Por definición, la crisis económica es la fase inferior de la evolución del proceso económico recesivo. La recesión es el ciclo descendente de la economía, que comprende, por lo menos, dos trimestres de continua disminución del crecimiento real.
Los ciclos económicos corresponden a fluctuaciones en la economía y consisten en la expansión de la actividad económica, seguida por recesiones y contracciones que se juntan con la expansión del ciclo siguiente. Tienen duración diversa, los hay de 2 años, 10 años, 50 años, con ciclos cortos y medianos dentro de ciclos largos, junto a otros modelos y una teoría bastante compleja al respecto
En la historia se conocen a lo menos dos grandes pandemias:
La primera denominada “peste de Justiniano” que afectó el mediterráneo entre los años 540 y 760, en una sucesión de quince oleadas.
La segunda, llamada “peste negra”, proveniente de Asia y que llegó a Sicilia en 1347 en barcos genoveses. La explicación para la difusión de la peste está en la rata negra y las pulgas que vivían en ellas hasta su muerte. Las pulgas viajaban en las pieles que transportaban los barcos, las que al ser descargadas en los puertos lo hacían junto a las hambrientas pulgas que picaban e infectaban a los humanos. Hubo casos de barcos que llegaban a puerto sin nadie vivo.
En la antigüedad era conocida la relación entre hambre y epidemia, y que se denominaba peste, que correspondía a una combinación de tifus, disentería, viruela junto a secuelas directas del hambre tales cómo debilitamiento, bajo peso, deshidratación entre otras junto a malas condiciones sanitarias..
En 1766 una memoria referida al precio del trigo en Francia e Inglaterra dice así : “Por las diversas investigaciones llevada a cabo, se ha comprobado que los años en que el trigo era más caro coincidían con aquellos en que la mortalidad fue más elevada y las enfermedades se volvieron más comunes”.
La comparación entre las cifras de mortalidad y los precios del trigo llevaban a la siguiente conclusión:
Precios altos en el trigo – que significan pan caro y escaso, o sea hambre – se dan junto a mortalidades más altas y disminución de la población por desincentivo económico, y también a la inversa, los años de trigo barato aseguran alimentación y escasa mortalidad humana, con aumento de la población incentivado por la mejora en la alimentación.
Esta memoria descubre la relación existente entre los precios del trigo y los índices de mortalidad junto a su posible causa, que en este caso es el hambre y sus secuelas producto de la fluctuación económica, en este caso en referencia al trigo.
Respecto de la “peste negra” (año 1347) y prescindiendo de su origen biológico (atribuido al bacilo Yersinia Pestis), existen otros puntos de vista respecto de su origen y significado. Hay quienes dicen que esta epidemia fue la demostración de la crisis social del sistema feudal, tesis refutada por otros que manifiestan que no sólo murieron personas de la clase feudal, sino que nadie estaba a salvo, ni ricos ni pobres. Sin embargo no hace más que confirmar la crisis del sistema feudal desde una perspectiva económica producto de la disminución de la productividad, desnutrición y condiciones de pobreza y miseria unidas a pobres condiciones sanitarias. Muy probablemente el bacilo se disparó en los sectores de mayor miseria y de allí se transmitió entre humanos sin distinción de clase. Se estima que en total, la peste negra terminó con la vida de 100 millones de personas en total en Europa, Asia y Africa, y el equivalente a un 60% de la población en Europa.
Así las cosas hay quienes dudan de la relación causal entre crisis económica y peste, pues en esta época había ratas en sectores ricos y pobres, y la peste no hacia distinción entre desnutridos o no: actuaba con igual fuerza y mortalidad.
Ya en nuestros días, sorprende la coincidencia entre la agudización de la crisis económica de norteamérica y financiera global, y la aparición de la gripe A(H1N1) en los sectores más empobrecidos de México ocurrida en 2009, y con casos sin ninguna relación entre sí, ni con los cerdos, en el sur de Estados Unidos.
A pesar de su baja virulencia y poca mortalidad en relación con pandemias ocurridas en el pasado o las esperadas en el presente, pareciera ser que existe una relación no demostrada entre los ciclos económicos y la aparición de pestes, las que van mutando y reforzando entre uno y otro ciclo, en ambientes propicios con pobres condiciones sanitarias, hambruna y deficiencias nutricionales, hasta finalmente activar potentes pandemias.
Queda de manifiesto el valor de los indicadores de pobreza real y en tiempo real, basados por ejemplo en los niveles de ingreso real y de nutrición, por encima de los sobrevalorados indicadores macroeconómicos de crecimiento y sus variantes per cápita, con el fin de poder detectar posibles momentos y focos de depresión económica, producto del agotamiento de modelos económicos capitalistas, los que podrían cobrar una gran cantidad de vidas de ricos y pobres o terminar en un ciclo de la economía con la humanidad.
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eliasbravo
GRACIAS POR SUS PRECISIONES:
La verdad es que no soy historiador, sin embargo pienso que es necesario mirar lo que dice la historia, sin pretender concluir ni demostrar nada con ella en este caso, mas que generar la sospecha de que determinados modelos capitalistas en su complejo de expansión y contracción son capaces de relacionarse con las enfermedades.
Tampoco hay un interés en culpar al capitalismo pues sería difícil de demostrar, es más, en los modelos de socialismo real en los que se supone que no se tendrían estos problemas, la gente se enfermaba igual, existía la gripe, la tuberculosis y otras enfermedades, quizá en alguna época, con sistema de Salud Pública más desarrollada que a su decaimiento.
