El Fondo Monetario Internacional está dispuesto a ayudar a Irlanda, España y Portugal si es necesario, según dijo su director general, al constatar que la preocupación del mercado sobre la crisis de la deuda de estos países continúa. El rendimiento de los bonos de deuda soberana de Irlanda (ver gráfica), superó el 9%, mientras el de Portugal se acerca al 7% y el de España al 5%, máximos históricos que hacen insostenible la situación económica de estos países.
"Todo el mundo sabe que la situación de Irlanda, es una situación difícil", dijo el director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, en Yokohama, Japón. "Pero hasta ahora no he recibido ningún tipo de solicitud. Creo que por el momento se pueden manejar bien… Y si en algún momento del tiempo, mañana, en dos meses o en dos años, Irlanda quiere el apoyo del FMI, estaremos listos".
El rescate del sistema financiero de Irlanda puede costar entre 50.000 y 90.000 millones de euros, de acuerdo a los escenarios recopilados por el BCE. Irlanda necesita un financiamiento bruto para 2011 de 23.500 millones de euros, cayendo a 18.600 millones de euros en 2014. Pero la pregunta clave es ¿Puede el FMI dar ayuda? Y si es así, ¿qué significa esta ayuda? ¿Qué impide declarar la quiebra para asumir un ordenamiento razonable de la deuda?
Por cierto que el FMI puede dar socorro. Pero a estas alturas, ningún país en su sano juicio debería aceptar el “socorro” del FMI. Esto es porque hasta la fecha, todos los socorros se han destinado a apuntalar el sistema bancario. Nada llega a la economía real y los rescates son para el alivio de los tenedores de bonos y no para el alivio del desempleo. ¿Y quienes son los tenedores de bonos? Los grandes bancos de Estados Unidos, Francia, Alemania y el Reino Unido.
Y una vez que se instala el FMI en la administración de los gobiernos, no hay pie atrás y se privilegian los pagos a la banca por sobre la recuperación de la economía interna. Por eso que las amarras al FMI son un arma de doble filo. Este tema fue abordado tangencialmente en la G-20 de Seúl dado que los intereses se centraron en la guerra de divisas y los controles de capital. Pero aunque fueron tangenciales, Angela Merkel deslizó que “cualquier rescate futuro de la Unión Europea irá acompañado de las nuevas reglas para los tenedores de bonos, que los obligará a absorber algunas pérdidas”.
Pues bien, el futuro es ahora y los tenedores de bonos deberán hacer la pérdida hasta el último centavo. Eso es lo que significa un reordenamiento de la deuda donde haya un reparto equitativo de las pérdidas. Si los precios de los activos inmobiliarios han caído hasta un 60% como es el caso de Irlanda y de un 40% como es en España, ¿de qué utilidades quieren hacerse los tenedores de bonos? ¿Por qué se quiere cargar a los ciudadanos el costo de una crisis que no inventaron y de la cual, lejos de enriquecerse como los bancos, se han empobrecido y sufren hoy el desempleo y las medidas de austeridad?
Es demasiado el desorden y la inequidad de un sistema donde el lobby bancario logra imponer a todo nivel las reglas del juego que le son más convenientes. Mientras esto persista, la salud de la economía europea seguirá su deterioro.
Comentarios