Desde que asumiera como presidente de los EE.UU. Donald Trump ha recibido todo tipo de apelativos. La prensa no ha dudado en llamarlo deslenguado, rupturista o extravagante. Otros, han preferido denunciar el machismo, la xenofobia y el marcado tono belicista de su política exterior. En su propio país ha sido tratado de populista y mentiroso; incluso la palabra “traición” ha rondado cual fantasma los salones de la Casa Blanca, lugar desde donde el magnate pretende cumplir con el slogan que propuso en su campaña: «Make America Great Again». ¿Y cómo se hace grande una nación si no es a través del mejoramiento de su sistema educativo? Pues bien, necesitamos saber cuál es la política educativa propuesta por la derecha conservadora y republicana liderada por Trump.
Solo hace unos días la Secretaria de Estado Betsy DeVos titular del Departamento de Educación de EE.UU. se presentó ante el Congreso de ese país con el propósito de defender la reforma educativa de Trump. ¿De qué trata esta reforma?
En primer lugar el gobierno propone extender el principio de “elección de la escuela” o, dicho en su lenguaje, dar a los padres la opción (el derecho) de elegir dónde estudian sus hijos. Según el influyente medio The Washington Post la voluntad del gobierno es derivar en 2018 más de mil millones de dólares (de recursos públicos) a escuelas privadas de modo que estas puedan convertirse en una opción frente a las escuelas públicas. Para DeVos, Trump y tantos otros neoliberales la educación pública se ha convertido en una suerte de “monopolio” y en un “callejón sin salida” especialmente para las familias de sectores pobres.
En segundo lugar, la reforma de Trump incluye un trato privilegiado a las charter schools (una suerte de escuelas subvencionadas), masificación del sistema de vouchers, becas y créditos escolares. O sea, se propone subsidiar a la demanda: al “cliente”, para ser más claro. Por último, tras estas reformas prevalece fuertemente la idea de considerar a las escuelas públicas como empresas, por lo tanto deben estar sujetas a la competencia de otras instituciones educativas y deben cerrarse si no funcionan. Todo esto se ha llamado accountability educacional y pretende responsabilizar (premiar y castigar) a las escuelas por sus resultados. En su visita al Congreso Betsy DeVos también defendió el lucro con fondos públicos, al mismo tiempo se mostró reticente a combatir frontalmente la discriminación en aquellos colegios privados que recibirán fondos estatales.
"En Chile Donald Trump ha llenado páginas y copado pantalla por el lanzamiento de la “madre de todas las bombas” –la GBU-43/B – sobre Afganistán o por su reciente retiro del Acuerdo de París, pero nadie ha dicho una sola palabra por su amenazante política educacional. Claro, la razón es simple, en Chile ya sabemos jugar este juego."
En resumidas cuentas estas son las reglas del juego de Trump: hacer del sistema educativo un mercado, terminar con lo que ellos llaman el “monopolio de las escuelas públicas”, extendiendo su modelo de negocios y la filosofía del lucro al mundo de la escuela. Pensemos que aún el 80% de la matrícula escolar norteamericana está concentrada en el sector público, en Chile menos del 50%. El cierre de escuelas públicas en Chile ha tenido un incremento dramático en las últimas dos décadas, mientras que para los norteamericanos esto es solo una amenaza. En Chile Donald Trump ha llenado páginas y copado pantalla por el lanzamiento de la “madre de todas las bombas” –la GBU-43/B – sobre Afganistán o por su reciente retiro del Acuerdo de París, pero nadie ha dicho una sola palabra por su amenazante política educacional. Claro, la razón es simple, en Chile ya sabemos jugar este juego.
El sentido común indicaría que nadie quiere ser Donald Trump en Chile. El Presidente de la principal potencia del mundo pareciera haberse convertido en la más genuina caricatura global de la sinrazón. Pero ¿quiénes defienden en Chile las mismas “reglas del juego” que promueve el magnate originario de Nueva York? No es difícil saberlo. Habitualmente se esconden tras la defensa ideológica de la “libertad de enseñanza”, han manipulado con habilidad el discurso de la “calidad” de la educación, o se esfuerzan por seducir con su catequesis del estándar, el liderazgo y la gestión escolar. Lo único cierto es que –sin Trump – entre 1980 y 2015 Chile ya pulverizó su sistema de educación pública, enajenó el derecho a la educación a manos de privados y se apropió de un discurso cobarde que culpabiliza al profesorado por la “ineficacia” de la escuela. Por desgracia el «juego», para nosotros, aun no termina.
