En el año 2013 el destacado artista peruano Elliot Tupac estampaba la frase Equilibrio en una de las laderas del río Mapocho, en Santiago de Chile. De esta manera, este mural dejaba una huella importante, no sólo por lo estético, sino porque detrás de su texto se presentaba un mensaje para la vida cotidiana, las decisiones sociales, cuestiones con sentido épico en un río que atraviesa la capital desde la cordillera al mar y va repartiendo el agua por todas las tierras que deja a su paso. Una bella imagen en un bello mural.
Hoy, mirando esa frase y a propósito del cierre de escuelas por la situación sanitaria, hace sentido reflexionar sobre el equilibrio en la educación.
Ser profesor es una tarea compleja y muy desafiante, pues no solo implica el acto de enseñar, que por si debe darse en un contexto altamente diversificado y con metas de aprendizaje, sino que también remite a relaciones con la comunidad educativa, padres y tutores. En consecuencia, el crecimiento profesional de un profesor requiere tanto de elementos prácticos para poder realizar su labor como de espacios adecuados para el trabajo colaborativo, con el objetivo de, analizar, probar, evaluar, modificar colectivamente y así elaborar proyectos de trabajo conjunto.Es importante que la labor del Estado, en este momento apoye y genere condiciones. Es preciso dejar la rigidez del proyecto político y ayudar a mejorar la salud mental de profesores y estudiantes, que por añadidura, traerá un espacio propicio para el aprendizaje integral
Es claro que, cuando los profesores planificaron el año académico, nunca pensaron que estarían en la situación actual, nunca pensaron que en el escenario extremo los llevasen a rehacer sus clases y repensar la forma de educar. Ninguno de ellos y ellas se imaginaron que trabajar desde el hogar se transformaría en una situación real y a la vez compleja, en donde las labores domésticas, el trabajo con los propios hijos o cuidados de personas dependientes, entre otros, convertían este espacio, en un lugar difícil para la concentración.
Al mismo tiempo, los docentes también añoran volver a la relación pedagógica y su interacción directa, que implica estar frente a frente con los estudiantes, dejando atrás esa extraña sensación de estar y entrar en relación con una pantalla, sin saber si los estudiantes están conectados o atentos, o simplemente, si están aprendiendo.
Hemos tenido que recurrir a la educación a distancia, pero de emergencia.
Por tanto, ¿Qué nos ayudaría a tener mejores condiciones y lograr ese equilibrio?
Propongo 5 ideas centrales:
1.-Los profesores deben comprender las condiciones emocionales de los estudiantes.
Volver a recuperar lo épico, la mística, el sello, lo que ha permanecido en el tiempo, lo que marca la diferencia; recordar actividades significativas para los estudiantes, anécdotas, sacar aprendizajes de ellas; valorar el avance y animarlos en esta gran incertidumbre que se vive día a día; preguntar cómo están llevando el confinamiento, atendiendo a las experiencias personales y hacer de esta actividad una rutina para reconocerse desde uno mismo.
2.-Proponer, desde los equipos directivos, espacios y tiempo para la creatividad y la innovación.
Este formato educativo es nuevo y es un momento de aprendizaje para todos.
Los directivos escolares deben dar espacio para que los profesores cautiven a sus estudiantes, desde la innovación y la creatividad. Hablemos desde la belleza de enseñar, por ejemplo, que las clases están hechas con amor, que las ecuaciones son bellas, que la lectura puede ser un espacio para compartir y soñar, que las ciencias sean asociadas a las problemáticas cotidianas, que el deporte se asuma como necesidad y que el arte es central para el desarrollo integral de todas y todos.
3.-Formación continua.
Para asegurar este ámbito, los equipos directivos deben recurrir a trabajar con los datos ya existentes desde lo académico, en la convivencia escolar, desde lo emocional y sociocultural. Deben trabajar por tener mayor claridad del monitoreo del trabajo de los profesores y ser flexibles con la dinámica cotidiana. Esto es una cadena, es decir, si agobiamos a los profesores, estos abrumarán a sus estudiantes.
4.-Perseverar, desde los equipos de las escuelas, para que nuestros estudiantes accedan a las propuestas educativas.
Necesitamos lograr un aprendizaje integral y para eso es importante escuchar a los estudiantes, dejar que ellos puedan organizarce, saber cuáles son sus miedos y donde están puestas sus esperanzas. Esto también implica, volver atrás todas las veces que sea necesario para avanzar con todo el grupo al mismo tiempo. Es ahora cuando debiera aflorar el valor de la solidaridad, la empatía y así se entender los rítmos de aprendizaje.
5.-Que las decisiones de las escuelas apunten a favorecer climas propicios para el aprendizaje.
Es importante que los profesores, junto a su equipo directivo, pongan en la reflexión pedagógica los temas de actualidad, eleven propuestas que aporten nuevas ideas para visualizar el próximo año académico con un ritmo distinto, donde habrá que retroceder para avanzar.
En este punto, es importante que la labor del Estado, en este momento apoye y genere condiciones. Es preciso dejar la rigidez del proyecto político y ayudar a mejorar la salud mental de profesores y estudiantes, que por añadidura, traerá un espacio propicio para el aprendizaje integral.
Por último, es preciso reconocer que los profesores hacen un trabajo enorme y que ahora es momento de mirar “lo pedagógico” como un proceso más amplio. Es importante identificar que “lo escolar” se da hoy en otros espacios, es decir, en todos los espacios.
La instancia pedagógica debe promover el equilibrio entre el trabajo, los sentimientos, las sensibilidades, las distintas cargas, la enseñanza y el aprendizaje de nuevas configuraciones: este es el terreno más bello de la pedagogía. Volvamos a ello, aprovechemos esta oportunidad de detenernos y generar un nuevo equilibrio.
Comentarios
20 de mayo
Muy buen aporte Alejandro, hay que insistir en el ejercicio deliberativo para mejorar nuestra democracia y nuestras instituciones educativas, formadoras permanentes de ciudadanía. Creo que hay un nuevo equilibrio que hay que construir a propósito de la incorporación de los medios tecnológicos en la virtualidad pedagógica que estamos ensayando. ¿Cuánto de ello se quedará cuando volvamos a la presencialidad? Tendremos tiempo para evaluar aquello. Sin embargo, será una realidad el que muchos componentes de la virtualidad se quedarán para fortalecer ciertos procesos educativos que debemos mirar con serenidad y profundidad. Ejemplo de ello puede ser la siempre escasa y potente retroalimentación pedagógica, una práctica insuficientemente incorporada en el ejercicio docente y que bien puede aquí tener su oportunidad para ser potenciada; la reflexión colaborativa ante el escaso tiempo en la presencialidad, debido a las urgencias cotidianas; la relación con los padres y la comunidad, entre otros. Un nuevo equilibrio para esta relación que surge, que nace producto de esta contingencia, me parece que es inevitable sea abordado profesionalmente desde el desarrollo de la pedagogía y de las políticas educativas para el futuro próximo.
Saludos
+1
21 de mayo
Carlos, gracias por tu comentario.
Claro está que este aprendizaje no puede quedar para la emergencia y debemos ir planificando como será el tiempo que sigue.
Planteas muy bien que hay ejercicios abordables para poder potenciarlos, como la retroalimentación. Y te agrego a eso, un arduo trabajo para fortalecer la colaboración.
Revisando algunas cosas, me topé con un libro que te puede hacer sentido.
Acá te dejo el enlace:
Abrazo