En 1999 cursaba con entusiasmo mi primer año de Derecho en Santiago de Chile. Una mañana, entrando al aula «D» de la Facultad, fui expulsado por el profesor «X » antes de que comenzara su clase. El motivo: tararear una canción de Silvio Rodríguez; «usted viene acá a estudiar Derecho, no a cantar» me dijo el docente quien, irónico, reafirmó su decisión de echarme.
Mi vieja pagaba cinco mil dólares al año para que ese Señor me enseñara la ley. A pesar de eso logré aprobar y continuar con mi sueño de ser un influyente Abogado y cambiar la Constitución de Pinochet.
Estoy donde quiero estar, convencido que la educación, el arte, la diversidad y la tolerancia no son un derecho, sino un izquierdo.
En 2015 curso con entusiasmo Comunicación Social en la articulación ISER-UNLP. Han pasado 16 años y 22 kg. Anoche la profe recomendaba un documental y le comenta a la clase que se acordaba de una canción «con ritmo alegre pero que decía cosas muy serias» sobre los inmigrantes mexicanos en EE.UU. Entonces sin levantar la mano entoné: «De la droga que sembramos, ustedes son consumidores…No me llames frijolero pinche gringo puñetero». En efecto esa era la canción. La profe sonriente me dio espacio en su clase para recomendar algunos discos de la fundamental banda norteamericana.
Mi educación la paga el Estado argentino. Nunca he sido expulsado del aula. Espero aprobar y continuar con mi sueño de ser un influyente Periodista y cambiar la Constitución de Pinochet.
Estoy donde quiero estar, convencido que la educación, el arte, la diversidad y la tolerancia no son un derecho, sino un izquierdo.
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