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clado
O sea, “cuando se atropella a las familias” se atropella, violentamente, también a nuestros hijos.
Cuando se refiere en estos términos LO QUE OCURRE CON NUESTROS HIJOS EN LAS ESCUELAS, estamos participando en una violenta campaña que sólo parece beneficiar a unos, pero que perjudica a otros que también son nuestros hijos.
Creo que ya es tiempo de actuar responsablemente. El participar en esto tiene consecuencias que afectan directamente a todos nuestros hijos. Se trata de algo que está antes de esta disputa artificial y perjudicial para ellos: y eso no está asumido.
Sea de manera voluntaria o inocentemente, el entusiasmarse en la práctica de un derecho (a “decir” sobre la calidad de la educación, en este caso), no exime a nadie de las consecuencias resultantes, sea eso o no lo que está en juego en esta campaña.
Lo que ya debería empezar ponerse en duda, al menos, es si la referencia a la educación es adecuada, correcta y verdadera, si nos estamos refiriendo a LO QUE OCURRE CON NUESTROS HIJOS EN LAS ESCUELAS.
La escolarización de nuestros hijos -en todos sus niveles-, es lo suficientemente importante y trascendente como para que se continúe usando el LENGUAJE COMÚN para abordar una materia que requiere de rigurosa especialización profesional, para superar sus debilidades.
La mitología educacional seguirá resultando inconveniente para todos, si no somos capaces de darnos cuenta que nuestro verdadero interés está donde ellos se encuentran en cada momento de sus vidas.
clado
Se puede ir un poco más allá con las experiencias que se introdujeron en nuestro sistema “educacional”, tratando de referir más directamente lo que sucede con la escuela, entendiendo que lo educacional impone de hecho una sin razón (de sentido lyotardiano), a lo escolarizado.
Muchos “especialistas-expertos” concuerdan en que lo que sucede en un país sucede o puede suceder también en otros; no en vano estamos en la era de la globalización desinformada: estamos en medio del diversismo y en eso vamos adelante para estar aún tan rezagados.
Es claro que “estas reglas del juego” (“educacionales” agrego yo), se experimentaron desde los 80 pero no se extinguen el 2015. Lo que estaría haciendo Trump es tomar lo exitoso de lo experimentado en Chile. Las tales reglas siguen horadando nuestras escuelas (y la profesión, por cierto), a pesar del reconocido fracaso educacional en el que nuestros hijos están supuestos en sus consecuencias; mirado esto desde lo profesional resulta mucho más grave que desde lo político.
Le sugiero leer el primer “ESSA_Bridging_the_gap” -goglear sin comillas-, (acaba de salir el 4º), titulado algo así como “Pavimentando el camino de la práctica actual al aprendizaje profesional ejemplar” Ahí ya aparecen elementos profesionales que aún no forman parte de “las reglas del juego”; ya se empieza a hacer “la diferencia” entre educación y escolaridad, lo que servirá para orientar los cambios hacia la nueva pedagogía escolar que nuestros hijos necesitan ya.
CarlosAraneda
Excelente reflexión …..el mundo al revés o la era de la posverdad
Mabel Ruiz
Que gran verdad, el juego para nosotros los docentes no termina y creo que siempre seremos los culpables a pesar de nuestros esfuerzos por llevar una carreta llena de cosas que no es culpa de nosotros sino del sistema , excelente análisis se agradece.
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Otro articulo de humo. MIre señor el fin del copago era terminar con el lucro para mejorar la calidad de la educación publica y al final no solo la calidad de la educación publica quedó mucho peór sino que obligó a miles de famlias que habían optado por pagar con esfuerzo un colegio subvencionado ahora deben enviar a su hijo a la cada vez peór educación pública, mientras los defensores de la educación publica como usted siguen con sus hijos en coloegios privados apenas pueden pagarlo.
O sea los unicos que quedan lucrando con la educación son ustedes a costa de atropellar las familias y empeorar educación publica ¿Acaso no tienen vergüenza?