Abogamos que el desarrollo económico -que tiene como pre requisito crecer a tasas robustas – es fundamental para ser un país con una población que alcance niveles de vida compatibles con la modernidad y con la del futuro. ¿Por qué aceptar que el ingreso per cápita sea de más de 40 mil dólares en Bélgica o Finlandia y menos de 20 mil en Chile?
Señoras, señores: el desarrollo es una esperanza para toda la población, en especial para los más desposeídos (y casi para todos los demás) puesto que si los poderes del país impulsan la tarea legítima de redistribuir la riqueza el desarrollo: logramos una bendición.
¿Se puede estar satisfecho con el bajo crecimiento actual? Desde hace 3 años que el país tiene un desarrollo económico inadecuado, es decir, por debajo del 4% o 5% anual y, por los anuncios realizados tanto dentro como fuera del país -puesto que se ha alterado el vector proyectado anteriormente- habría que esperar varios años más para ello, o quizás nunca, pues el desarrollo es también relativo frente a un mundo que innova inexorablemente en forma creciente. Así, los países que ya están desarrollados se seguirán alejando, pues tienen una mayor base PIB – total de bienes y servicios producidos por el país- y un mayor potencial de desarrollo para el bienestar de sus respectivas poblaciones. Es decir, si no se crece en términos superiores al promedio, se retrocede o se involuciona en su propio desarrollo. Nuevamente al negarse a crecer a tasas superiores se está frustrando la posibilidad de ser un país desarrollado, enunciado por allá por los años 50 del siglo pasado por varios mandatarios. ¡Han proclamado, han prometido y no han cumplido: hoy aún no somos un país desarrollado!
¿Quién(es) son responsables del ínfimo crecimiento actual y esperado para este año por los expertos y autoridades que es inconducente al desarrollo? Se ha señalado que desde hace alrededor de una década los bancos centrales y los gobiernos de importantes países y grupos de países han sido incapaces de producir un crecimiento económico adecuado para sus ciudadanos. La excepción ha sido China, hasta que cambió la orientación de su economía y, hasta hace algunos años los países proveedores de commodities, hoy en graves problemas.
El crecimiento económico es el producto del ahorro, la inversión y el consumo interno y externo, así como de los riesgos y las expectativas asociadas, y eso no se logra con medidas como una tasa de interés negativa, como lo ha demostrada Japón por décadas y su imitación de la Unión Europea y de Estados Unidos, o con gastos del Estado para incrementar el consumo. En el caso particular de Chile, a partir de la Constitución del 2005 vigente hay dos elementos que son fundamentales para producir el tan anhelado desarrollo. Por un lado, está el principio de subsidiariedad que parte de la base de que las estructura superiores de la nación (los estados) actúan en favor de los individuos y de las comunidades menores y más débiles. Y, por la otra parte, está el derecho de los ciudadanos de desarrollar cualquier actividad económica que no sea contraria a la moral, el orden público o la seguridad nacional, cuyo conjunto conforman el sector empresarial, o emprendedor en la jerga actual, el que debe exigir las condiciones que les faciliten el crecimiento a tasas superiores para lograr el desarrollo nacional y el propio.
Si ninguno de los actores: el Estado, el Banco Central y el sector empresarial logra en forma individual o en conjunto formular las estrategias y mover las palancas para incrementar el crecimiento económico del país, entonces tendrán que revisar y cambiar las ideas, los enfoques y las estrategias y, si todo eso falla, es que algo muy grave está ocurriendo y, en el corto plazo, muchos tendrán que hacerse a un lado o ser reemplazados por otros más innovadores. Comenzando con las elecciones de este año y las del próximo.
Postergar los logros del desarrollo, ahora, nos aleja de la modernidad y prosperidad mundial que enfrenta enormes desafíos por la irrupción, sin barreras, de las nuevas tecnologías, innovaciones y emprendimientos de alto valor agregado que podrían eliminar demasiados puestos de trabajo y dejar a millones de ciudadanos condenados al subdesarrollo.
Sin embargo, tener que esperar hasta marzo de 2018 para que se pongan de acuerdo los tres actores responsables, supone hipotecar por casi dos años el camino de la recuperación del crecimiento – condición necesaria aunque no suficiente para el desarrollo- y que la población tenga un período para el olvido, con muchas ilusiones de progreso personal, familiar y nacional derrotados. Por otra parte una agenda de mejorar productividad, no acompañada con un alto crecimiento e innovación, tampoco es un camino que conducente al desarrollo.
¿Cerebro y manos a la obra del desarrollo ahora ya o será demasiado tarde? Llamamos a quienes tienen los cargos más importantes de los tres actores, y que ya gozan del beneficio del desarrollo económico alcanzado, a posponer otros intereses en pro de trabajar por incrementar el olvidado “crecimiento y desarrollo económico” dejado de lado por otras materias, que pueden ser consideradas muy importantes, pero que no pasan de ser perturbadoras y consumidoras de la limitada inteligencia, recursos para innovar y competencias de esas élites. Postergar los logros del desarrollo, ahora, nos aleja de la modernidad y prosperidad mundial, que enfrenta enormes desafíos por la irrupción, sin barreras, de las nuevas tecnologías, innovaciones y emprendimientos de alta complejidad y alto valor agregado que podrían eliminar demasiados puestos de trabajo y dejar a millones de ciudadanos condenados al subdesarrollo.
La intención no es criticar lo ya hecho en el pasado, sino señalar los urgentes desafíos para el buen vivir y bienestar para todos. Sabemos, como consultores, que el crecimiento y el desarrollo es posible si: los responsables superiores lo proponen de común acuerdo.
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