La propuesta del Ejecutivo está muy lejos de ser una reforma de nuestra estructura tributaria. Esto queda de manifiesto al mantener inalterable el tratamiento preferencial que tienen las rentas provenientes de actividades empresariales de diferir su tributación mientras permanezcan retenidas, reguladas por el Fondo de Utilidades Tributarias (FUT). Existe una opinión bastante generalizada entre los expertos en la materia que este mecanismo, el FUT, incentiva la elusión tributaria y disminuye sustancialmente la «recaudación potencial» del Fisco. Cualquier reforma tributaria que tenga como principios la equidad y minimizar la evasión debería, necesariamente, considerar que las empresas tributen en base a las utilidades devengadas y no sólo en las retiradas. La propuesta del gobierno ignora estos principios básicos.
Por otra lado, las medidas anunciadas, no le van a significar al Fisco obtener un gran volumen de recursos, como lo reconoce el editorial de «El Mercurio» del pasado 27 de abril. Similar opinión sostiene el Senador Hernán Larraín (UDI) al expresar que la reforma presentada «se queda corta. Mucho ruido y pocas nueces», y agrega que el monto a recaudar -entre US$700 millones y US$1.000 millones- son insuficientes para realizar una reforma de fondo al sistema educacional de la magnitud que Chile requiere, contradiciendo de esta manera al gobierno.
Los estudios hechos por diversas instituciones académicas y expertos estiman que una reforma a la educación costaría entre 2,5 y 3 puntos del PIB -unos US$4.000 millones a US$ 6 mil millones. Por lo tanto, los eventuales recursos a obtener a través de la propuesta del presidente Piñera no solventerán los bienes públicos ya comprometidos y aquellos que la ciudadanía está demandando. Además no corrige distorsiones y complejidades del actual sistema tributario de manera efectiva, manteniendo las normas que rigen a las sociedades de inversión, las cuales, según muchos especialistas, son la principal fuente de elusión. Esto presupone una tremenda inequidad ya que permite que un segmento minoritario de la población y que cuenta con mayores recursos tenga una carga impositiva mucho menor, proporcionalmente, a los contribuyentes que no pueden optar a dicho mecanismo al tener que pagar, obligatoriamente, sus impuestos en base a una renta devengada.
El gobierno, al rehusarse a efectuar una profunda reforma tributaria, será responsable de seguir agravando el actual déficit fiscal. Según el Senador Escalona (PS), miembro de la comisión de Hacienda del Senado, existe en la actualidad un déficit anual de US$2.500 millones en el presupuesto de la Nación.
Lo positivo de la iniciativa presentada por el gobierno es lo que no se dice y está implícito en la propuesta: que se deja de lado la teoría ultra neoliberal de sostener que no había necesidad de incrementar los ingresos fiscales vía impuestos para financiar las falencias existentes en educación, salud, vivienda e infraestructura, puesto que el sólo crecimiento económico garantizaba entradas adicionales suficientes para cubrir dichos gastos en el futuro. Ahora se está asumiendo, aunque a regañadientes, que los gastos permanentes se deben financiar con ingresos permanentes, como tampoco con bonos o empréstitos como algunos seguidores de Milton Friedman lo dejaron entrver en el debate sobre esta materia.
La UDI como el Instituto Libertad y Desarrollo seguirán, sin duda, la batalla para que todo siga igual y mantendrán la misma tozudez, como Concetta, la hija del personaje central de la novela «El Gatopardo» -el Príncipe de Corbera- quien rehusa a adaptarse a la nueva realidad. Nuestros criollos miembros del «antiguo orden» continuarán perseverando en mantener intacta la estructura tributaria heredada de la dictadura y justificando lo injustificable de la actual realidad.
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Fotografía: Romanei / Licencia CC
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