Es indudable y no es ninguna novedad para nadie, que cada gobierno trae su propia impronta y su particular forma de hacer las cosas. Como ciudadanos hemos tenido que acostumbrarnos al ir y venir de los conceptos y sus diferenciaciones ante lo que piensa la izquierda progresista con su característico tono social y la diferenciación de lo que propone la derecha, que a todas luces es de corte netamente empresarial y con un claro dejo sustentado en el crecimiento y en la productividad por sobre todas las cosas, que en teoría presupone desarrollo al dar trabajo.
Si analizamos ambos conceptos, no es difícil darse cuenta que ambos están desbalanceados y necesitan mucho de lo que el otro propone. Los países desarrollados por sobrevivencia entendieron que en temas de desarrollo los extremos no sirven y las estrategias deben estar enmarcadas con una visión social en pro del crecimiento para obtener un desarrollo sustentable. En Chile lamentablemente desde hace cuatro periodos presidenciales pasamos de una visión a otra sin filtro, demostrándonos que sin una visión de base por parte del estado en esos temas que sea más balanceada y armónica, por el constante ir y venir del péndulo ideológico de forma y fondo, hace que no avancemos como deberíamos y explicándonos el porqué estamos en medio de una crisis existencial que a esta altura del siglo 21 son de una mezquindad sorprendente.
En lo que a Aysén se refiere, tenemos claro que la región depende sustancialmente de su calidad ambiental y escénica para que las actividades productivas y de servicios tengan la capacidad de ser sustentables en el tiempo y puedan proyectarse positivamente en la vida de las comunidades y desarrollar una estrategia de base que protejan el bien regional ante las naturales presiones externas por posicionarse en la región, que muchas veces tienen poco que ver con la forma regional y que ha significado olvidar la forma y el fondo de lo que necesita la región para defender la sustentabilidad social, ambiental y cultural y todo por falsas interpretaciones que sustentan los intereses creados. Aysén debe estar abierto al desarrollo y los intereses del país, pero bajo condiciones que respeten la esencia de lo que significa el territorio por sobre todas las cosas.
Aysén de norte a sur y de cordillera a mar ha dado muestras que tiene lo suficiente para implementar de forma segura el camino hacia el desarrollo, que hacen que el futuro pueda ser visto para sus habitantes en forma positiva. Para que el sueño se transforme en realidad, es necesario que todo sea realizado con una base de sustentación que tenga una visión realista y no idealista de que se es, lo que se quiere y del cómo se quiere y de acuerdo con las ventajas comparativas que posee el territorio; sin olvidar que Aysén es una región que depende sustancialmente de cómo entienda, enfrente y proyecte su relación con el cambio climático en sus políticas de desarrollo y la capacidad que tenga de defender su riqueza ambiental, social y cultural.
La Organización Meteorológica Mundial ha predecido el debilitamiento de las precipitaciones en Aysén y que mucha de la actividad frontal ha venido a aumentar la temperatura media de la región, afectando los aportes naturales de agua al suelo, haciendo que las cuencas hidrográficas esten disminuyendo su caudal, con pérdidas de gran relevancia por la evapotranspiración de los efectos combinados, reduciendo los recursos hídricos superficiales y subterráneos y produciendo la pérdida de una gran masa glaciar, que no es un tema menor para la región y su sustentabilidad futura.
Para que el sueño se transforme en realidad, es necesario que todo sea realizado con una base de sustentación que tenga una visión realista y no idealista de que se es, lo que se quiere y del cómo se quiere y de acuerdo con las ventajas comparativas que posee el territorio
La OCDE organización de la cual somos parte (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) presentó un informe prediciendo que el modelo económico chileno basado exclusivamente en la explotación de los recursos naturales está en su límite más crítico, dando a entender que si el país no tiene la capacidad de enmendar el rumbo, produciendo valor agregado a los recursos naturales (commodities) en pocos años se perderá sustentabilidad y estará en peligro la proyección y en esto Aysén tiene mucho que decir, si entendemos que en la actualidad existe mucho interés por abrir nuevas minas de oro y transformar Aysén en una región minera. Según estadísticas de Sernageomin, el 6 % de la región (10,8 millones de hectáreas) está entregada a concesiones mineras y que existen más de 700 mil hectáreas entregadas a la minería para exploraciones (la mayoría estan bajo recaudo extranjero y bajo prevalencia canadiense) cifra no menor si consideramos que algo más del 50 % de la superficie de Aysén está destinada para preservación en forma de Parques y Reservas Nacionales.
En 1975 la forestación alcanzaba 390.000 hectáreas. En 1989 la cifra se elevó a 1.326.700 hectáreas. Un estudio realizado en 1982, llegó a la conclusión que la principal ventaja comparativa que Chile tenía en materia forestal, estaba en la sobre explotación del Pino Radiata y del Eucaliptus, aprovechando que el período de maduración de estas especies es más corta en madera aserrada (el pino insigne es comercial a los 22 años y para madera pulpable a los 18 años) mientras que en países forestales como Estados Unidos, Suecia y Canadá, los mismo volúmenes comerciales requieren de 100 años para ser comercializados y en vista de ello se estableció esta estrategia de desarrollo, a sabiendas que las plantaciones exóticas extraerían todo el agua de las napas subterráneas y que con el pasar de los años crearía una escasez tremenda del recurso en las comunidades aledañas y llegaría la desertización del gran parte del territorio usado para estos fines y se perderían tierras agrícolas de gran calidad y mucho del bosque nativo ha sido aniquilado para dar paso a una plantación formal de Pino Radiata y Eucaliptus, que está relacionado directamente con el cambio climático y que por ese motivo se ha perdido el 70 % del agua de las napas subterráneas para mantener las plantaciones forestales; que al producirse una menor cantidad de lluvias y incrementarse el movimiento en las masas de aire, ha producido cambios relevantes en la temperatura y en la humedad del suelo, con consecuencias negativas para los procesos erosivos del crecimiento biológico del suelo y del subsuelo.
Lamentablemente el tema de los Bosques nativos en Aysén no se ha tomado con la relevancia con que se debería. La estrategia del gobierno de implementar un plan de descontaminación de Coyhaique fundamentado en la explotación de las montañas aledañas de donde se está extrayendo leña, ha destruido el poco bosque nativo que queda y de manera irreversible y no se ha direccionando la solución hacia las Energías Renovables no Convencionales. Corfo ha estado financiando proyectos de certificación de leña que por si es insustentable y se ha perdido la forma y el fondo, que ha llevado a que los intereses empresariales del norte del país y sus ramificaciones foráneas, quieran introducir pino radiata y eucaliptus, para producir pellet para calefacción y de esa manera transformar Aysén en parte del negocio forestal.
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