La historia de nuestra comuna, ha estado marcado al igual que otras comunas de nuestro país por fenómenos naturales que en muchas ocasiones terminan transformándose en desastres naturales. Nuestra historia de eventos trágicos nos habla de una serie de hechos que han marcado una antes y un después en cómo nuestra comuna se proyecta y desarrolla, a los grandes incendios que afectaron la industria textil y a nuestro cerro Manquimavida, principal pulmón verde comunal, se suman inundaciones por desbordes del canal Papen y crecidas del río Biobío que afectaron a un número importante de nuestra población, a ello debemos agregar la mayor tragedia que recuerda nuestra comuna; el invierno del 2006, que costó la vida de 10 Chiguayantinos, entre ellos 3 Bomberos voluntarios producto de un aluvión, que afectó emocionalmente la relación de nuestra población con el nuestro Cerro Manquimavida.
Pero, ¿puede una comuna como la nuestra definirse como una comuna resiliente?¿Cómo se grafica en manera tangible lo aprendido post fenómenos naturales que se trasforman en desastres naturales?
La mayoría de nuestros vecinos lo pasa muy mal con emergencias como las que anteriormente señalamos, sin embargo, y a pesar del fuerte impacto emocional, muchas personas son capaces de recuperarse psicológicamente sin quedar con secuelas psicológicas en el largo plazo. Pero, esta condición, que al parecer es natural ¿Cómo condiciona nuestra relación con nuestro medio? ó ¿cómo nos motiva a generar mejores condiciones ante un fenómeno natural para evitar que se transforme en un natural desastre?
Chiguayante ya pasó sin sobresaltos de ser una comuna textil a una comuna dormitorio, Chiguayante ha tenido y tiene la capacidad de adaptarse a los distintos fenómenos que la afectan, más allá de la confusión mental inicial y la dificultad que pueden tener las personas para ordenar los diferentes pasos a seguir en pro de superar la condición traumática ya es hora que nuestra comuna se identifique con una condición que le facilita salir de condiciones apremiantes y comience a definirse como una comuna resiliente, una donde todos tienen algo que aportan en un proceso que necesariamente debe involucrar a todas las organizaciones vivas de la comuna, en la educación y prevención ante los fenómenos que la afectan negativamente reconociendo la resiliencia como un proceso comunitario y cultural que involucra necesariamente a todos los segmentos de la población.
Chiguayante ya pasó sin sobresaltos de ser una comuna textil a una comuna dormitorio, Chiguayante ha tenido y tiene la capacidad de adaptarse a los distintos fenómenos que la afectan, más allá de la confusión mental inicial y la dificultad que pueden tener las personas para ordenar los diferentes pasos a seguir en pro de superar la condición traumática.
En síntesis las consecuencias de cada crisis dependen de la preparación de la ciudad para hacer frente a determinados impactos esperables y de la manera en que la ciudadanía percibe y reacciona ante ellos. Estos factores son extremadamente variables y dependen de valores tan dispares como el buen funcionamiento de los sistemas o el grado de tolerancia que cada sociedad muestra ante los acontecimientos. Chiguayante no solo puede sino que además debe asumir el desafío donde la resiliencia nos define como una comuna que sabe levantarse ante cada embate que nos da la vida.
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