Hoy, más que nunca, hace falta dotar de herramientas para crear políticas públicas en base a la identidad regional y no meramente el ejercicio de ir a votar.
¿Qué es lo que realmente necesitan las regiones hoy? ¿Más participación electoral, más representantes que elegir? La diversidad de regiones en nuestro país, las micro-culturales intrarregionales, las importantes distancias de las regiones extremas con la capital son algunas de las muchas razones para dar mayor autonomía decisional a cada una de estas.
Desde marzo de 1997 y a través de una moción parlamentaria comienza a discutirse la elección directa de los Consejeros Regionales (COREs), sin mucho éxito este proyecto es archivado años después. Sólo en septiembre del 2011 y por mensaje presidencial se reanuda esta discusión que hoy se encuentra en segundo trámite constitucional. La elección directa de los COREs no sólo es un gesto importante del sistema político por descentralizar, sino que es una oportunidad para aumentar los niveles de participación, eligiendo a quienes deciden las políticas regionales y su asignación de recursos. La pregunta que surge es simple, ¿es posible acercar a la ciudadanía sus autoridades y descentralizar simplemente aumentando número de representantes elegidos por votación directa? La respuesta es una y es un no rotundo.
Es difícil estar en contra del espíritu de esta reforma; “empoderar” a las regiones es una necesidad real en nuestro centralizado país, pero este no es el camino. Si realmente queremos empoderar, más que la elección de los CORES debemos propender al desarrollo de políticas públicas regionales y no sectoriales con participación de la ciudadanía para lograr el desarrollo armónico y equitativo que se explicita en la Carta Fundamental, comprendiendo y potenciando las identidades regionales, poniendo en práctica la interculturalidad -últimamente tan mencionada y poco aplicada- y no simplemente coexistiendo.
La principal característica de este proyecto de ley es que pone a la provincia como un nuevo espacio de acción de la gestión pública. La provincia como tal no elige a ningún representante por elección popular, por ello la elección de los COREs da un espacio para que sus demandas sean canalizadas de forma correcta a nivel regional y exista un acercamiento real a la ciudadanía, esto debido a que se unen dos factores. El primero es el importante presupuesto sobre el que decide el CORE y la mayor incidencia en la participación electoral de la ciudadanía, pues el proyecto afirma que toda circunscripción provincial elija al menos dos Consejeros. Por otro parte, el nacimiento de líderes provinciales promueve la renovación de rostros e ideas en política y aumenta las opciones de estos a obtener cargos ya sea parlamentarios o en los gobiernos locales.
La creación de una nueva institucionalidad a nivel provincial es una tabla rasa para considerar la participación de asociaciones y la ciudadanía en general en la creación de políticas públicas nacionales con una bajada real en la realidad regional, pero sobre todo provincial, idealmente de forma vinculante y en sintonía con la identidad regional, provincial y comunal.
Las consecuencias de esta legislación no podrán solo ser medidas con el número de votantes o Consejeros regionales electos. Hay una necesidad desde las regiones de autonomía en la toma de decisiones o más simplemente en la resolución de sus problemas. Es imposible creer que los problemas de Aysén sean los mismos que la Araucanía o la región de Antofagasta, y esto más se complejiza cuando aumentan las diferencias interregionales y el líder del Gobierno Regional no es elegido por la misma sino designado por el Presidente de la República.
Por último, la elección de los COREs ya no es una opción, pues en el Articulo 113 de la Constitución se establece. Sin embargo las condiciones, financiamiento y delimitación de provincias sí lo son. La legislación del traspaso de competencia a los Gobiernos Regionales y la regulación del lobby son claves para lograr el objetivo de fortalecer la democracia a través de la elección de representantes en todos los niveles, pero eso no es lo único que debemos buscar. Hoy, más que nunca, hace falta dotar de herramientas para crear políticas públicas en base a la identidad regional y no meramente el ejercicio de ir a votar.
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