Los países que se han posicionado en esta revolución han logrado que sus ciudadanos puedan vender, desde la comodidad de sus casas, miles de millones de dólares al año, mientras que desde Chile un artesano de Temuco, que hace hermosos cinturones criollos de cuero, le es imposible acceder a mercados globales con cientos de millones de consumidores, y debe mal sobrevivir con los pocos interesados locales en sus productos.
En el siglo XIX se desarrolló la revolución industrial, que llevó al primer lugar a las economías que contaban con las condiciones necesarias para beneficiarse.
Actualmente se está desarrollando otra revolución, ésta consiste en la venta de productos directo a los consumidores globales, con la consiguiente reducción de los precios y el notable incremento de las utilidades para los oferentes.
Para beneficiarse de esta modalidad se debe tener un sistema de correos moderno. Diversos países se han esmerado en convertir a sus correos en una herramienta clave de competitividad global, permitiendo a sus pymes acceso directo al consumidor final global.
Desgraciadamente, en nuestro país correos presenta precios exagerados, lo que cierra a Chile la posibilidad de ingresar a esta modalidad comercial, como se puede ver en la siguiente tabla, para un objeto pequeño, de 100 gramos (como un cinturón de cuero artesanal), todo en pesos chilenos:
Nota: el lema del royal mail (correo británico) es “See how we help e-commerce businesses grow”
Como se puede ver, para el mismo tramo los chilenos pagamos entre 13 a 64 veces más. No es de extrañar entonces, que nos quedemos abajo de esta revolución comercial.
El caso de la seguridad de los envíos es otro problema, en Inglaterra el correo británico señala que toman el robo de correspondencia seriamente, y lista anualmente los casos en que ello ha ocurrido y han pasado los antecedentes a los tribunales.
En Chile no se conoce de un solo caso que un hurto de correspondencia haya sido referido al tribunal del crimen, así los ciudadanos nos hemos acostumbrado aun correo poco seguro. En la correspondencia internacional es peor, no vale la pena subscribirse a una revista internacional vistosa pues van a llegar la mitad de los ejemplares.
Las respuestas de correos antes las pérdidas y atrasos siguen más bien la lógica de una defensa corporativa que de una búsqueda de mejorar procesos, ante los reclamos señala “…para minimizar las demoras que eventualmente podrían presentarse en el traslado a través de diferentes países y medios de transporte». Es decir, solo hay demoras, y se transfiere la eventual culpa al país de origen, y, obviamente es falso que la compañía pueda actuar sobre demoras en otros países.
La imposibilidad práctica de vender al consumidor final se refleja en las estadísticas de los lugares de comercio internacional, como Ebay. Los datos son que desde Chile, se ofrecen menos de 100 objetos, la mayor parte postales antiguas, que pueden ser enviadas como cartas, mientras que desde Hong Kong se ofrecen al consumidor global 300.000 objetos, los que van desde maquinaria, equipos, hasta ampolletas LED, relojes y ropa, con transacciones que exceden US$ 5.000 millones al año.
Los países que se han posicionado en esta revolución han logrado que sus ciudadanos puedan vender, desde la comodidad de sus casas, miles de millones de dólares al año, mientras que desde Chile un artesano de Temuco, que hace hermosos cinturones criollos de cuero, le es imposible acceder a mercados globales con cientos de millones de consumidores, y debe mal sobrevivir con los pocos interesados locales en sus productos.
Los resultados de la mala gestión de Correos de Chile impiden que las Pymes puedan vender directamente sus productos a los consumidores finales de un mercado global, perdiéndonos otra oportunidad de tener más y mejores puestos de trabajo.
Por segunda vez nos estamos quedando abajo del bus.
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Foto: @Chile_Satelital / Licencia CC
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