“¿Se educan a propósito nuestras disposiciones para que seamos creadores, o se nos trata puramente como criaturas cuya naturaleza no admite más que la doma?” Max Stirner.
Ante las medidas en educación, que disminuyen las clases de Historia y Ciencias Sociales entre 5° Básico y 2° Medio, para aumentar horas de Lenguaje, la pregunta del filósofo Stirner apunta a un claro dilema: la educación, es un espacio para promover la libertad, o para promover la sumisión de las personas.
Históricamente, muchos de quienes han tenido poder, han tratado de monopolizar y limitar el conocimiento, de mantenerlo en los márgenes del adoctrinamiento y la uniformidad, como modo de ejercer la disciplina y no como herramienta de liberación del pensamiento humano. “Se conforman con educar gente razonable, pero no se proponen formar hombres racionales” Max Stirner.
Por siglos esa lógica parece haber permanecido, como explicaba Kropotkin “la masa de los trabajadores no reciben más educación científica que sus abuelos, y, además, se ven privados de la poca que podían adquirir en los pequeños obradores, mientras que sus hijos, tanto varones como hembras, están condenados a vivir en la mina o la fábrica desde la edad de trece años, pronto olvidan lo poco que aprendieron en la escuela”.
Así, agrega el mismo Kropotkin “les privamos concientemente de toda posibilidad de hacerse productores, y bajo un sistema de educación cuyo objetivo es la «utilidad», y los medios la «especialización», hacemos trabajar hasta el aniquilamiento a los pobres maestros que toman a pecho su labor”.
Por lo mismo, hasta varios siglos después, y tal como Stirner plantea “una educación popular se consideraba impropia pues el pueblo debía permanecer, frente al señor culto, en la casta de los laicos, admirando y venerando el señorío ajeno”.
¿No les suena contemporáneo?
¿Por qué todo esto se preguntará algunos?
Porque un individuo consciente e informado más allá de lo permitido, es peligroso para cualquier poder –sea del lado que sea, izquierda, derecha, liberal, socialista- porque, como el mismo Stirner decía: “La educación proporciona la superioridad y convierte en señor: por eso en aquella época de señoría constituía un instrumento para el desempeño del poder”.
Un individuo más informado y con mayor conocimiento de todo, probablemente no estaría de acuerdo con muchas decisiones de cualquier gobierno, y reclamaría para sí otras, atomizando y descomponiendo cualquier forma de poder centralizado. Y en realidad, probablemente se opondrían a cualquier imposición desde cualquier poder.
Así, hasta el día de hoy “la educación para la vida práctica no forma más que personas de principios, incapaces de pensar y actuar sino en función de máximas, pero no forma hombres principales. Tan sólo forja espíritus legales, pero no libres”, Max Stirner.
En Chile, ese proceso de (des)educación -como lo llama Noam Chomsky– ha sido llevado a cabo desde hace varios años y desde varias dimensiones por parte de las élites y de quienes tienen poder. Y aquí no hay distinción entre derechas e izquierdas, o sectores políticos. Las élites estudian en las mismas escuelas.
¿Por qué se preguntarán algunos?
Porque “si a los efectos naturales de la costumbre se agrega la educación recibida del mismo patrón, del sacerdote, del maestro, etc, interesados todos en predicar que el gobierno y los amos son necesarios, y hasta indispensables…se comprenderá cómo el cerebro poco cultivado de la masa ha logrado arraigar el prejuicio de la utilidad y de la necesidad del amo y del gobierno”, Malatesta.
De la misma forma en que el vasallo feudal no se rebelaba contra su señor por ignorancia y el temor a dios inculcado desde la infancia, este “ciudadano” permite a las élites (y en esto no hay diferencias entre sectores políticos) componer una estructura de poder casi imposible de transformar por su veneración casi ciega en la autoridad.
Como dice Toni García, el Breviario de campaña electoral, donde Quinto (hermano de Cicerón) detallaba como hay que embaucar al pueblo para ganar las elecciones, debería ser leída en todas las escuelas. Sabemos que en ninguna escuela se lee.
Foto: Licencia CC / artbymags
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