#Educación

Construir para conducir

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En las últimas semanas, hemos visto como la CONFECH ha puesto en evidencia una conducta vacilante y confusa, siguiendo una hoja de ruta que seguramente ha sido trazada a mano alzada y con pulso inestable. Los críticos al actual “bloque de conducción” han manifestado sus desavenencias ante el accionar errático impulsado por las fuerzas políticas que lo componen, las que al mismo tiempo acusan al gobierno de poca claridad, falta de voluntad para “avanzar en los cambios” y errores de procedimiento.

Por fuera del comidillo dirigencial, aparece un movimiento estudiantil sin conducción alguna, despolitizado y desorganizado, con agregaciones episódicas en torno a las marchas, como ha sido su dinámica agitativa durante los últimos 10 años. En ese período, al menos se pueden identificar dos estrategias claras que han disputado la representación oficial de los estudiantes universitarios: la reformista y la socialprogresista.

Sin embargo, ninguna de ellas lo ha hecho con la pretensión de construir movimiento estudiantil sino que para hacer uso del escenario de relativo dinamismo otorgado por las universidades como plataforma de posicionamiento político y hoy mediático (en parte gracias al 2011), que les permita visibilizar sus alternativas al conjunto de la sociedad orientados por objetivos institucionales y sus respectivos fundamentos legalistas, que en todo caso representan la matriz que encuadra a buena parte de la izquierda chilena.

De esta forma, el movimiento estudiantil actúa como una masa de maniobra para presionar legislaciones, las que supuestamente serán en beneficio de una mejor educación, matizando el carácter neoliberal del programa de reformas impulsado por la Nueva Mayoría. La derecha chilena, siguiendo este ejemplo, diseñó una táctica orientada a movilizar a una porción del movimiento de masas vinculado al ámbito educativo. De ello devino la conformación de la Confepa, cuya funcionalidad es exactamente la misma que la del movimiento estudiantil, diferenciándose de este solo en los objetivos que se impulsan en el marco de la coyuntura.

El movimiento estudiantil actúa como una masa de maniobra para presionar legislaciones, las que supuestamente serán en beneficio de una mejor educación, matizando el carácter neoliberal del programa de reformas impulsado por la Nueva Mayoría

El gradualismo legalista de la estrategia reformista no le aporta en nada al desarrollo del movimiento popular mientras siga entendiendo la movilización como un grupo de presión parlamentaria, bajo el cuestionable derrotero de que las reformas lo favorecerán tanto en su fortalecimiento político como en su condición de vida.

La propia CUT ha demostrado esta aseveración llamando a una marcha únicamente para presionar el ingreso del proyecto de ley que hipotéticamente fortalecerá los sindicatos. Asimismo, la fuerza de los hechos también ha demostrado que el tener la vocería pública de un gremio no implica incidir en este ni menos conducirlo, tal como ocurrió en el Colegio de Profesores con el rechazo a la “Agenda Corta”.

El movimiento estudiantil, que en rigor es parte del pueblo no solo por identidad sino que por intereses materiales objetivos, requiere subvertir el carácter corporativista que ha asumido la propia CONFECH, con sus cantinfladas públicas expresadas en actuaciones oscilantes, con bajadas y subidas al plan de participación propuesto por el gobierno.

Haber sobreestimado la coyuntura iniciada el 2011 es el principal error de lectura, vaticinando la apertura de un nuevo ciclo político cuya característica sería un ascenso en la lucha de masas y hasta el advenimiento de un período prerrevolucionario, guiado por una “estrechez sectorial” al ver expresados en el contenido de la lucha estudiantil, los manoseados y pisoteados intereses de todo el pueblo.

El momento histórico exige la tarea de trabajar por la construcción del movimiento popular, que conduzca a los estudiantes a convertirse en una fuerza revolucionaria que se ubiquen del lado del pueblo en la lucha cotidiana, con organización y conciencia, prefigurando desde este ejercicio un proyecto político sustentado en los intereses de la clase trabajadora, superando el reformismo y el ciudadanismo participativo de moda que no hace más que favorecer la gobernabilidad neoliberal.

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1 Comentario

Jose Luis Silva Larrain

Los que construyeron el inédito movimiento estudiantil ya lo condujeron hasta el sitial en que se encuentran ahora, ya están al centro de la polémica, están en lo mas alto y son co-protagonistas de los cambios a nivel nacional. Una pena el infantilismo de los movimientos estudiantiles actuales que no se sumen a lo que sus predecesores han hecho por pretender inútilmente un protagonismo similar. Un acto poco inteligente provocar fuego cruzado en lugar de apoyar y prestigiar lo que representa mejor que nunca sus ideales y logros. Bueno, esto es una prueba clara de lo que muchos dijimos siempre: estas reformas son una pendejada que costará muy caro porque arruinará la educación y el bienestar de toda la clase media. Lea todo esto gobierno, aún puede ser tiempo de enmendar rumbo.

Saludos