La mayor adquisición en efectivo de la historia, y la más grande de una firma extranjera por parte de una empresa alemana significó la compra por US$ 66.000 millones de Monsanto por parte de Bayer creando el mayor proveedor mundial de semillas y pesticidas del mundo. Muchos ven esta unión como el «matrimonio infernal«, principalmente en Alemania, cuyos ciudadanos se opone a los transgénicos. Grupos ecologistas se suman a las críticas por los pesticidas de Monsanto, como el Roundup, apodado «asesino de abejas«.
La economía global venera el gigantismo, está convencida que entre más grande mejor. Pero estos gigantes viven hambrientos de capital y fomentan la migración a la ciudad, dejando tras de sí comunidades fragmentadas y desempleadas, factor importante para la nefasta inequidad. Lo grande no siempre es lo mejor.
Por su pésima imagen es posible que Bayer elimine el nombre Monsanto, hay varias razones, por ejemplo; Monsanto produjo sustancias tóxicas como bifenilos policlorados, ahora prohibidas y conocidas como PCB uno de los 12 contaminantes más nocivos, cuyos residuos aún los podemos encontrar en productos como la leche y sus derivados, tejido adiposo (humano y animal) y otros órganos con contenido graso como hígado y cerebro. También es responsable del temido herbicida denominado Agente Naranja, utilizado por el ejército estadounidenses en la Guerra de Vietnam como defoliante y aún hoy afecta la vida de comunidades enteras, donde es común ver bebés con daños cerebrales y físicos, defectos congénitos y diversos tipos de cánceres.
Un tema preocupante es que las mega-empresas, que además de tener una batería de herramientas para ocultar ganancias y evadir el pago de impuestos, practican una ética adecuada a las utilidades económicas y no les interesa el daño que causan a las personas ni al medio ambiente mientras tengan ganancias y el daño se pueda mantener oculto. La historia de las grandes empresas muestra varios ejemplos; la negación de las tabacaleras del daño que causaba el cigarrillo en la salud, las empresas de combustible desmentían que el plomo en el medio ambiente era por usarlo de aditivo en los combustibles de los automóviles o la empresa Exxon que por 30 años desmintió algo que sabía, que los combustibles fósiles son los responsables directos del calentamiento global y el caso que ya cumplió un año de Volkswagen con su software fraudulento, utilizado para esconder la contaminación de sus vehículos diesel. Chile no escapa a estas prácticas gracias a su débil legislación y tenemos los diversos casos de colusión. Bueno, después de estos ejemplos tenemos el derecho a preguntarnos ¿de qué será capaz este nuevo gigante?
Antes de seguir debemos hacernos una autocrítica, estas empresas aprovechan que nosotros los clientes no evaluamos cómo fabrican sus artículos, por ejemplo; si lo hiciéramos no compraríamos los iPhone y iPad de Apple, que trabaja principalmente con proveedores ubicados en China, gracias a que allí pueden conseguir trabajadores a bajos sueldos, mantener largas y extenuantes jornadas laborales, contratar menores de edad, etc. Y sin ir tan lejos, nosotros no castigamos a las empresas que se coluden, evitando comprar sus productos y ni siquiera nos acordamos al momento de ir al supermercado.
Después de este paréntesis, sigamos. Si criticamos, debemos proponer una solución para impedir la formación de mega-empresas y la concentración de riqueza y poder, y la manera es regresar a la economía de lo pequeño, que de paso simplifica y facilita la administración, el ejemplo lo da el banco Handlesbanken que se obsesiona en mantener un reducido tamaño. Además, según la Escuela de Negocios de Londres, es uno de los que tienen las acciones con mejor desempeño del mundo. Uno de sus accionistas lo describió como «emocionantemente aburrido«, porque valora la planificación a largo plazo y la descentralización con el lema «la sucursal es el banco«. «Cada sucursal es responsable del área que le rodea, digamos que de lo que se puede ver desde la torre de la iglesia«, Su filosofía es: «Trabajar con la naturaleza humana y no en contra de ella«.
Los economistas saben que si gasto 10 en un negocio de barrio, producirá 25 en beneficios para el mismo barrio a diferencia que si gasto los mismos 10 en un gran supermercado, donde el beneficio baja a 14, esto se conoce como «Efecto Multiplicador«. Por lo tanto las grandes cadenas son en realidad extractores de riqueza para beneficiar a personas no ligadas a la comunidad, es decir, la comunidad tiene la comodidad de comprar todo en un mismo lugar, pero a la larga la comunidad no se beneficia y se estanca.
En comunidades pequeñas satisfacemos mejor nuestras necesidades individuales y sociales, beneficiando nuestra calidad de vida. Esto ocurre al aplicar una economía donde la gente importa.
La solución la entrega el economista de los “hippies” Ernst Friedrich Schumacher, favorito de John Maynard Keynes. El objetivo es recuperar el tramado social que el neoliberalismo, gracias a un excesivo individualismo destruyó.
