Una reforma tributaria debería considerar necesariamente el cambio del impuesto IVA por uno diferenciado, junto con la eliminación del impuesto específico a los combustibles. Y la eliminación del FUT, principal causante del aumento de la distancia entre ricos y pobres.
Hace un par de años, las empresas tributaban un 17% sobre la base de sus utilidades percibidas o devengadas. Al tributar, los socios o dueños recibían un crédito que podían utilizar y descontar de sus impuestos personales (Impuesto Global Complementario).
Con la antigua tasa de 17%, el crédito generado es aproximadamente de 20%, que los dueños o socios de grandes empresas pueden descontar de sus impuestos.
Hoy, como la tasa a aplicar a las empresas es de un 20%, el crédito que genera en favor del empresario es de un 25%.
¡El impuesto neto pagado por los grandes empresarios ha disminuido después de la reforma!
En términos generales, son los grandes empresarios los que pagan casi nada o no pagan impuestos. En contraposición a estos grandes empresarios, la micro y pequeña empresa se ve muy desfavorecida, fundamentalmente porque las utilidades generadas sólo alcanzan para los retiros que les permiten sobrevivir. Los microempresarios no conocen el FUT y no pueden maniobrar con él, pues no les alcanza para utilizarlo.
El resto de los cambios que propondrá Piñera, irán encaminados en este mismo sentido. Con exenciones, créditos, bonos, impuesto diferido y mecanismos que profundizarán la desigualdad e intentarán afianzar este modelo neoliberal agotado que, por diversas causas, da muestras de haber fracasado, sumiendo más en la pobreza a los más desposeídos.
* Sobre este mismo tema, te invitamos a leer la reflexión del ex presidente Ricardo Lagos, «Respeto por las palabras».
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Foto: Jeff Hester / Licencia CC
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