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Crisis institucional del INE: la oportunidad regional

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Las estadísticas sociales han sido sometidas duramente al escrutinio público, y como nunca se ha generado una crisis de credibilidad del capital estadístico del país. La evaluación de las condiciones socioeconómicas se ha ajustado a un diagnóstico solventado por un conjunto de instrumentos estadísticos que no eran cuestionados sino que por el contrario eran reconocidos internacionalmente por cumplir con ciertos estándares de calidad, lo cual permitía un uso, para efectos de diagnóstico de la situación socioeconómica nacional, sin que se generaran impugnaciones con matices políticos sobre la base de una métrica cuestionable.

El debate se centra en los instrumentos más que en la institucionalidad, y por ello es necesario darle un cauce más integral al mal momento actual. Es el momento de realizar una revisión profunda de las estadísticas disponibles para el diseño y evaluación de las políticas públicas, así como para el desempeño de los mercados. Nótese que se ha mencionado mercados, en contraposición al “mercado”, pues el análisis simplista de ver a la economía como una sola ha debilitado fuertemente las posibilidades de contar con un marco de gestión que tenga la cohesión territorial como la plataforma reflexiva. Las condicionantes del territorio marcan diferencias sustantivas en una economía como la chilena, y por ello es necesario disponer de un marco estadístico que permita una lectura adecuada de las diferencias que se observan a lo largo del territorio para elaborar propuestas inclusivas y congruentes con la diversidad que presentan las regiones.

El Instituto Nacional de Estadísticas debiera ser la institución llamada a liderar el proceso de integración de las economías regionales mediante instrumentos que estén diseñados de acuerdo a las necesidades de representación de los fenómenos económicos y sociales que ocurren en distintas partes del territorio. Sin embargo, abordar estas actuales falencias requiere de un soporte institucional mayor al disponible hoy en día, reforzando la orgánica de subdirecciones regionales que asuman directamente el diseño del instrumental estadístico necesario para apoyar un proceso más descentralizado de toma de decisiones. El refuerzo no es de recursos presupuestarios únicamente, sino que principalmente de recursos humanos calificados con plenas capacidades para liderar los modelos de información descentralizados para generar las visiones nacionales con bases férreas en las realidades regionales.

Es el momento preciso para abordar desafíos mayores e integrar las plataformas de información que proveen las estadísticas y los registros tributarios en un marco adecuado de integración territorial de la información económica. El marco más amplio que permite tal proceso de integración es la Contabilidad Nacional, y sin duda que si el INE asume la responsabilidad de su elaboración, todo el sistema estadístico nacional se vería fortalecido significativamente. El interés del territorio debe ser el eje conductor del proceso de modernización institucional del INE, asumiendo funciones más amplias y relevantes desde el punto de vista de plataforma de sustentación del diseño e implementación de políticas públicas.

El debate se centra en los instrumentos más que en la institucionalidad, y por ello es necesario darle un cauce más integral al mal momento actual. Es el momento de realizar una revisión profunda de las estadísticas disponibles para el diseño y evaluación de las políticas públicas, así como para el desempeño de los mercados.

Una institucionalidad más moderna supone una interacción más cercana con los centros universitarios regionales, para fraguar una impronta de investigación basada en las estadísticas económicas y sociales con un alcance para la formulación de políticas de desarrollo regional. Así, hablar de un gobierno corporativo para el INE supone la plena incorporación del concepto de cohesión territorial al momento de fijar la política nacional referida al desarrollo del capital de información estadística, de registros administrativos y de registros tributarios. Los esfuerzos nacionales debidamente arraigados en su ejecución en los territorios es prenda de garantía de procesos más exitosos de levantamientos estadísticos de envergadura.

El debate acerca de la institucionalidad estadística debe madurar previo a cualquier intento de generar procesos de autonomía institucional, de modo que las definiciones políticas se sustenten en una mirada inclusiva de los territorios y de sus necesidades actuales y futuras acerca del atlas de información necesario para el apoyo del desarrollo económico y social con cohesión territorial. El proceso de evaluación de la institucionalidad actual debe realizarse en profundidad, de modo que se geste un cambio institucional que ilumine la entrada de Chile al umbral del desarrollo en el contexto de la OCDE, que sin duda es un benchmarking central para las definiciones de futuro.

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