En comunidades pequeñas satisfacemos mejor nuestras necesidades individuales y sociales, beneficiando nuestra calidad de vida. Esto ocurre al aplicar una economía donde la gente importa. Conociendo la naturaleza humana, esto resulta obvio. La evolución nos moldeo para relacionarnos y trabajar bien en grupos pequeños, pero llegado a cierto número, tendemos ver a los otros en función de su utilidad y no como iguales. Los ejércitos de todo el mundo aprovechan este conocimiento, saben que nos involucramos más cuando conocemos a todos los integrantes del grupo y diseñan sus tropas teniendo esto en cuenta. En un pueblo veremos a nuestros semejantes en más de un aspecto, por ejemplo; el cartero se llama Carlos y es el presidente del club deportivo, el lechero es Juan y es algo borracho, Silvia la cajera del banco es mi vecina y con ella salgo a trotar en las mañanas, etc. En cambio las personas que viven en las grandes ciudades ven a los demás de forma unidimensional, es decir, al cartero es simplemente el cartero, el policía es solo eso, un policía, etc. Lo mismo ocurre en los hospitales donde los pacientes son reconocidos por su número de pieza, cama o dolencia y no por su nombre y calidad de ser humano. El motivo de esto es simple, lo grande deshumaniza las relaciones, lo pequeño la humaniza, otro ejemplo; ¿Cuántos de ustedes conocen a sus vecinos?.
Muchos de nosotros hemos tenido la oportunidad de trabajar en pequeñas y grandes empresas y podemos notar el cambio. En una empresa pequeña las relaciones suelen ser fluidas y amistosas, somos reconocidos por nuestros nombres y es fácil tratar con el mismo dueño de la empresa, incluso aquí tener un sindicato podría resultar hasta innecesario. En cambio, en las grandes empresas el trato se deshumaniza, uno para el jefe es un simple “recurso”, un “NN” reconocido por nuestra función, somos una simple pieza en la gran maquinaria, un recurso prescindible, que al primer error será reemplazado. Hay empresas que lo disfrazan llamando a sus empleados “Colaboradores”. En estas circunstancias llegar a alguien con autoridad se hace complejo y difícil, además, que no resulta claro quién es la verdadera autoridad. Aquí tener un sindicato pasa a ser imprescindible, es la única posibilidad de tratar de igual a igual con la empresa y no salir perjudicado.
Debemos tener claro que el crecimiento infinito no existe, la Tierra no es un globo que se infla a medida de nuestras necesidades, por lo tanto ya hay que parar si queremos salvar a nuestra especie, debemos hacer la transición hacia “ecociudades” con economías resilientes y de paso humanizaremos nuestras relaciones sociales.
Volviendo a lo pequeño tendremos más posibilidades de ser solidarios, empáticos y frenaremos la codicia y avaricia desbocada que hoy controla nuestra sociedad y que nos conduce irremediablemente al suicidio como especie.
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ffrias9
Platón: “Por eso quieren tener hijos, por eso quieren construir pirámides, por eso queremos escribir y componer grandes libros y sinfonías. Por eso queremos tener mucho dinero, para ser más que meros animales condenados a morir.”
La realidad es que somos simples animales condenados irremisiblemente a morir
Saludos
Rodrigo Suarez
Estimado Fernando, en la búsqueda de soluciones a la desigualdad a la que lleva el libre mercado sin buenas regulaciones , encuentro muy interesante el tema del tamaño del mercado o de la comunidad en relación al de la empresa.
En este sentido, siempre he pensado que una industria instalada en un barrio debería aportar directamente a la comunidad en la que se inserta… hacerse cargo de algún Colegio, Consultorio (alguna entidad que beneficie directamente a la comunidad) en vez de entregar todos sus impuestos al gobierno central… en esto deberían estar regulados y controlados a nivel local (Municipalidades, por ejemplo).
Será la Comuna un buen tamaño para lograr una economía más humana?
ffrias9
Don Rodrigo, hace mucho tiempo leí, tanto que no recuerdo donde, que cualquier comunidad es fácil de administrar hasta los 500.000 habitantes, a partir de esa cifra se va complicando cada vez más.
«Los economistas saben que si gasto 10 en un negocio de barrio, producirá 25 en beneficios para el mismo barrio a diferencia que si gasto los mismos 10 en un gran supermercado, donde el beneficio baja a 14, esto se conoce como “Efecto Multiplicador“. Por lo tanto, las grandes cadenas son en realidad extractores de riqueza para beneficiar a personas no ligadas a la comunidad, es decir, la comunidad tiene la comodidad de comprar todo en un mismo lugar, pero a la larga la comunidad no se beneficia y se estanca.»
Saludos y se agradece la opinión
ffrias9
Un documental imperdible «CODICIA – Esa ansia desmedida» de DW
http://www.dw.com/es/tv/codicia/s-32902
Saludos