Por todos fueron conocidas las repercusiones que trajo consigo la realización, a cargo del Colectivo de Género y Salud de nuestra facultad, del Taller sobre el uso del Misoprostol como mecanismo farmacéutico para la interrupción voluntaria del embarazo. Sus repercusiones no sólo se escucharon en los pasillos de nuestra Facultad, sino que traspasaron las puertas de la Universidad de Chile.
Más allá de la posición que asumamos personalmente frente a un tema tan contingente y relevante para las políticas públicas en Salud, queda claro que tenemos una responsabilidad pendiente: Dar curso a una discusión profunda que permita la instalación del debate en relación al aborto, tanto por las implicancias directas que tiene en políticas de Salud, como por la democratización de los debates de género.Quienes defienden la penalización del aborto se asumen como ‘pro vida’; yo les digo, señores: Nosotros y Nosotras, quienes estamos por la despenalización del Aborto y por los derechos de las mujeres de decidir a conciencia la opción de ser madres, también lo somos.
Para quienes tenemos la convicción de que hoy el primer paso debe darse apuntando a la concreción del proyecto que pone fin a la penalización del Aborto en casos de inviabilidad fetal, riesgo de vida de la madre y violación; debemos tener claro que cargar con esa bandera de lucha implica dar un debate transparente, sin sesgos y sin barreras, que sólo vienen a plantear un debate acotado. Los estudiantes y futuros profesionales del área de la Salud, tenemos derecho al pluralismo y a la libertad de cátedra, superando las cortapisas que hoy se le imprimen antojadizamente al debate del Aborto.
Es imprescindible que como futuros profesionales de la salud reflexionemos sobre la objeción de conciencia -eximirse de cumplir un deber al que está obligada por ley- ya que el proyecto de despenalización permite al médico no realizar el procedimiento, dejando claro que debe ser un acto individual y no institucional -como lo esgrimió hace un tiempo el Rector de la Pontificia Universidad Católica, diciendo que si hay profesionales de la Red UC que están disponibles para hacer abortos, deberán ir a trabajar a otro lugar, ya que en su red de clínicas no se practicarán abortos-. Pero esta decisión ¿Es sólo de los médicos? ¿Qué rol deben cumplir en el debate las y los matrones y enfermeros?
Ahora, ojo con la innegable realidad que viven las chilenas a diario: las muertes por aborto aún representan cerca de un tercio de las muertes maternas en nuestro país. Según un análisis de la Unidad de Delitos Sexuales de la Fiscalía Nacional se cometen 17 violaciones y 34 abusos sexuales diariamente, y para hacer más alarmante estas cifras, el total país revela que de los 51 delitos de este tipo que se cometen diariamente, 38 afectan a menores de edad. Quizás recordarán el caso de Belén, una niña de 11 años que el 2013 fue abusada sexualmente por su padrastro, y a raíz de esto quedó embarazada por las reiteradas violaciones, un caso no aislado y así lo respaldan datos del estudio del Sename, que asistió a 58 niñas menores de edad embarazadas producto de una violación en sus programas de la red de protección dentro del periodo 2012-2013. Ocho de ellas tenían entre 11 y 12 años.
Y quién no ha presenciado las denuncias por médicos a mujeres que se han practicado abortos clandestinos, como lo fue hace un tiempo la detención de una mujer de 25 años de Calama, quien fue denunciada por el médico tratante, dejando en evidencia cómo la confidencialidad por parte del profesional de la salud -que es uno de los pilares fundamentales en el trato con el paciente- pasa a un segundo plano. En esta misma línea, un paso enorme es la modificación del código procesal penal, en donde se agregan dos disposiciones que hacen primar el deber de confidencialidad por sobre el deber de denuncia en caso de estar frente a un aborto.
Si todo esto no es un problema que debemos abordar aquí y ahora, ¿qué estamos haciendo por lograr despenalizar; derecho histórico arrebatado por la dictadura?
Quienes defienden la penalización del aborto se asumen como ‘pro vida’; yo les digo, señores: Nosotros y Nosotras, quienes estamos por la despenalización del Aborto y por los derechos de las mujeres de decidir a conciencia la opción de ser madres, también lo somos. Lo que nos diferencia, más allá de la retórica, es que somos defensores de una vida digna. Con trabajo y continuando día a día nuestra lucha, no solo avanzaremos en reconquistar un derecho que nos fue arrebatado, sino que aportaremos con esmero y dedicación a construir desde nuestra plataforma un Chile cada día más justo, digno y solidario.
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