En medio de la euforia de publicación de resultados, compartimos algunas estrategias para luchar contra la influencia negativa del SIMCE en los procesos educativos.
[texto_destacado] El SIMCE siempre ha tenido un objetivo escondido, no publicitado, de mecanismo de control del currículum y como elemento de información de mercado para los usuarios. Es iluso de nuestra parte esperar que las autoridades quienes han validado este sistema tras sucesivos gobiernos lo quiten. Públicamente se señala que es para mejorar la calidad o que es un instrumento de diagnóstico, pero en la práctica la información que arroja es prácticamente inútil para los centros educativos por el desfase en la entrega de resultados y porque su interpretación a nivel interno de los centros educativos no aporta información sobre las causas. No aporta nada que los profesionales ya no sepan a los procesos de reflexión.
Desde nuestro punto de vista, el SIMCE es un instrumento perjudicial que motiva una serie de mecanismos encadenados de presión (el sostenedor presiona a directivos, estos a los docentes, estos a los estudiantes y los padres a las escuelas mediante la elección del centro). Estas presiones afectan la calidad de vida de la comunidad educativa. Los motivos para presionarse son más por cuestiones de prestigio del centro o para estar bien valorados en el mercado, en desmedro del buen aprendizaje.
Desde el punto de vista del profesorado las motivaciones para ser cómplices suelen ser no perder el trabajo, querer ser considerado buen profesional o conseguir los bonos por rendimiento SIMCE. Estas presiones afectan el clima del centro, las relaciones entre los profesionales de la educación y las relaciones con los estudiantes. Además las escuelas suelen gastar tiempo valioso en entrenar para este test, quitando el tiempo para la construcción experiencias de aprendizaje activas, más profundas y complejas. El Ministerio gasta gran cantidad de recursos en ejecutar el test cada año.
Desde nuestro punto de vista la estrategia más eficaz para contrarrestar su influencia es resistirse a participar en las dinámicas que promueve:
1. No enseñar ni entrenar para el SIMCE. Enseñar para test no permite que los estudiantes se preparen para la toma de decisiones en un mundo complejo y dinámico.
2. No rendirlo. Quedarse en casa el día del test como forma de protesta, no es ilegal.
Hay que apoyar estrategias de mejora que surjan desde los actores y que aporten a construir capacidades sostenibles y contextualizadas en los centros educativos. Las escuelas y liceos pueden crear sus propios instrumentos para evaluar su funcionamiento.
3. Negarse a participar en la difusión de sus resultados. Para que el SIMCE funcione se requiere la complicidad de los actores en la difusión de sus resultados. Negarse a difundir rankings y análisis comparativos que no aportan a la mejora del centro es una estrategia efectiva.
4. Ejercer el pensamiento crítico y profesional visibilizando los efectos negativos, los intereses detrás del test, y el uso que hacen los diferentes grupos de influencia de sus resultados.
Desde nuestra visión de la educación abogamos por un empoderamiento de la profesionalidad de las escuelas. Y apoyamos estrategias de mejora que surjan desde los actores y que aporten a construir capacidades sostenibles y contextualizadas en los centros educativos.
Estamos en contra de políticas basadas en la desconfianza hacia los profesionales y que quitan poder a los actores de la educación. Las escuelas y liceos pueden crear sus propios instrumentos para evaluar su funcionamiento. Sin duda serán mucho más baratos, contextualizados y útiles porque aportarán información relevante para la mejora. Invitamos a trabajar al Ministerio de Educación en esta dirección.
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No son solo los colegios municipales. Es una situación más transversal.
Audito Saavedra Martínez
Las Escuelas privadas y subvencionadas particulares, ensayan durante todo el año pruebas del Simce, porque ellos creen que el programa es el Simce, porque para ellos ese su negocio, por lo tanto se descuida los hábitos y valores, que son parte de la enseñanza integral, pero está primero el negocio, lo doy firmado, porqué trabajé en las dos modalidades y los colegios subvencionados me exigíian, ensayo del Simce, mientras que en los municipales tratábamos formar más integralmente a nuestros alumnos, que es lo que debe enseñarse en una verdadera escuela pública, ya que los hábitos y valores en la casa no se enseña, sino dicen para eso está la escuela, por eso los alumnos en Chile, no tienen hábitos de limpieza, ni valores, solo le interesa ala competencia entre los alumnos, para eso el Simce es su programa y para eso paga.
Cynthia Carrasco
Igual es entendible la presión en los colegios municipales para rendir bien en el Simce. Mis hijos estudian en un colegio privado, donde los sueldos de los profesores no dependen de los bonos Simce, donde los niños no se entrenan para rendir una prueba, se les entregan habilidades y conocimientos. Esto en la libertad de un colegio privado, porque las presiones económicas sobre los municipales los obligan a entrar en el juego