claramente sí, es evidente que los niveles de aprendizaje más fáciles de enseñar y evaluar son los de la base de la pirámide, ¿o piensa que la proliferación de las cátedras y pruebas estandarizadas son una coincidencia? Es mucho más sencillo diseñar un curso que enseñe materias estructuradas conocidas por todos, que entrar en el pantanoso mundo de la generación de nuevo conocimiento. Estamos siendo victimas de una ley natural de mínimo esfuerzo generalizado que, si no la combatimos, acabará con todo el potencial creativo de nuestros estudiantes. Y no se confunda con la palabra, no es creatividad de cartón sino que el último escalón de una gran pirámide, una creatividad que en el largo plazo logre agregar valor real a nuestro país.
¿Seremos capaces de ganarle a esta gran conspiración?
Estamos siendo victimas de una ley natural de mínimo esfuerzo generalizado que, si no la combatimos, acabará con todo el potencial creativo de nuestros estudiantes. Y no se confunda con la palabra, no es creatividad de cartón sino que el último escalón de una gran pirámide, una creatividad que en el largo plazo logre agregar valor real a nuestro país.
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