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¿Disfrazar un tiempo de aislamiento con ropaje de vacaciones?

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 La medida del Ministerio de Educación de adelantar las vacaciones de invierno ha suscitado gran polémica a pesar de que su espíritu parece encerrar buenas intenciones: evitar sumar más días sin clase y su impacto sobre los aprendizajes.

No obstante lo anterior, la medida resulta controvertida dado que volver simultáneas la cuarentena y las vacaciones impide que estás ultimas proporcionen los beneficios pedagógicos asociados a la dosificación del esfuerzo académico, el aprendizaje en periodos o bloques, la  descontextualización mental, el descanso y las actividades de ocio.

Conscientes de la intención de la medida,  el error es pretender disfrazar un tiempo de aislamiento con el ropaje de unas vacaciones. Estamos ciertos de que un mensaje honesto que trasparente la intención de la medida, a la vez que ofrezca alternativas pedagógicas dirigidas a acompañar la cuarentena de nuestros niños y niñas, podría resultar más motivacional.

En circunstancias como estas, pretender un abordaje curricular completo resulta impracticable. El sistema educacional debería prontamente presentar un ajuste curricular significativo, donde se seleccionen objetivos de aprendizaje claves y de alto impacto, atendiendo a los distintos niveles escolares: logro de velocidad lectora, manejo de hechos numéricos, conocimiento y entrenamiento explícito en lectocomprensión y resolución de problemas matemáticos con enunciado verbal, aproximación audiovisual a temas relacionados con la historia social y natural de nuestro planeta, y sobre todo en lo que respecta a entrenar en familia técnicas de gestión emocional.

Como Fundación Simonne Ramain creemos que el afrontamiento de esta situación de emergencia no sólo demanda un abordaje extraordinario por parte del sistema de salud. Para el sistema educacional también debería implicar una ocasión hiper-realista para entrenar innovaciones asociadas a las tics (canales escolares, planes de asesorías pedagógicas online, asambleas virtuales entre pares, video-conferencias o cápsulas informativas y/o recreativas, selección y organización de recursos digitales de fácil acceso, etc.).

En circunstancias como estas, pretender un abordaje curricular completo resulta impracticable. El sistema educacional debería prontamente presentar un ajuste curricular significativo.

Si en vez de superponer dos procesos tan difíciles de armonizar como es el período de aislamiento sanitario y las vacaciones, intentáramos darle un sentido pedagógico a la espera (en un clima flexible, entretenido y a través de medios tecnológicos profesionalmente guiados) podríamos proporcionar una experiencia educacional  hogareña potencialmente protectora, a nivel cognitivo y emocional de nuestros niños y niñas.

Por Ramón Jara, neuropsicólogo- director de Fundación Simonne Ramain

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