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Abuso infantil: una realidad que duele de por vida

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En Chile según el IV estudio acerca del maltrato y abuso infantil – UNICEF, refiere que la tasa de menores abusados alcanza el 8.7% y una de las cosas preocupantes es que la gran mayoría de ellos son personas conocidas por los menores, es decir cerca del 88, 5 %, por lo tanto la confianza de sus víctimas y de sus padres ya fue obtenida, lo que hace más difícil detectar la situación, sobre todo pues el agresor no actúa de manera violenta, sino más bien seduciendo al menor.

En esto me quiero detener criteriosamente, cuando me refiero a seducir al menor, quiero decir que el afectado o víctima de alguna forma “disfruta” la situación, permitiendo así que el agresor instale la culpa que posteriormente será paralizante para detener la acción de abuso, haciendo que ahí se perpetué el silencio. Hay que entender que la sexualidad  erótica como la percibimos los adultos, es como lo señalo, una percepción de “adultos”.
Para las víctimas siempre es mostrado como un juego o una travesura, una vez que reconocen la situación no son capaces de denunciarlo pues ya están anulados.  La duración  de abuso fue facilitada por la confianza de la familia para con él propio agresor los que su vez otorgaban privilegios a los niños para así alcanzar sus beneficios sexuales y su silencio. Acá hay un dato que nos puede orientar para identificar a un agresor, sin caer en la generalización, pues ver abusadores en cada familiar puede generar patologías mayores y afectaría las redes de apoyo.

Pero volviendo a lo antes señalado, cuando estamos frente a un conocido de la familia que entrega más privilegios de lo habitual a un integrante menor y esto es privado a los otros menores, es conveniente supervisar esa relación.

Otro punto importante a considerar y que señala el estudio, es que el 75% de los abusadores son hombres y en su mayoría heterosexuales. Sospechar de un integrante homosexual, lesbiana o transexual y ver en ellos posibles  abusadores, solo responde a mitos.

No es menos importante señalar que el abuso infantil está considerado como una parafilia (enfermedad asociada a la conducta sexual); ahora el que la mayoría de los abusadores sean hombres, no niega la existencia de mujeres, pero lamentablemente estamos en una sociedad falocéntrica, y mucho del abuso que ejercen las agresoras no sale a la luz, simplemente porque estas, por muy burdo que suene, no tiene pene. este puede interpretarse como un sesgo de género de la investigación.

La diferencia con el abuso sexual, es que existe un proceso de seducción de la víctima, el agresor ejerce un encantamiento, se muestra contenedor y compasivo, al punto de hacer pensar a la víctima que está haciendo algo correcto.

Identifico la violación como un escalofriante accidente en la vida de una persona. Identifica a la víctima como tal, generándose las redes sociales y familiares para su reparación, el tiempo que permanece oculto es menor y con adecuado apoyo las victimas logran seguir los caminos adecuados en la búsqueda de la justicia. La diferencia con el abuso sexual, es que existe un proceso de seducción de la víctima, el agresor ejerce un encantamiento, se muestra contenedor y compasivo, al punto de hacer pensar a la víctima que está haciendo algo correcto. Existe un estímulo  concreto, regalos, dineros o amenazas logra internalizar la culpa y  no romper el silencio.Por último, observar conductas de cambio en los menores es fundamental, revisar conductas sexualizadas en los menores, es señal de que algo pasa.

Mientras termina de leer esto un niño fue abusado.


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