Desde la distancia geográfica que tengo ahora con mi país, escribo estas breves líneas para apoyar con toda mi fuerza a los estudiantes secundarios y universitarios, quienes fueron los primeros en alzar la voz en contra de la “nueva oleada” mercantilista que arrecia nuestro sistema educativo, para variar se han percatado y reaccionado antes que quienes ya hemos pasado las 3 décadas (algunos hace bastante rato).
Pese a mi distancia (y vaya que me pesa no estar allá en estos momentos para con-vivir con ustedes este momento), quiero adherir con toda mi fuerza a las movilizaciones convocadas por los estudiantes y repudiar la represión exagerada e innecesaria aplicada por carabineros y respaldada por el Gobierno de Piñera.
Chile no se merece la educación (ni los gobernantes) que tiene y ha tenido por 38 años.
Muchas cosas se discuten actualmente en el ámbito educacional, pues cualquier gobierno (ideología que se precie de tal) reconoce que es allí donde se deben poner “los acentos” si lo que se quiere es perpetuar su ideología en el tiempo y tener opciones de seguir reproduciendo “su” sistema. No me extraña lo que está haciendo el actual gobierno de derecha (mas me extrañó que un gobierno de centro izquierda en 20 años poco hiciese por revertirlo): quiere sedimentar definitivamente el modelo, de forma que ya no exista forma alguna de sacárselo de encima, ni aún con futuros cambios constitucionales pues quedaría en el ADN de la cultura nacional.
No me vengan a decir que es una mera cuestión “técnica”. Lo que se está discutiendo es sobre una cuestión antropológica en torno al ser humano, a la idea de humanidad (y sociedad) en la que se quiere vivir. La sociedad chilena enfrenta tambien una «crisis de sentido», eso hay que ponerlo en la palestra de la discusión
Más allá de instalar el debate en torno al lucro, la formación de profesores, más horas o menos horas en el currículo, debemos preguntarnos si estamos en consenso respecto de lo que hemos construido como sociedad, ecológicamente hablando (me refiero a la ecología como concepto ecosistémico): una sociedad competitiva, individualista, narcisista.
Estas profundizaciones al modelo demuestran un modo de entender el mundo y al hombre puesto en él, un ser humano como mercancía a quien se le “hipoteca” su futuro y, por ello, su libertad, que se transa en el mercado de la educación. La plena libertad solo es posible en tanto haya oportunidades para serlo, para conocer, aprender, ser librepensadores críticos. Solo así, creo yo, es plausible ser libre. Lo demás, son elementos o factores de la libertad (caminar libremente, decir lo que uno piensa, etcétera). En Chile, la libertad de casi el 60% de la población se ve coartada no solo porque no reciben educación, sino porque no tienen igualdad de oportunidades para desplegar sus capacidades y satisfacer sus intereses. Se privilegia una educación como un mercado regido por la oferta y no como un derecho humano innalienable.
* Marcelo Arancibia Herrera, Académico Universidad Austral de Chile, Magíster en Educación.
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jorge1812
Surge la duda ¿Cuál ideología o modelo tendría más legitimidad para imponer su concepción particular del ser humano y de humanidad a través de la educación?
Es importante en ese sentido, tener presenta que cada individuo es un fin en sí mismo, que merece libertad para desarrollar sus potencialidades, por tanto, no hay que confundir individualismo con egoísmo –porque también hay egoísmo colectivo-.
Y entonces, claramente la discusión si es honesta, no puede quedar entrampada en más o menos plata, más o menos Estado…Es una discusión sobre la libertad. Pero ¿Entonces, se nos educa para ser libres o para ser domados según la ideología de turno que ejerce el monopolio de la fuerza?