El país debe lograr que la política recupere el espacio que le quitaron las finanzas. En ese proceso es clave generar un gran acuerdo político de ideas progresistas de izquierda que impulse un Estado promotor del desarrollo social, económico y ambiental. Una nueva economía debe poner la centralidad de las iniciativas privadas al servicio del desarrollo humano
La crisis económica del 2008 ha mermado duramente las economías más desarrolladas del mundo. El exceso de libre mercado, la falta de regulación y la especulación son los principales promotores de que hoy una parte importante de la población sufra.
Esta situación es consecuencia de un modelo de económico ya agotado que algunos insisten en mantener bajo la excusa del crecimiento. Donde la economía se tragó a la política, donde los gobiernos ya no responden a las instituciones democráticas o las mayorías, éstas son simples arquitecturas para mantener la estructura del poder, que no es otra cosa que los grandes intereses globales de multinacionales y grupos financieros sin rostro. Tenemos un modelo económico deshumanizante que trabaja en pos de la acumulación en vez del desarrollo de los seres humanos y su bienestar.
Es precisamente dicho modelo neo-liberal el que tiene aún a millones de niños en la desnutrición y varios millones más en la extrema pobreza que ve como el dinero se amasa en las cuentas bancarias internacionales.
Chile no es ajeno al modelo, todo lo contario, es el buque insignia de América en lo que a apitalismo se refiere. Y digo América porque ni los norteamericanos han sido tan tontos en entregar a manos de multinacionales extranjeras recursos estratégicos o poner en peligro la soberanía económica de su pueblo. En cambio nosotros, no hemos dudado en entregarlo todo, con un avance social y económico que depende básicamente de la mono-producción del cobre, pero donde los pilares básicos del bienestar no existen, donde la inversión en capital humano es deficiente y elitista, y peor aún, no existe ningún esfuerzo nacional por contribuir a crear una alternativa económica, social y política que mantenga al país en niveles reales de desarrollo humano.
Como dirían los economistas, Chile ha sido capaz de beneficiarse de las externalidades positivas del modelo, administrando responsablemente las cuentas, pero insisto, sin generar ninguna estrategia que le diga al país hacia dónde y de qué viviremos en el futuro.
La situación ambiental del planeta es catastrófica, sí catastrófica. Miles de árboles, humedales, especies animales y vegetales, el aire están siendo destruidos día a día por nuestro modelo económico y social que pone como centro de todo el tejido al consumo desenfrenado, a costa de hipotecar el futuro de las futuras generaciones. Los datos, los hechos, todos son conocidos y quien no los conozca basta buscar en Google.
¿Tenemos Alternativa? Sí. Hay una alternativa y creo que no es demasiado tarde para redirigir el rumbo para hacer de nuestro mundo y nuestro país un lugar digno, pero por sobre todo sostenible desde todas las dimensiones del desarrollo.
Chile debe saber generar nuevos espacios de producción económica, para ello la inversión cuantiosa en I+D+I es prioritaria, al igual que la educación y la capacitación de la gran mano de obra que hoy está vinculada al sector de los servicios del Retail y que no tienen ninguna seguridad que ante ciclos económicos adversos, ellos deben tener certidumbre para sus economías domésticas.
El país debe lograr que la política recupere el espacio que le quitaron las finanzas. En ese proceso es clave generar un gran acuerdo político de ideas progresistas de izquierda que impulse un Estado promotor del desarrollo social, económico y ambiental. Una nueva economía debe poner la centralidad de las iniciativas privadas al servicio del desarrollo humano. El mercado por sí mismo no es el culpable de lo que estamos viviendo, lo es la especulación, el descontrol y la falta de espacios donde las riquezas provengan del trabajo y no de la usura y la dominación de unos territorios sobre otros.
Todo lo anterior parece ya dicho muchas veces, parece como si repitiéramos el discurso una y otra vez cada cierto tiempo, pero como resulta que no estamos escuchando se hace necesario repetirlo para permear las consciencias y trabajar por un giro alternativo a la economía del capital que tenemos hoy.
Una economía sostenible abre puertas para Chile en diversos campos. La industrialización, la innovación, el conocimiento, la educación y el capital humano avanzado y cualificado. Es posible desarrollarnos de otro modo, pero se requiere de voluntades políticas transversales para dar esos pasos.
Hasta hace unos días un artículo del diario el País, hablaba sobre la discusión sobre estos mismos temas que se aborda en Brasil. El mantenimiento de una economía como la de ellos, ya no es posible sólo con la fortaleza del consumo interno, se requieren entonces girar el rumbo. Son éstas las discusiones que no damos en nuestro país dejando la cara más triste y decepcionante de la política y la economía a un lado, permitiendo que mercaderes sigan tomando las decisiones sobre nuestro devenir como sociedad.
Comentarios