Por estos días se celebrará en Nueva York la Cumbre Especial sobre Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, donde se firmará un nuevo acuerdo mundial para el desarrollo, la superación de la pobreza y la desigualdad, que compromete a los Estados miembros de la ONU con 17 objetivos y 169 nuevas metas para el 2030.
Reconociendo la complejidad de las diversas crisis mundiales producto de la pobreza, el hambre, la escasez hídrica, la desigualdad, el cambio climático, entre otras, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) plantean una nueva generación de metas orientadas a mejorar la vida de los más pobres y vulnerables.
El Independent Research Forum (IRF) ofrece una dirección práctica para abordar la Agenda Post 2015 en función de la integración efectiva de las dimensiones del desarrollo sustentable: los ámbitos económico, social y ambiental. Rimisp –Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural, como miembro del IRF, se ha propuesto ayudar a concretar los ODS en América Latina trabajando en conjunto con los gobiernos nacionales para desarrollar las estrategias que permitirán abordar estos compromisos de manera responsable y eficaz.
No hay forma de alcanzar el desarrollo sostenible sin abordar de manera integral sus tres dimensiones. Por lo mismo, Rimisp promueve abordajes multisectoriales donde se complementa el análisis con el diálogo de políticas públicas, como herramientas para asegurar que el diseño de políticas sea efectivo, eficaz y sustentable.
Chile enfrenta múltiples desafíos para avanzar hacia los ODS. Nuestras políticas públicas están enraizadas en una lógica sectorial, carecen de una mirada integral de los problemas que abordan, por lo que resultan –en el mejor de los casos- en soluciones parciales a situaciones específicas, que no logran alterar la dinámica de desarrollo.
Varios son los organismos públicos que cuentan con programas e instrumentos que benefician a lo población indígena, pero estos no se articulan entre sí e, incluso, en muchas ocasiones las iniciativas que emprende un organismo contrarrestan el potencial impacto que pueden tener las iniciativas de otro.
Un buen ejemplo de esta dinámica poco virtuosa la encontramos, por estos días de manifiesto conflicto social en La Araucanía, en las políticas de desarrollo indígena. Varios son los organismos públicos que cuentan con programas e instrumentos que benefician a lo población indígena, pero estos no se articulan entre sí e, incluso, en muchas ocasiones las iniciativas que emprende un organismo contrarrestan el potencial impacto que pueden tener las iniciativas de otro. Por ello, se requiere generar dinámicas integrales, que partan por identificar el conjunto de dimensiones que influyen sobre las posibilidades de desarrollo con identidad de los pueblos indígenas.
Columna publicada originalmente en La Segunda
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