Como lo demuestran diversos casos de estudio del programa Dinámicas Territoriales Rurales (DTR), las condiciones y la intensidad en el acceso a distintos tipos de mercados (de mano de obra, de bienes y servicios, de insumos, tecnología y crédito) suelen facilitar procesos de acumulación que garanticen tasas de crecimiento significativas y sostenibles en el tiempo. Así se observa, por ejemplo, en la provincia de Tungurahua en Ecuador o en el Valle Sur Ocongate en Perú, donde los polos de desarrollo que son las ciudades de Ambato y de Cusco, respectivamente, evidencian la centralidad de contar con un mercado regional importante.
Los mercados dinámicos tienen algunas características comunes, como su tamaño, profundidad y considerable número de agentes y de transacciones. Estos mercados usualmente reconocen la diferenciación y el valor agregado de los productos, y ofrecen oportunidades de segmentación que permiten a los productores y comercializadores capturar mayores excedentes.
Por otra parte, estos mercados suelen ser externos a los territorios rurales. La demanda interna de los territorios rurales no tiene generalmente la capacidad de sostener procesos prolongados de acumulación de excedentes, siendo la demanda externa el motor de las transformaciones productivas y factor esencial del incremento de la productividad y del ingreso.
En este contexto, parece recomendable explorar las vías para generar vínculos fuertes entre territorios rurales y mercados regionales o internacionales que favorezcan el crecimiento y desarrollo local. El programa DTR ha analizado factores y posibles acciones que influyen en que este proceso se lleve adelante en forma inclusiva.
Sus resultados sugieren que las relaciones de mercado pueden contribuir a un desarrollo territorial más inclusivo si se adoptan acciones que incrementen las posibilidades de participación sostenible de los productores y emprendedores locales. Por ejemplo, incrementando las capacidades de los pequeños productores para el desarrollo de productos más diferenciados y con valoración de los atributos específicos del territorio, incentivando la acción colectiva, realizando una amplia difusión de información de mercado o invirtiendo en infraestructura clave para acceder a mercados más desarrollados.
Los estudios del programa muestran que un aspecto que incide en las posibilidades de vinculación inclusiva a mercados dinámicos es la estructura y organización de las cadenas productivas locales y, dentro de ellas, las asimetrías económicas que surgen a partir de diferencias en las escalas de producción y en la distribución de activos. Constatan también que los gobiernos locales y las agencias públicas descentralizadas cumplen un papel fundamental en gestionar la transformación productiva en los territorios y el acceso a mercados con un propósito explícito de inclusión. En este marco, es necesario que el Estado, más allá de garantizar la estabilidad macroeconómica, asuma nuevos roles relacionados con la gobernanza y regulación de los mercados, lo que incluye la coordinación de actores públicos y privados, y la construcción de reglas del juego que medien los procesos de intercambio con un sentido de mayor transparencia y equidad.
En los casos de Tungurahua y Valle Sur Ocongate, la inversión en infraestructura por parte del Estado ha permitido interconectar los territorios y reducir los costos de transacción, generando un tramado interdependiente de los mercados locales con los territoriales e, incluso, con los extraterritoriales. El Estado ha contribuido también a facilitar la transparencia de los mercados con diferentes mecanismos. En Cusco, a través de la vigilancia de las transacciones e información de precios; y en Ambato, por medio de la tributación diferenciada para artesanos y el apoyo para la consolidación del mercado. Lo anterior se ha facilitado por la presencia de pequeñas y medianas empresas fuertes y consolidadas (Tungurahua) y por una estructura agraria desconcentrada (Ocongate).
Desde esta mirada, la vinculación con mercados dinámicos se entiende como un proceso complejo en las cadenas productivas de las zonas rurales, que implica alcanzar mayores niveles de competitividad, innovación y coordinación entre los diversos actores en los territorios, pero a la vez mejores espacios de gobernanza de las relaciones que se establecen en estos mercados, de modo de emparejar el campo de juego, permitiendo la integración de los sectores vulnerables, como es el caso de micro y pequeñas empresas, de mujeres emprendedoras y de pequeños productores agrícolas.
* Francisco Aguirre es investigador de Rimisp – Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural
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Foto: Niconectado / Licencia CC
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Atikazhucie
Intempest,Hemos trabajado en dos ledneas, una ftogore1fica y otra de ilustracif3n. En la ftogore1fica tenedamos cuatro conceptos, que resumo: un escaparate, un rostro de mujer, una habitacif3n, unas piernas. Estas sf3n las ganadoras 🙂
Patty Olivera Paredes
Interesante, aporta mucho este artìculo.