Tampoco pretendo descubrir el Sistema de Salud Pública, sin embargo en el caso de Chile, y en contexto, donde se aplica un modelo económico neoliberal donde se permite casi la total actuación del mercado, en períodos de crisis económica el sistema de salud pública resultó y resulta colapsado, sin tener capacidad para atender la alta demanda por ejemplo en los servicios de urgencia.
Evidentemente una relación de este tipo es más difícil de demostrar a través de la historia económica que estudiar la economía hoy en día. Luego la relación de la economía con las enfermedades si existe, debe ser demostrada por la economía no por la historia.
También sería ingenuo pensar que el crack financiero desató inmediatamente una pandemia, sin embargo usted se sorprendería de lo que piensa un economista respecto de la existencia de la economía real, a la que no se le asigna casi ninguna importancia, concentrándose exclusivamente en la explicación o modelamiento de la economía financiera, con un alto grado de matematización. Es claro que pasaron varios años en que la economía real de norteamérica comenzó a contraerse, y no sería un crack financiero el que podría empobrecer o disminuir las condiciones sanitarias.
También es un intento por devolver a la economía, el valor de ciencia social más que de una ciencia matematisada (o todo explicado con modelos matemáticos).
No existe por tanto una intención de interpretación desde la izquierda mirando hacia la derecha, o desde el punto de vista histórico. No veo por tanto contradicción en que la clase alta chilena se infectara primero, pues son precisamente las que podían viajar a los focos donde se gatilló la epidemia.
Saludos
Gracias
marceleau
Vale la pena leer una apuesta por hacer un nuevo bosquejo sobre la presencia de las enfermedades en nuestro mundo posmoderno, posindustrial, globalizado o como quiera llamársele al presente que vivimos. El punto es que hacer apreciaciones históricas sobre fenómenos sociales en función de un contexto político-económico nos puede hacer “pisar el palito” del análisis unívoco ¿Cómo es eso? Pues, veamos. El vínculo sociedad y salud-enfermedad ha sido una de las vetas que la nueva historia de la medicina viene trabajando desde 1930 (Sigerist, Rosen) y nos ha ofrecido, entre otras ventajas, la posibilidad de asomarnos al lado humano de la modernidad, que en materia de salubridad arroja luces y sombras.
Dicho esto, resulta poco conveniente revestir al capitalismo de responsabilidades en contextos donde es la caótica relación cultura y biología la que prima. El autor hace bien la citar el contrapunto que algunos historiadores han establecido en torno a la peste del siglo XIV, pero se requiere de algunas precisiones. Conforme a algunas investigaciones de historiadores de la U. de Valencia la pandemia en cuestión no solamente habría estado compuesta por la peste bubónica, sino que, además, por brotes de ántrax en la península ibérica. Como sabemos, las epidemias infecciosas tienen su fisonomía y el ántrax no encajaría como uno de los productos de la “crisis del sistema feudal.” Siendo más coherente con la historia de las pandemias, la peste negra habría contribuido a sepultar el sistema feudal allí donde podría haber tenido cierta prevalencia. Recordemos que la epidemias también a las jóvenes regiones burguesas de los países bajos y la Italia septentrional. Frente a estos escenarios ¿cuál sería la crisis social que acarreó la peste?
En el caso de la crisis del trigo del siglo XVIII francés. ¿Conocemos en detalle el sistema alimentario de la Europa occidental en aquel entonces? ¿Qué crisis podría desatar la falta de pan sabiendo que la dieta alimenticias de los sectores populares también comprendía otros cereales, legumbre y tubérculos como la papa? ¿Existía hambre? Por supuesto, pero la responsabilidad habría que buscarla en fenómenos climatológicos, una agricultura retrasada, etc.
El caso de la pandemia de influenza refuerza nuestra convicción sobre la dificultad de vincular a nivel de ley científica las epidemias y las contracciones y expansiones capitalistas. Comencemos por el siglo XIX. La pandemia rusa de 1889-1893 afectó a Occidente en un período de expansión capitalista. Además, las características propias de la gripe nos evidencian que es una enfermedad infecciosa “democrática”, que no distingue clases sociales. La gran pandemia del 1918 se circunscribe en el mismo marco aunque más vinculada a la fortaleza de la mutación del virus, la contaminación ambiental de las ciudades y a la proliferación de contactos intercontinentales (América-Europa) que generó la Gran Guerra (la influenza la llevaron tierra europea las tropas norteamericanas. Y, en cuanto a la pandemia que nos visitó el 2009, la relación influenza-crack capitalista es solamente episódica, teniendo en cuenta que, según Ana María Carrillo, historiadora mexicana, los primeros casos de influenza A H1N1 se registraron en Texas, previo a la crisis económica. ¿El nivel socioeconómico de los afectados? El caso chileno es ilustrativo: clase media, clase alta, aquellos que poseían el poder adquisitivo para hacer viajes al hemisferio norte. De hecho, los primeros casos en Santiago se dieron en el barrio alto.
En fin. Recalco la apuesta del autor por liberar del carácter meramente biologicista con que las epidemias han sido analizadas por cierta historiografía clásica. No obstante, seamos prudentes con establecer relaciones causales entre enfermedad-capitalismo, que un mínimo rigor historiográfico puede dislocar fácilmente. ¿Puede general el capitalismo enfermedades? Puede colabora mucho, efectivamente, pero no lo sobrevaloremos, así como no menospreciemos el orden y caos de la naturaleza. El sistema capitalista es solamente una nota al pie de página en el cosmos que nos rodea. Pisar el palito de las interpretaciones unívocas puede ser una tentación para la doxa.